De vacaciones por Uruguay

Una mujer,de paseo con toda su familia, decide aceptar la propuesta de un colombiano quien la hara vivir intensos momentos…

Decidimos hacer aquel viaje en un momento bastante bueno en nuestra pareja, fuimos a la costa con nuestros hijos y mi suegra quien hacia de abuela y niñera a la vez. Eligimos ir a Piriapolis, un lugar encantador, cerca de Montevideo con unas playas amplias y fenomenales en una epoca del año en que no era temporada turistica; si bien el mar estaba ahi no pudimos disfrutar de el por el clima.

Eligimos un hotel cerca de la plaza Artigas, cerca del centro, con habitaciones amplias y comodas para todos. Lo primero que hicimos fue acomodarnos, luego fuimos a dar un paseo por el lugar, en particular la playa. En el hall de entrada nos cruzamos con un mulato ojos verdes increible, calvo, alto, no muy musculoso pero si pura fibra, elegante, con una sonrisa impecable, gestos viriles con esas manos con dedos largos y finos, con fuerte acento extranjero; incluso mayor que el nuestro.

Caminamos los cinco por la playa, fuimos a comer algo, retornamos al hotel por la tarde, volvimos a salir, cenamos por ahi y una vez mas regresamos a nuestra habitacion. En la madrugada me desperte, mi marido dormia abrazado a mi apoyando su sexo en mis nalgas; lentamente me fui dando vuelta, el ronroneo algo y acaricio una de mis tetas.

Me predispuse a una sesion de sexo, una de mis manos se hundio por debajo del elastico de su boxer para encontrar una flacidez desconcertante. En tanto acariciaba su sexo busque su boca, nos besamos aunque no senti en el esa pasion de siempre. Su mano se perdio entre mis piernas, y como me gusta a mi, comenzo a acariciarme mi clitores por encima de mis calzones.

En silencio comenzo a chupar mis tetas, en tanto sus dedos continuaban masajeandome mi botoncito secreto; podia sentir como me iba mojando en tanto el no cambiaba de estado a pesar de la insistencia de mis dedos. Sin destaparnos me hundi en bajo las sabanas y de esa forma me lleve su flacida sexualidad a la boca; chupe, lenguetee, masajee y nada, muerte total. Le pregunte que le pasaba, nada dijo, tal vez el lugar, la presencia de los chicos tan cerca, su madre del otro lado, en fin, juro querer pero no podia. Insistio con sus dedos un rato mas pero a mi no me interesaba, pronto volvimos a adoptar la misma posicion inicial y nos dormimos.

El atardecer del otro dia nos sorprendio en la playa, los chicos jugaban en la arena haciendo castillitos y la abuela los contemplaba a unos metros, sentada, mirando mas hacia el mar que a los nietos. Aprovechando la excepcional calma mi esposo y yo nos pusimos a caminar por la playa como si fuera una publicidad turistica; el mar traia sus olas con lo cual sus brumas tapaban nuestros pies antes de retirarse.

Comenzamos esa caminata cada uno por su lado, luego nos tomamos de las manos y al fin caminabamos abrazados. El viento era suave, poca gente se vei por ahi, faltaban un par de horas para que el Sol se ocultara; vimos unas rocas y hasta alla fuimos para sentarnos. Mi marido se sento en una piedra redonda, hizo que yo me sentara entre sus piernas y asi, sin decirnos nada, nos quedamos contemplando el mar. Al rato senti un suave beso suyo en mi cuello, despues un tenue mordisco en mi nuca, cuando mordisqueaba una de mis orejas hundio su mano por debajo del pantalon del jogging que yo llevaba puesto esa vez, me acaricio entre las piernas por encima de mis calzones, luego su mano se metio debajo de este y asi pude sentir sus dedos tocarme entre mis labios vaginales.

Su otra manos fueron por mis pezones, en tanto nos besabamos por encima de mis hombros. Sentados en las piedras podiamos pasar desapercibidos para todos los que estabamos ahi, de hecho mi marido se corrio un poco mas abajo con lo cual yo apoye mi culo en su ereccion que pronto libero y sin que cambiaramos de posicion comence a masturbar. Sus dedos se movian en pequeños circulos en mi clitoris en tanto me pellizcaba suavemente mis pezones y mordia mi cuello o susurraba palabras soeces tanto me excitaban.

Con la intension de hacer las cosas mas faciles para ambos mis manos bajaron mi pantalon y los calzones un poco mas arriba de mis rodillas, la briza humeda del mar me acariciaba, junto con los dedos de mi marido, mi desnudez. En un momento no di mas, me levante apenas buscando calzarme su sexo ardiente en el mio ya humedecido; arquee la cintura, senti su glande juguetear entre mi ano y la vagina pero cuando comenzaba a penetrarme mi marido creyo escuchar voces con lo cual, en un movimiento levanto mi ropa e hizo que me sentara vestida sobre su ereccion a fin de cubrirsela por si algun intruso aparecia. Pero nada, solo nosotros, el viento y el paisaje del mar aquella tarde en Uruguay; sentia la humedad de mis piernas, las palpitaciones de mi intimidad, cierto sofocon en mi estomago y sin embargo el me propuso, lo mas suelto, que volvieramos donde estaban los chicos y mi suegra, pues, se hacia tarde.

Mi humor, como es de suponer, se iba volviendo tormentoso.

Esa noche cenamos en el mismo hotel y nos fuimos a dormir temprano ya que mi marido hizo planes de ir con los chicos a pescar mar adentro con uno de los pescadores de la zona que conocimos aquella misma tarde. Por su respiracion supe que dormia profundamente, sin moverme demasiado comence a tocarme con mis dedos, friccionaba con ahinco evitando que se me escapara algun quejido y para eso mordia la misma almohada, una rica sensacion comenzo a recorrerme la espalda y cuando estaba a punto de explotar la voz del mas chico de mi hijo, llorisqueando, se escucho a centimetros de mi cara anunciandome sus deseos de orinar en tanto me pedia que lo acompañara. Pobre, con el, que no entenderia nunca, me desquite de mi tercera frustracion; de malas ganas me levante para llevarlo al baño.

Nos levantamos temprano, por turnos nos duchamos y fuimos por el desayuno que servian en el hotel y era muy bueno. Elegimos una mesa cercanas a las ventanas, primero fueron mi esposo, los chicos y mi suegra hasta la mesa americana donde se sirvieron a gusto todos los manjares que alli se ofrecian, cuando fui yo coincidio que el mulato de ojos verdes entraba en la confiteria acompañado por otra dos personas tambien elegantes como el. En ese mismo momento nuestras miradas coicidieron, el me sonrio y yo tuve la intension de devolversela pero me parecio inoportuno.

Aquel jueves era un dia barbaro, un soleado otoñal bellisimo, los niños y el padre se fueron felices ante la inminente aventura en el mar. Mi suegra prefirio quedarse en el hotel y descanzar, en cambio yo pense en ir a dar una vuelta por los negocios del centro y para eso llevaba una linda solera estilo hindu abotonada adelante, con bordados en negro muy por encima de mis rodillas y sandalias de taco mediano.

Caminaba de lo mas suelta cuando una voz ronca con aire caribeño sono muy cerca de mi oido, me di vuelta y ahi estaba el mulato, que supe luego en realidad era colombiano, de ojos verdes con una sonrisa fantastica. Como un verdadero caballero me saludo, enseguida entablamos una conversacion y pronto nos encaminamos a un bar sabiendo que nadie en esa hermosa ciudad costera me reconoceria en falta. El bar elegido no era muy elegante pero en exceso discreto, por la hora del dia y la altura de la semana pocos parroquianos constituian sus clientes; entramos, sin que me dijera nada encaramos hacia las mesas del fondo.

Las mesas, redondas, estaban enmanteladas hasta el suelo y rodeados de cuatro sillas; sin que me lo indicaran me sente mirando hacia la puerta pero detras de la mesa, en tanto que el colombiano lo hizo a la par mia. El mozo vino, levanto nuestro pedido, en tanto nosotros hablabamos de las razones por la cuales estabamos en aquella ciudad; por supuesto no le crei su discurso empresarial. Cuando el mozo regreso nosotros ya manteniamos una animada conversacion, luego el hombre se fue y no volvio para nada.

Yo tenia cruzada mi pierna, en un momento como sin querer puso su mano sobre mi rodilla en tanto no dejaba de hablar. Continuabamos hablando y su mano no solo seguia ahi sino tambien que de a ratos hacia cortos movimientos como si me masajeara pero con suavidad. El ultimo boton de mi solera estaba desprendido, cuando la mano del colombiano comenzo, muy decidido, a subir el vestido se iba corriendo hacia arriba en tanto el no dejaba de hablarme.

Me sentia incomoda, es verdad, y aun asi no hacia nada por evitar que esa mano llegara hasta mi ingles que fue cuando solte un suspiro mojandome ahi mismo cosa que el mulato colombiano descubrio enseguida. Si alguien nos hubiera prestado atencion no podria haber notado nada raro, pues el hablaba y yo sonreia en tanto soltaba algunos suspiros. Su mano se acomodo mejor entre mis piernas y ahi mismo comenzo a tocar mi clitoris por encima de mis calzones. La solera molestaba su accion, se detuvo en seco, decidido comenzo a desprenderme uno a uno los botones de abajo hacia arriba; me sorprendi ayudandolo hasta llegar a mi ombligo.

Me excitaba a mas no poder, exhibiendome de esa manera como nunca lo habia hecho en mi vida. Acerco un poco su silla, sus dedos una vez mas fueron a hundirse entre mis piernas y otra vez comenzo con ese toqueteo certero que iba despertando en mi un deseo postergado. Sin que me lo indicara me sente en el borde mismo de la silla reclinandome sobre el espaldar, apenas toco mi pierna supe que queria que una de ellas la cruzara sobre la suya quedando con las mias bien separadas, ofreciendo mi sexo mojado tapado por unos ya incomoda tanga negra…

Me tenia a su merced, hacia de mi lo que queria pero le faltaba el ultimo envion para mi orgasmo, se dio cuenta de ello y dio un par de manotazos con clara intension de obligarme a sacarme mi ropa interior ahi mismo cosa que ni por asomo queria hacer. Pero bueno…era un hombre de recurso pues de su mano libre aparecio una corta pluma, el filo de la navaja rozando mi piel y su movimiento para cortar el elastico de la tanga, me llevo al borde del orgasmo. Pero no parecio conforme con ese corte pues con la ayuda de su mano corto el otro elastico y asi perdi, por primera vez en mi vida, uno de mis calzones.

De la cintura para abajo desnuda, a la vista de cualquiera que tan solo se hubiera acercado a la mesa en tanto el, con sus habiles dedos en mi intimidad, me acercaba mas y mas a ese deseado final; para ello me apoye mejor, con mis manos, en el borde de la silla levantando mi cintura hacia el colombiano que no dejaba de hablarme, como si tal cosa, en tanto me hacia una de esas pajas que cualquiera recordaria como memorables. De haber estado en otro lado lo hubiera dejado que me hiciera terminar pero no aguantaba mas, entonces mis dedos se hicieron cargo de la situacion en tanto el me acariciaba la mis mejillas o bien, simuladamente, metia sus dedos en mi boca.

Fue una acaba como las de nunca, como consuelo estregaba entre si mis rodillas, suspiraba en silencio, apretaba mis dientes y aun asi un hilito de mi voz se me escapaba; apenas si espero que me recuperara para llevarme a un hotel y asi someterme a su voluntad.

Ni siquiera me dio tiempo a devestirme, me tumbo en la cama boca arriba en el borde de la cama. Se arrodillo en el suelo, con cada uno de su brazos rodeo cada una de mis piernas y asi hundio su cara en mi ya mojadisima sexualidad, su lengua volvia a hacerme el mismo jueguito que con sus dedos. Yo sacudia mi cabeza como si estuviera posesa en tanto mis manos se aferraban a su nuca. Fue un alivio indescriptible cuando metio sus dedos en mi vagina y el ano, entraban y salian de mi liberando toda la frustrada pasion postergada en aquellos dias; un momento despues estaba hubicado entre mis piernas desnudo, pues de alguna manera se las habia arreglado para deshacerse de su ropa en tanto su boca con su lengua estaban donde estaban y sus dedos donde ya dije.

Me tomo de los tobillos, abrio mis piernas en «V», sin soltarme y de un envion me penetro. No pude evitar gritar de placer, para colmo el colombiano se movia con su cintura, entraba y salia con su sexo a un ritmo que pronto comence a sentir la inminencia de un nuevo orgasmo. Quise desprenderme los botones de mi vestido pero no quiso, segun dijo lo excitaba mas aun de esa forma, pues lo unico que no llevaba era mi tanga que habia quedado caida a un costado de la silla cuando nos fuimos, a todo vapor, de aquel bar para llegar a ese intimo lugar.

El ruido de mis fluidos durante cada embestida suya me volvian mas y mas loca y ni hablar cuando sus huevos se estrellaban en mis nalgas. Abri los brazos en cruz, aferre un puñado de cubrecama con cada mano y como si fuera dar el mas brutal de los gritos me acabe toda arqueando mi espina dorsal hacia arriba como nunca lo habia hecho; un momento despues el lo hizo dentro mio, cosa que no hubiera querido, pero no tenia aliento para impedirselo.

Casi de inmediato se acomodo a la par mia, siempre cuidando que no me quitara el vestido ni las sandalias hizo que desnudara mis tetas para chupar mis duros pezones alternando en uno y otro. No falto mucho que sintiera un brutal deseo de gozar ese momento, hundi una de mis manos entre mis piernas y pronto estuve haciendome otra paja en tanto el mulato de ojos claros chupaba mis tetas, acariciaba mis nalgas o piernas; volvi a tener otro orgasmo.

Nos quedamos quietos, asi, en silencio acostados de costado mirandonos uno al otro; su mano no dejaba de recorrer mis nalgas, la raya o de vez en cuando hundir apenas uno de sus dedos en mi culo. Se lo tenia merecido, se lo iba a entregar aun cuando me partiera en dos, cosa que casi hizo.

Hizo que me pusiera en cuatro, se arrodillo detras de mi, si agacharse escupio mi dilatado esfinter. Apenas apoyo su glande afloje mis brazos clavando asi la cabeza en el colchon, entro despacio, se tomo su tiempo luego comenzo a moverse dentro mio aumentando la intensidad de su copula de manera gradual. Me tenia aferrada de la cintura, de hecho me imponia sus ritmos, cada tanto yo volvia a tocarme mi clitoris para gozar ese delicioso polvo anal. De pronto se salio, se paro al pie de la cama obligandome a correrme hasta el borde; cuando me tuvo a gusto empezo a acariciarme entre mis piernas y a besarme mis nalgas, susurrandome cosas que no lograba entender. Primero me metio un dedo en el culo, luego dos, casi al instante tres y lance un grito terrible cuando los nudillos pasaron por mi esfinter para perder dentro de mi recto su mano. Crei que iba a morirme ahi mismo, el dolor era terrible, le rogaba en nombre de lo mas sagrado que la sacara pero hacia caso omiso a mis palabras llenas de lagrimas y llanto.

Por uno de los espejos vi su muñeca derecha atrapada entre mis nalgas, resultaba mas impresionante aun ver como su brazo se iba perdiendo en mi culo en tanto yo no dejaba de rogar ni llorar. Me abrace a una de las almohadas como si fuera mi propia madre, la mordia, pedia por dios y todos los santos que me soltara, que me estaba matando pero el como si nada, trataba de consolarme diciendome cosas que no me importaban; sentia su mano ir y venir en tanto con la otra mano acariciaba mi espalda por debajo del vestido repitiendome una y otra vez que me relajara y gozara del dolor.

Me tumbe de costado, el movimiento de su brazo seguia siendo el mismo, desde su muñeca hasta cerca del codo entrando y saliendo, sentia que el dolor me ahogaba, me hacia faltar el aire, un frio sudor recorria mi cuerpo, mi rostro mezclandose con mis lagrimas. No deje de llorar en ningun momento, ni de pedir, ni rogar, ni insultar, ni de dar bufidos pero igual aquella mano, cuya habilidad tanto habia admirado, seguia moviendose una y otra vez en mi reventado culo.

Al rato mi cuerpo se relajo, mi culo y el recto se adaptaron a aquel monstruoso intruso aunque no por ello el dolor desaparecio del todo. Me obligo, a pesar de mis negativas, a masturbarme y si lo hice fue bajo la promesa que sacaria su mano cuando tuviera mi orgasmo; y cumplio, la saco despacio apenas acabe, fue entonces cuando me cague.

Sentia mi propia mierda fluir sin poder impedirlo, llegue incluso a poner una de mis manos a modo de tapon pero era inutil, mierda y mas mierda fluia sin control enchastrando la cama, mis nalgas, mis piernas, el vestido. Como pude, pues no podia caminar, ya que no solo me temblaban las piernas sino que sentia los huesos de las caderas descoyuntadas como luego de un trabajoso parto, llegue al baño pero nada podia hacerse ya. Me sente en el bidet para lavarme y el chorro frio y duro me provoco otro dolor semejante al padecido, mientras intentaba lavarme sintiendo un inmundo asco por el olor a mierda reinante en la atmosfera descubri que donde debia haber un esfinter solo habia un agujero de proporciones.

Ya no solo adolorida sino tambien aterrada me mire en el espejo, al ver tremendo agujero quede espantada, era como otra boca entre mis nalgas pronunciando una «o» muda. Y el dolor, terrible y angustiante dolor que no cejaba. No me animaba a salir del baño aun cuando el mulato colombiano me hablaba con cierta ternura del otro lado de la puerta, la vergüenza como el dolor era mayuscula porque si bien mas de una vez me habian probado el culo nunca jamas me habia cagado, claro que tampoco nadie me habia metido medio brazo tampoco…

Cuando pude reponerme sali a la habitacion, el espectaculo era peor de lo que me imaginaba, una mancha inmunda en la cama, mierda hasta en las almohadas…un asco terrible, sin despedirme tome mi cartera y me fui del lugar, hui desesperada sin saber que pasaria con mi culo, si me quedaria asi para siempre, abierto de una manera descomunal y para colmo, cada uno o dos pasos que daba, no dejaba de soltarme pedos con lo cual aumentaba mas mi humillacion. Me daba la imprension que todos se fijaban en mi, y debio ser asi por la forma en que caminaba pues me habian roto, bien hecho mierda, mi culo sin contar la inevitable sensacion incrustada en mi nariz de un nauseabundo olor a mierda obstinado a perseguirme.

Cuando llegue al hotel mi suegra me pregunto que me pasaba, invente una historia de un robo que habia visto y que por eso estaba muy impresionada. No podia sentarme de hecho, como pude fui y me cambie arrojando mi amada solera a la basura. Volvi a mirarme el culo y seguia igual, abierto de una manera impresionante; no sabia que hacer ni a quien recurrir. ¿Que le diria a mi marido? O peor aun: ¿como?.

Cuando regresaron mi esposo y mis hijos yo aun tenia sintomas de fiebre, no les llamo la atencion que me sentara haciendome la pendeja sobre una de mis piernas en donde hacia un hueco para apoyar mi culo monstruosamente destrozado. Por suerte mi amado marido seguia en su posicion de continuar paseando aquellos dias sin sexo, nadie podra imaginar la felicidad de mi rostro cuando descubri, al otro dia, que aquel agujero terrible habia sido tapado por un dilatado esfinter aunque el dolor me acompañara unos dias mas.

Con los dias todo volvio a la normalidad, no volvi a ver al colombiano de ojos verdes, regresamos a casa y volvimos a nuestras vidas de siempre aunque me he vuelto un tanto renuente a la hora de entregar mi culo para el goce ajeno.-

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