Aniversario

Todo comenzó en la época en que mi señora Camila y yo éramos novios. Un día de verano mientras cuidábamos la casa de sus padres que estaban de vacaciones, comenzamos a ver una película porno-soft. En la pantalla, la protagonista le enseñaba a una amiga a practicar el sexo oral con la ayuda de un consolador, para luego terminar practicando entre ellas. Yo le dije a Camila si ella le enseñaba a su hermana del mismo modo, ella sonrió y me dijo que a su hermana no, pero que no le importaría practicar con otra mujer. La miré entre sorprendido y excitado y le pregunté si hablaba en serio, ella contestó que si yo quería podíamos probar un trío.

– Hace tiempo que esa idea me resulta atractiva – dijo – pero no te la había planteado por temor a tu reacción».

– La verdad es que a mí también me excita, pero nunca creí que tú fueras a acceder a algo así – contesté

Debo confesar que entre nosotros lo sexual siempre había sido muy abierto y ambos estábamos muy satisfechos en ese aspecto y listos para experimentar cosas nuevas.

– Estoy completamente de acuerdo con probar un trío con otra mujer – continué – pero sólo si tú accedes a participar en uno con otro hombre.

– ¿Los dos conmigo?…me parece perfecto.

Luego de esta conversación pasó el tiempo y a pesar de que estas fantasías siguieron siendo parte de nuestra relación, nunca tuvimos oportunidad de ponerlas en práctica. Para ser sincero, la idea de ver mi mujer con otro hombre me resultaba sumamente excitante, de hecho lo que más me gustaba de las películas eran las escenas donde una mujer se enfrentaba a dos o más hombres. Con el paso del tiempo me di cuenta que a Camila esas partes también le gustaban mucho y le pregunté si le parecería demasiado compartir con mas de dos hombres, a lo que ella contestó que le tincaba mucho. Todo siguió así hasta que luego de casi un año de casados me decidí a prepararle una sorpresa de aniversario. Me comuniqué con Javier, Pedro y Andrés, tres amigos de mi época universitaria que siempre me habían comentado lo atractiva que encontraban a Camila. Y la verdad es que ella, con su metro setenta, pelo rubio y ojos claros, además de su culo precioso y sus tetas firmes, realmente era muy deseable.! Les expliqué lo que estaba planeando y ellos, con un poco de reticencia al principio y con mucha excitación después, accedieron encantados.

La mañana de nuestro aniversario le dije que me esperara arreglada en la noche ya que le tenía una sorpresa.

Cuando volví ella ya estaba lista. Se había puesto un vestido negro muy corto y escotado que descubría sus piernas largas y torneadas e insinuaba sus pezones desprovistos de sostén. Se veía realmente espectacular. Me preguntó dónde íbamos, pero le dije que tuviera paciencia. El plan que había trazado era el siguiente: mis amigos nos iban a esperar en un bar que quedaba cerca de unos departamentos que se arrendaban por horas, unos de los cuales yo ya había alquilado, nosotros nos reuniríamos con ellos y yo me encargaría de propiciar la situación.

Llegamos al local y en una mesa situada al fondo divisé a mis amigos. Le dije a Camila que fuéramos a saludarlos. Apenas nos aproximamos a su mesa ellos se levantaron y nos saludaron, alabando entusiastamente a mi mujer. Le dije que nos sentáramos con ellos un rato y ella me miró con suspicacia, como adivinando mis intenciones, pero accedió gustosa. Pedimos unos tragos y la conversación fluyó alegremente. Luego de una hora estábamos todos muy entusiasmados y las bromas comenzaron a subir de tono. Camila coqueteaba abiertamente con ellos y eso me tenía el pene duro como una roca. Al parecer a mis amigos les pasaba lo mismo, a juzgar por las lascivas miradas que daban al escote y las piernas de mi señora, partes que ella no se preocupaba de ocultar. Andrés comenzó a contar una historia de una mina que luego de acostarse con cuatro hombres al mismo tiempo y de haberlos hecho eyacular hasta la última gota, había tomado un vibrador y había continuado masturbándose. Todos comentamos! que la historia era un poco exagerada pero mi señora dijo que lo encontraba completamente posible y sumamente excitante. Luego de eso mis amigos quedaron realmente con la lengua afuera, situación que yo aproveché para decir que podríamos ir a un lugar más tranquilo. Mis amigos no ocultaron su ansiedad y mi señora, luego de darnos a todos una mirada donde se adivinaba su propia excitación, dijo «claro… ¿Por qué no?» Pagamos la cuenta y nos dirigimos al departamento que había arrendado. En el trayecto mis amigos no dejaban de mirar descaradamente el culo y las piernas de mi mujer y ella, excitada, no se cohibía en lo más mínimo. Llegamos al edificio y al entrar al ascensor, que era realmente pequeño, la excitación casi se podía tocar. Apenas habíamos entrado al departamento y mi mujer se despojó rápidamente de su vestido quedando sólo en unos calzones mínimos. Un suspiro generalizado recibió la aparición de su cuerpo exquisito.

– Bueno – dijo – veamos si la historia era exagerada.

Dicho esto se arrodilló y abriéndome el pantalón saco mi miembro endurecido y comenzó a masajearlo deliciosamente mientras decía: – Mmmm, qué duro está esto, qué rico es.

Mientras ocurría esto mis amigos se sacaban apresuradamente sus ropas dejando ver sus contundentes erecciones. Camila entretanto había tomado la punta de mi pene entre sus labios y lo chupaba y lamía con deleite. Al hacer esto emitía gemidos de placer y se masturbaba por sobre el calzón que ya comenzaba a mojarse con sus líquidos de excitación. En eso se acercó Javier y colocó su pico cerca de la cara de Camila. Ella lo cogió y se lo metió en la boca, masturbándome entre tanto. Pedro, que se había aproximado por detrás, le arrancó violentamente la ropa interior y comenzó a chuparle la zorra. Ella, al sentir el contacto de la lengua de Pedro en su clítoris endurecido, gimió y comenzó a pajearme con más energía. Andrés, sentado en la cama, se masturbaba lentamente mientras miraba la escena embobado. Mi esposa nos mamaba alternativamente a Javier y a mí mientras Pedro seguía trabajando en su vagina. Poco a poco sus gemidos se trasformaron en gruñidos y comenzó a alzar y girar sus! caderas al ritmo de la lamida de Pedro, metiéndose cada vez más adentro de su garganta nuestros penes. Por la cara de Pedro pude adivinar que estaba cerca del orgasmo, al igual que mi señora.

Ella le estaba mamando el pene a Javier, excitadísima, sacándolo casi entero y tragándoselo de un golpe. En ese instante Pedro metió sus dedos en la vagina de Camila sacándolos completamente empapados. Aprovechando esta lubricación deslizo su índice dentro del culo de ella lo que desencadenó un orgasmo fuertísimo, que demostró sacando el pene que tenía en su boca y lanzando un grito, justo en ese instante Javier eyaculó, derramando su semen sobre la cara y las tetas de mi esposa. Ella pasó sus dedos por el líquido que le había caído encima y se los chupó con lujuria. En ese instante Pedro se tendió de espaldas dejando su miembro erecto apuntando hacia el cielo. La verdad es que Pedro estaba bastante bien dotado con un pene grueso y largo. Miró a mi señora que miraba esa vara palpitante con descarada excitación y le dijo: «ven perra, quiero que te lo metas hasta el fondo» Ella no se hizo esperar y se montó sobre él, dejando que la punta del pene de Pedro tocara su abertura hume! decida. Comenzó a moverse sensualmente toreándolo y de pronto se dejo caer, ensartándose hasta el fondo. «Así perra ¿ te gusta?» decía Pedro. «Si, si, decía ella, que rico se siente, quiero más, más… soy toda suya, háganme lo que quieran… quiero que me culeen con todas sus fuerzas» Yo entretanto me aproximé por detrás, apoyé la punta de mi pene en su ano y empujé, metiéndolo entero. Mi mujer se encabritó y comenzó a moverse y a gemir como una loca. Andrés se había acercado y mientras Pedro masajeaba las tetas de Camila, le metía el pico hasta el fondo de la garganta.

Realmente yo estaba excitadísimo mientras esto ocurría; ver a mi señora cogiendo desesperadamente con nosotros cuatro era mejor de lo que me había imaginado. Así seguimos un buen rato, Pedro dándole por la vagina, yo por el culo y Andrés llenándole la boca con su pene. Camila tuvo unos cuantos orgasmos y cada vez estaba más desesperada, gemía y gruñía, diciéndonos «culeenme… que delicia sentir sus picos en mi» yo estaba a punto de acabar así que salí y me puse frente a su cara, junto a Andrés que también estaba a punto. Ellas nos miró y mientras seguía ensartándose el pene de Pedro nos masturbaba con sus manos. Ambos acabamos casi al unísono llenando su boca de líquido caliente que ella tragó con lujuria. Al ver esto, Pedro no pudo aguantar más y con un impulso final eyaculó toda su carga dentro de mi señora, que, al sentir esto, acabó a su vez. Javier, que ya se había recuperado, le ayudó a levantarse y la condujo a la cama. La vagina y las piernas de Camila estaban chorrea! ndo el semen de Pedro. Javier la tendió de espaldas y comenzó a lamerle la zorra. Camila gemía con sus ojos cerrados mientras volvía a acabar. Entonces Javier levantó las piernas de mi mujer, las apoyó en sus hombros y la penetró intensamente. Sus cuerpos resbalosos estaban contorsionándose desesperadamente y mi pene comenzó a endurecerse nuevamente. Javier le decía cosas como «te gusta perra… toma cómetelo todo» y mi señora gritaba al sentir ese pene entrando en ella. Me acerqué y le ofrecí mi pico el que ella chupó gustosa. Poco a poco los movimientos de Javier se intensificaron y pronto derramó su carga dentro de ella. Al retirarse me tendí en la cama y ella se subió encima, ensartándose. Nos besamos y sentí en su boca el sabor a semen lo que me excitó aún más, además su vagina estaba resbalosa por las eyaculaciones anteriores lo que era sumamente placentero. Andrés al ver el culo de mi mujer así ofrecido, no esperó y la enculó firmemente. Mi mujer estaba enloquecida, par! ecía un animal en celo. Sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos, además de sus movimientos, me confirmaron que realmente estaba disfrutando. Después de unos minutos eyaculamos ambos, llenando su culo y vagina de semen. Apenas nos retiramos, exhaustos, Javier y Pedro tomaron nuestro lugar. Ya llevábamos casi cuatro horas de sexo y ella parecía dispuesta a seguir por mucho más rato. Pedro empezó a hacerle un 69 mientras Javier le masajeaba las tetas y la penetraba por detrás. En esa posición Camila tuvo otros orgasmos, bañando la cara de Pedro con sus jugos. Luego se puso en posición perrito y Pedro la enculó mientras Javier se la metía en la boca. Así estuvieron otra media hora gruñendo y gritando y Camila acabando otro par de veces cuando Andrés se acercó y, tendiéndose de espaldas en la cama, alentó a Camila para que se subiera, ella así lo hizo, al igual que Pedro que siguió enculándola y Javier que seguía con el miembro en su boca. Era increíble ver a mi mujer siendo ! culeada por estos tres hombres, ver cómo le daba placer a todos ellos y cómo disfrutaba salvajemente. Yo me estaba masturbando mientras observaba y a poco andar estuve a punto de acabar. En ese instante mis amigos, que también estaban por llegar al orgasmo, se salieron y tendiéndola en la cama comenzaron a masturbarse sobre su cara. Yo me les uní y mientras mi mujer se metía los dedos en la vagina chorreante, acabamos al unísono, bañando su cara y pelo de semen, el que ella lamió y esparció ávidamente. Nosotros nos retiramos agotados, cinco horas del sexo más desenfrenado nos habían rendido. Ella, sin embargo, siguió masturbándose hasta que logró los dos orgasmos finales de esa noche de lujuria. Mientras mis amigos se vestían y comentaban la hembra soberbia que era, ella se acercó a mí y, con su aliento pasado a sexo, me dijo:

– Gracias amor, excelente regalo… ¿Qué me vas a regalar para mi cumpleaños?

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