Isabel, una bella y ardiente madura

Hola a todos:
Soy Walter, tengo ahora 22 años y quiero contarles como cambió mi vida a los 18 , cuando conocí a Isabel. Yo vivía en un pequeño pueblo del interior, tenía por entonces bastantes problemas para relacionarme con las chicas -de hecho sólo había tenido sexo una vez- y terminado mi secundario, debí trasladarme a la Capital para ir a la Universidad, donde estudié Licenciatura en Letras.
Yo quería ir a vivir a alguna residencia estudiantil, pero mis padres (vaya a saber uno como) consiguieron el dato de una señor viuda que alquilaba una habitación.
Así fue que conocí a Isabel, por entonces de 68 años de edad, que había enviudado hacía pocos meses, no tenía hijos y vivía en una casa muy cómoda bastante cerca de la Facultad. Era una mujer alta, creo que medía 1. 73 m., y era evidente que había sido una mujer muy hermosa y de muy buen porte y de hecho se mantenía muy bien.
Comenzaron las clases y me costaba bastante adaptarme a la nueva vida, y mi único refugio eran los videos porno, que indefectiblemente me llevaban a masturbarme al menos una o dos veces por día.
En eso estaba una tarde que Isabel había salido, y cuando salgo desnudo de mi cuarto hacia el baño, con las manos llenas de semen y el pene aún erguido, la veo parada en el pasillo mirándome……No supe que decir y cuando ya llegabaa la puerta del baño, me sonríe y simplemente dice:
– Que cosa seria este chico….
Yo comencé a tener mas cuidado, pero parecía que ella mas me vigilaba. Una tarde volví temprano de la Facultad y justo ella salía de ducharse, envuelta apenas con una toalla; fue la primera vez que reparé en sus piernas, muy blancas, largas y bien torneadas para sus 68 años. Mientras yo la contemplaba, ella quedó quieta en medio del pasillo, y fue la primera vez que reparé en su sonrisa, muy linda sonrisa…y algo provocadora. Para entrar a mi cuarto tuve que pasar bien junto a ella que se puso de frente, por lo cual al pasar tuve que rozar sus pechos envueltos en la toalla.
Ya en mi habitación, pensando en lo sucedido, tuve una erección impresionante y no alcanzaba a darme cuenta de que estaba sucediendo, pero de algo estaba seguro: me gustaba y mucho lo que estaba pasando.
Un poco mas tarde me llama diciendo que había algo especial para la merienda; fui hacia la cocina y allí estaba la merienda especial: Isabel vestida con una falda negra muy ajustada, medias negras, una blusa de gasa que transparentaba un corpiño negro, muy bien maquillada, y sonriéndome mientras me ofrece una porción de torta, preguntándome:
– ¿El dulce lo comés ahora o vas a seguir esperando?
Mi corazón se aceleró y mi verga se endureció. Obviamente que tomé lo que se me ofrecía…una magnífica mujer madura, que me la imaginaba con toda la experiencia, a ojos vista bien caliente y yo que no aguantaba mas.
En realidad mas que tomarla, ella se echó en mis brazos, me ofreció su boca y nos unimos en un largo, húmedo y muy caliente beso; nuestras lenguas se entrelazaron y la suya parecía buscar mi garganta, alternando con suaves y excitantes mordiscos a la mía.
Estábamos abrazados y comencé a acariciarle las caderas con una mano y con la otra le sobaba suavemente los pechos: esa blusa negra de gasa me excitaba y uno a uno fui desprendiendo los botones mientras con un dedo empezaba a acariciarle los pechos. La suavidad de sus tetas siguió haciendo aumentar mi excitación: muy blancas, algo blandas sí, pero aún bien formadas, y al tiempo que se abría su camisa, mi boca bajaba lentamente por su cuello y mi lengua empezaba a explorar esa zanjita que separaba esos dos pechos hermosos. No se en que momento cayó su camisa al suelo pero si sé que saqué uno de sus senos del corpiño y lo chupaba con deleite, apretando entre mis labios el pezón rosado, que ya estaba tenso, duro, evidenciando la calentura de Isabel.
Terminé de quitarle el sostén, me saqué la remera para sentir el roce de sus tetas en mi pecho y abrí el cierre de la pollera, y para mi deleite debajo tenía una bombacha negra muy sexi, portaligas y medias …un espectáculo para mi alucinante, que sumado a la respiración agitada de los dos, los gemidos que ella ya pronunciaba me pusieron realmente a mil. Me arrodillé frente a ella y le besé su bombacha justo sobre su vagina, la mordía muy suavemente y con el primer grito de placer corrí la vedetina y apoyé mi lengua justo sobre los labios de su conchita. Esa fue la primera vez que besaba una chuchita y el olor y el sabor de los jugos que ya la mojaban literalmente me embriagaron.
En ese momento me pidió que fuéramos a su habitación, le dije que si, y la alcé, de manera que me abrace la cintura con sus piernas y fuimos hasta el dormitorio besándonos.
No debemos haber tardado mas de un minuto en estar totalmente desnudos los dos, y ella empezó a masturbarme mientras yo seguía bebiendo el néctar de su sexo; casi sin que yo me diera cuenta, se colocó de modo de poder chuparme el pene al tiempo que yo le besaba su sexo, y estuvimos en eso no se cuanto tiempo, pero en un momento dado le dije que esperara: por poco no me hace acabar y yo realmente quería que aquello durase eternamente.
Puesta boca arriba, con las piernas abiertas, la masturbaba con mi verga, le acariciaba el clítoris con mi glande, hasta que le dije:
– Mi amor, no aguanto más…
Y su respuesta fue:
– Ponemela ya mi vida, quiero que me hagas tuya ya.
La penetré y al sentir el calor de su vagina, sumado a que sentía que me presionaba entré en extasis, cojimos un buen rato hasta que no aguanté mas y le dije que acabaría: Me pidió que lo haga dentro, y de inmediato una larga serie de espasmos me llevaron a una acabada impresionante. entonces me pidió que la besara en la concha, que ella había acabado un par de veces pero sentía que estaba por venir el verdadero orgasmo, y quería que fuera en mi boca.
El sabor de mi propio semen mezclado con su flujo me hicieron excitar una vez mas. y cuando había sacado toda mi leche de su vagina, gritó muy fuerte y sentí en mi boca como sus jugos se derramaban en medio de unas contracciones brutales de todo su cuerpo.
Nos quedamos abrazados unos minutos, y en ese momento me dijo que hacia mas de 9 años que no tenía sexo, y me contó que de joven lo había hecho con un par de chicos hasta que se casó y que nunca le había sido infiel al esposo, que por otra parte no era demasiado creativo en la cama.
Cuando me dijo esto último me sorprendió, y se lo dije; su respuesta fue que si yo le hubiera puesto contraseña a mi notebook, seguramente lo de hoy no hubiera sucedido. El caso es que ella aprovechaba cuando yo no estaba para ver el historial de mi computadora, y así en poco mas de un mes de vivir yo en su casa se había hecho adicta a los videos porno que yo veía, lo que le había despertado la curiosidad, y que el día que me vió que terminaba de masturbarme, decidió que quería poner en práctica conmigo lo que veía en los videos…¡Y vaya que lo hizo bien!
Despues nos fuimos a duchar juntos, pero eso y lo que vino mas tarde se los contaré en mi próximo relato.

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