Su marido le complació su fantasía, la vendió 24 horas a un grupo sado

Ella tenía una fantasía: ser torturada. Su marido tenía otra: venderla para que la torturarán.

Le dije simplemente: Ponte linda, hoy daremos un paseo muy especial. No le quise decir a donde aunque me preguntaba, «es algo que te va a gustar mucho» y ella se me quedaba viendo como entre desconfiada, expectante y un poquito excitada por el misterio. Todavía me insistió cuando íbamos en el auto pero lo único que le dije fue que le iba a gustar mucho. Yo iba muy nervioso pero trataba de mostrarme tranquilo y mandón, «bueno, es mucho misterio» dijo ella mientras se daba los últimos toques en el rostro ayudándose con un espejito de mano, «espero que valga la pena»
Le dije «valdrá la pena», ella volteó a verme algo seria y luego miró al frente.

Después de media hora de viaje llegamos a nuestro destino, «bájate, te vas a ir con ese del abrigo gris»
Ella abrió los ojos y me gritó «¡¿qué?!»
«Esto es un regalo especial para ti, y… bueno, también para mí. Él hará realidad tus fantasías, será tu amo durante 24 horas, mañana a esta hora vendré por ti a este mismo lugar»
¡Oye ¿pero tú estás loco?!, ¿cómo crees que me voy a ir con ese?» Gritaba.

«¿No es esto lo que querías? ¿No era esta tu fantasía? él es un amo profesional, bájate y vete con él, mañana paso por ti»
Ella se me quedó viendo como si no creyera lo que le estaba diciendo, luego volteó a verlo y a continuación fijó su mirada al frente. Se quedó en silencio un par de eternos minutos y luego abrió la puerta pero antes de salir me volvió a mirar, quizá esperado ver en mi mirada algún titubeo. Se la sostuve tratando de no expresar ningún sentimiento más que decisión. Cuando estuvo ya fuera del auto se acercó el hombre, «aquí esta su dinero, mañana a esta misma hora se la entrego»

Yo arranqué y la vi por el retrovisor, ella miraba a nuestro auto mientras el tipo la tomaba del brazo a la altura del codo y la jalaba ligeramente.

Durante nuestros 10 años de casados fui comprendiendo que ella era masoquista. Le gustaba el maltrato y una vez me confesó, mientras hacíamos el amor, que le gustaría tener un amo que la hiciera realmente sufrir, «tu dime qué quieres y te hago el gusto» le dije sonriéndole ya relajados después del orgasmo, «no es igual, mi fantasía es que sea un desconocido, de esos de mirada fría y despiadada, tu eres un amor y nunca podría disfrutar igual, pero no me hagas caso, son tonterías»

«¿Pero si te consiguiera a alguien como el que dices, lo harías?»
«Estás loco», me decía, «¿pero si consiguiera?», me excitaba mucho la idea de que se fuera con otro y que además fuera en esas condiciones. «¿Pero dónde vas a conseguir a alguien así?»
«Ese es mi problema» y ella se me quedaba viendo unos instantes muy seria.

¿Cómo me fui dando cuenta? pues no fue sencillo, ella cíclicamente, cada 4 o 5 meses, se ponía insoportable, y llegaba al punto de retarme a golpes ya que me aventaba cosas y me arañaba. Los primeros años me aguanté hasta que
Un día le di una tremenda bofetada, ella se me quedó mirando entre asustada y asombrada y luego me abrazó y me pidió perdón. Hicimos el amor en la cocina, ahí donde habíamos estado peleando momento antes. Estos sucesos se repitieron hasta que una vez, luego de haberlo hecho, le pregunté que si le gustaba que le pegara, «un poquito» confesó ella de manera tímida y cubriéndose la cara con la sabana. Un mundo nuevo se me abrió, fue cuando comencé a preguntarle que le gustaría hacer y poco a poco fuimos profundizando hasta que logré que me contara su fantasía completa.

Y ahí estaba yo ya en casa, masturbándome y pensando en lo que le estaría haciendo aquel tipo, yo había leído algo de esas prácticas, pero no había platicado con el hombre aquel acerca de lo que iba a suceder. Me vine un par de veces antes de que el cansancio y el alcohol me vencieran.

Eran ya las 3:30 de la tarde del siguiente día y me puse en camino. Iba muy excitado e inquieto, por la mente me pasaba la idea de que hubiera sucedido algo realmente desagradable y que ya jamás fuera a verla de nuevo. Los 30 minutos de camino se me hicieron increíblemente largos pero cuando di la vuelta en la esquina, ya estaba mi mujer y el tipo esperándome. Lo que vi me asustó, ella se tambaleaba un poco, como si le costara mantenerse en pie, él la sostenía del brazo. «Aquí esta su mujer y aquí está el vídeo; se retiraba ya y luego se regresó «ha sido una excelente esclava, le felicito» dijo sonriente para luego despedirse con un ligero movimiento de cabeza.

Mi mujer no dijo nada en todo el camino, y yo no le pregunté nada tampoco, me preocupaba que fuera a reaccionar contra mí, aunque también me inquietaba su silencio. Cuando llegamos a casa esperó a que le abriera la puerta, se apoyó en mi brazo y le ayudé a llegar hasta la recamara, se acostó, respiró hondo, cerró los ojos y simplemente dijo: «Gracias» antes de quedarse profundamente dormida.

La desnudé para que durmiera a gusto y noté de inmediato los moretones, raspones, quemaduras y cortadas en todo su cuerpo. Me retiré instintivamente muy asustado, pero recordé su agradecimiento y continué desnudándola hasta que la cubrí con la sabana y prendí el clima para que la temperatura fuera agradable. Me retiré a mi estudio con el disco y lo puse en la compu.

Omitiré detalles ya que el vídeo empieza desde las tomas de las cámaras de seguridad de afuera y del recibidor. Era más que una casa, de hecho era más parecida a una mansión. Mi mujer fue llevada a un cuarto amplio por quien la recibió: una chica vestida muy elegante, tipo ejecutiva; ahí la esperaba una mujer alta de color. Esa hermosa y voluptuosa hembra desnudó a mi mujer sin decir palabra y luego la condujo a una pequeña elevación del piso donde la esposó de las manos y de los pies. Las esposas de las manos colgaban del techo y las de los pies estaban fijas en el piso quedando sus brazos y sus piernas separadas. La morena la miró como si la estuviera valorando y de pronto se acercó a ella y la abofeteó. Mi esposa escupió un poco de sangre y un hilillo le escurría desde la boca.

Luego la mujer se puso detrás de ella y la tomó de los pechos con las dos manos y le susurró algo al oído.
Mi esposa cerró los ojos y echó la cabeza hacía atrás, eso me hizo pensar que o estaba excitada o resignada. A continuación la hembra de color tomó una especie de vara y puso la punta en la espalda de mi mujer lo que hizo que se retorciera, comprendí que le estaba dando choques eléctricos. Lo hizo muchas veces y también le daba nalgadas con la mano y le pellizcaba los pezones. Mi mujer gritaba por los castigos, sin imaginar que era solo el comienzo. Luego de un buen rato entró un hombre enorme, calvo y gordo quien se sentó en un sillón, prendió un puro y cruzó una pierna sobre la otra; miraba lo que hacía la morena y cómo se retorcía mi mujer pero luego de unos 5 minutos se levantó y se dirigió hacia ellas, dio dos chupadas al puro y puso la punta ardiente de este en la parte interior del muslo de mi esposa. El dolor ha de haber sido muy fuerte ya que mi ella abrió los ojos y gritó muy fuerte, un grito que venía desde muy dentro, así lo percibí. Eso, y toda la escena en general ya me habían provocado una tremenda erección por lo que me desabroché el pantalón y me saqué la verga para poder jalármela.

La morena se había quitado la ropa ya. Su cuerpo era lo que prometía su vestido entallado: firme y de piel lisa; nalgas paradas y pechos medianos erectos: Completaba su belleza su pelo rizado tipo afro y sus labios sumamente carnosos. Tomó el cabello de mi mujer y la besó con fuerza y después la mordió del labio que le había partido con el bofetón. Mi esposa movía la cabeza hacía ella para tratar de disminuir el dolor pero la negra estiraba mas allá de su capacidad para lograrlo. Después que la soltó tomo uno de eso látigos con tiras y le azotó los pechos sin piedad. El calvo mientras volvió a parecer en la toma, se puso detrás de mi esposa y acercó su mano a su espalda, sostenía algo que no pude identificar a primera vista y luego que deslizó el objeto un poco y vi salir la sangre comprendí que era una cuchilla pequeña ¡estaba rebanando a mi esposa! Claro que los cortes no era profundos pero si suficientes para provocarle gran dolor. Lo hizo varias veces y luego se pasó a sus nalgas. Ya para entonces los gritos de mi mujer llenaban todo el cuarto y mis audífonos; yo por mi parte estaba a punto del orgasmo, fumaba como poseído pero a la vez intentaba controlarme, no quería venirme tan pronto.

La mujer de color le dio de beber agua a mi esposa y luego le acercaron una silla y aflojaron las cuerdas superiores para que se pudiera sentar. Ella lo hizo y cerró los ojos. La escena cambió de pronto, según el reloj de la cámara apenas habían transcurrido 20 minutos, apareció el hombre calvo y estiro las cuerdas para que mi esposa se viera obligada a levantarse, mientras la morena traía una cubeta la cual usó para echarle agua, helada supongo por la reacción de mis esposa ya que comenzó a jadear y a temblar. El calvo se acercó de nuevo pero ya traía un guante en su mano izquierda el cual era de esos que traen picos, lo puso en el hombro de mi mujer provocando que ella volteara a ver que era ese objeto, cuando lo hizo abrió los ojos y pidió clemencia. La mujer y el calvo se rieron de manera burlona, el hombre se puso al frente de mi esposa y tomó su pecho izquierdo y lo apretó. Mi esposa se hizo para atrás como pudo, por lo que la negra se puso detrás de ella para sostenerla.

El hombre volvió a hacerlo y mi mujer volvió a inundar todo con sus gritos, no eran picos afilados ya que no sangró, pero si le provocaban gran dolor según se veía. El tipo luego de un rato se pasaba al otro pecho. Mi esposa comenzó a cabecear, se veía que el castigo había sido tremendo ya a ese punto por lo que parecía que se iba a desmayar, la mujer de color lo comprendió también, le hizo una seña al gordo y luego estiró su mano para tomar algo que no se veía en la cámara, la regresó y tiro un polvo blanco sobre la espalda de mi esposa. El grito que emitió fue suficiente para provocar mi orgasmo. Fueron los segundos más intensos de mi vida, incluso la respiración me fallo por unos instantes; la mente se me nubló y me recliné hacía atrás sobre la silla para tratar de recuperarme. Oía las voces del vídeo pero no le ponía atención, aun recordaba mi tremendo orgasmo.

Luego, poco a poco volví a poner atención, algo le decía a mi esposa el hombre que me dio el dinero, tuve que regresar el vídeo para poder entender del todo; resultó que mi esposa pidió, a gritos y sollozos, que se detuvieran, que ya era demasiado, la morena y el calvo se alejaron y se pusieron a la expectativa y se oyó el sonido de una silla que se movía, luego unos pasos y una sombre que se acercaba, era el hombre. La tomó de los cabellos para que levantara la vista a la altura de sus ojos y le preguntó: «¿De verdad deseas parar todo esto?» Ella lo miró entra asustada y dubitativa, luego giró la vista hacía la cámara y la regreso a continuación hacía la cara del hombre, «no», dijo en un susurro que en ese momento yo no entendí, «¡¿cómo?!», gritó él acercando su rostro al de ella, «¡no!» gritó ella a su vez, «¡más! ¡quiero más!»

La mujer de color se puso frente a mi mujer cuando el hombre se alejó, le ordenó que levantara la cara y le dio otra cachetada, y después otra y otra. El calvo entró al cuadro de nuevo cargando una caja abierta, aunque por el ángulo no se veía qué estaba dentro. La puso en una mesita que estaba detrás de mi esposa y sacó de ella una pieza cilíndrica larga y delgada, como de unos 20 centímetros de largo y unos dos de diámetro y punta roma. Le froto lubricante seguramente que vació de un frasco y lo enterró en el culo de mi esposa sin miramientos ni preparativos, ella gimió con la boca y los ojos cerrados. El calvo sacó otro objeto similar y luego de los preliminares se lo introdujo en la vagina. La morena ya estaba cerca con una pieza de vestir, parecía pequeña lo cual luego comprobé ya vi que era un tipo de calzón hecho de material grueso y elástico, aunque firme. Se lo pusieron a mi esposa luego de quitarle las esposas de los tobillos. De las puntas externas de los objetos, las cuales salían por unos pequeños hoyos del calzón, conectaron sendos cables y comenzaron a torturarla con electricidad de nuevo.

Ella gritaba como poseída, mi pene se puso duro otra vez y la mujer de color azotaba de nuevo con al látigo su estomago y sus pechos
También, cuando detenían los toques eléctricos, la mujer de color le mordía alternadamente, las mejillas, los pechos, las pantorrillas e incluso los dedos de los pies.
Mi esposa no solo se orinó, también defecó lo cual se notaba muy bien ya que el calzón era de color blanco, pero eso no pareció importarles a sus torturadores, quienes siguieron lastimándola casi una hora más, lo cual ya había minado casi completamente la capacidad de mi esposa para responder a las agresiones, sus ojos estaban ya casi siempre cerrados y solo emitía quejidos inaudibles.

Yo me la jalaba despacio para poder disfrutar con más calma, miraba atentamente para no perderme detalle, aunque estaba consciente que podía ver el vídeo las veces que quisiera. de pronto hubo otro corte de escena. Mi esposa estaba ya inconsciente, le habían quitado el calzón y los objetos que le habían introducido; el gordo le lavaba el culo con el chorro de agua de una manguera. La negra se acercó y le hizo una seña al gordo para que se retirara, luego le pasó un frasquito cerca de la nariz de mi mujer lo que hizo que se despertara, después se alejó mientras mi mujer volvía en si progresivamente. Yo estaba expectante, no me imaginaba, claro, lo que sucedería a continuación, pero no tuve que esperar demasiado: el hombre con el que hice trato volvió a aparecer, se le veía solo la espalda desnuda pero cuando se puso detrás de ella vi que le colgaba tremendo salchichón, dobló un poco las rodillas, usó su mano como guía y le introdujo toda esa verga en el culo. Fue el acabose, comencé a masturbarme sin control, mientras los gritos aterradores de mi esposa me llenaban los huevos de leche. La estaba sodomizando cruelmente, se la introducía y sacaba a golpes y la sujetaba de los pechos con fuerza.

Se lo hizo como media hora, sin prisas, pero sin menguar en la fuerza que imprimía en cada introducción. la mujer de color aprovechaba para meterle dedos en la vagina o en la boca y para morderla de vez en vez en diferentes partes. Los gritos de mi mujer ahora se parecían a gemidos de placer, aunque el castigo le hacía quejarse por momentos.
El hombre se vino sin emitir sonido alguno, se retiró y su puesto fue ocupado por el gordo calvo quien también se cargaba enorme instrumento. También la poseyó mucho rato pero esta vez mi esposa comenzó a mostrarse claramente complacida, «te gustan los toscos» dijo la negra sonriendo burlona, y si, mi esposa parecía muy complacida de estar comiéndose con el culo la verga del gigante aquel, tanto que tuvo su primer orgasmo. El gordo se rió complacido aunque también se le veía expresión sardónica. Cuando la llenó con su leche gimió como animal en brama y segundos después se alejó de ella. pensé que todo había acabado, pero para mi sorpresa apareció otro hombre quien también, sin preámbulo alguno, la clavó inmisericorde como pajarito.

Mi esposa ya no se quejaba de dolor, gemía acompasada con cada toletazo. Luego de ese otro hombre vino otro y otro… Yo me vine otra vez y luego me fui quedando dormido aunque me oponía ferozmente.
Desperté como a las cuatro de la mañana. En el vídeo eran las siete de la mañana y eso me confundió, pero haciendo cuentas comprendí que yo había empezado a verlo como a las cinco de la tarde y ellos, un día antes, habían comenzado a torturar a mi mujer a esa hora más o menos. La seguían sodomizando, pero ahora le habían puesto una mesa al frente para que recostara la parte superior de su cuerpo. Cerré el reproductor, apagué la computadora y me dirigí a la recamara. Algo había cambiado, mi esposa estaba dormida aun pero vestía un camisón.

Me bañé y me dispuse a dormir un rato antes de irme atrabajar, ella, quien olía a recién bañada también, me sintió, me miro unos instantes y luego se abrazó a mí: «estoy deshecha» me dijo, «tendré que esperarme un par de meses antes de hacerlo otra vez ¿me dejaras, verdad?» Yo asentí con la cabeza, «Ernesto dice que soy la mejor que ha pisado su casa de torturas, dice que si quieres asistir la próxima vez serás bienvenido» Sentí como mi pene se endurecía, desee poseerla, pero me contuve, pobrecilla, mejor preferí dejarla descansar un par de semanas antes de sodomizarla yo mismo.

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