48 horas

Nunca voy a olvidar esas cuarenta y ocho horas que pase con Abel, aquel fin de semana en ese hotel de la playa. Cuando descendí del tren y le vi buscándome, corrí hacia él llamándolo, nos fundimos en un abrazo eterno, nos besamos largamente tanto que unos obreros que andaban trabajando por ahí nos silbaron y dijeron todas esas cosas que solo a ellos se les ocurre.

Fuimos al hotel ya nada podía pararnos. Abel se quitó la camisa y se acerco a donde yo estaba y comenzó a desnudarme………botón a botón, prenda a prenda. Cuando ya sintió mi piel bajo sus manos me tomó bien fuerte y noté todo el calor de ese cuerpo. Esto me excitó tanto como la erección de su miembro que se clavaba ya en mi. Siempre me había excitado al contacto directo con su sexo, me gusta su forma, la dureza y sobretodo las palpitaciones que le produce la excitación del momento……mientras se clavaba en mi pubis quise que fuera mío solo mío y entre susurros y jadeos ciega de deseo le dije » estoy atada a ti, amor mío, él me somete a ti……déjalo que me posea…»

Yo ya no estaba en este mundo, en el plano real, me había vencido el deseo. Entonces sentí sus manos separando mis piernas y abriendo mi sexo con determinación: creí morir al sentir su mano apresando aquella zona de mi cuerpo……Y sin quitar su mano de mi sexo me tumbo en el sofá, me tumbo y entonces su pene rozó todo mi ser. Su glande acaricio mi clitorix una y otra vez hasta que mis piernas comenzaron a temblar y mi vientre se inquieto. Al poco sentí como se abría paso, me penetraba lentamente.

Me gustaba su textura, su movimiento dentro de mí, pero sobretodo me gustaba sentirlo dentro, muy dentro………

FIN

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