La presentación de Camila

Quisiera utilizar este escrito-relato a modo de presentación e introducción para mis futuras actividades en este sitio que me ha acompañado ya varios años, desde mi adolescencia hasta estos días de joven ya no adolescente. Perdón, no sé en qué categoría debo etiquetarme. ¿En cuál debe de ir una mujer de veintidós años? Esa será mi edad el próximo mes. Innumerables ocasiones he entrado acá con la necesidad de acompañar con letras mi libido en éxtasis, mi cada vez más creciente ansiedad de placer y experimentación. Desde mis veinte años comparto departamento con una amiga, su nombre es Renata. Vivo bien, no me hace falta nada, ningún apartado económico por el cual quejarme. Esto gracias a mis padres. Sí, soy una niña de papá. Esto me provoca numerosas ideas en mi cabeza que, espero, ir contando poco a poco por aquí. Encuentro esto como una perfecta manera de desahogar mis pensamientos.

No soy una mujer voluptuosa, no soy una bomba sexy llena de curvas y despampanantes atributos. Por mis parejas anteriores puedo decir que soy una chica guapa, con un rostro “angelical”, cuerpo natural con lindas formas, mi 1.75, la inquietante blancura de mi piel, mis verdes ojos, mi vanidad de closet, una atracción por la moda y la elegancia, el interés en cuidar mi cuerpo y una buena herencia genética, probablemente ha sido lo que ha alimentado esa idea. “La clásica chica que les presentas a tus papás como tu novia en las comidas de los domingos; no la vieja que te coges de mil formas entre tanto para aligerar tensiones”. Supongo que debo agradecer por mi rostro y relativo buen físico a mis aventureros y viajeros padres que decidieron quedarse a vivir en México. Ah sí, de ahí soy. Nací en Argentina y viví mi infancia allá, pero después de ir dando tumbos por el mundo recaí en la Ciudad de México, lugar que considero mi verdadero hogar.
Bueno, sola me encontraba yo algún sábado de Enero, sin ningún plan y sin Renata alrededor. Ella sí tiene una vida social activa, tiene novio y salió con él.
Yo estaba acurrucada en mi sala mirando alguna deprimente película de Godard, la cual cumplía perfectamente su misión. Al terminar, aburrida y triste caminé directamente a mi habitación, me tiré en mi comodísima cama y cerré mis ojos. Como suele ocurrir cuando una persona cierra sus ojos por convicción y no gracias al cansancio y necesidad de dormir, empecé a repasar mi vida. Las altas y las bajas. Los momentos alegres y las desventuras. El qué hubiera pasado si tal y esas dudas existenciales aún presentes en mí. Después de horas llegué al apartado amoroso y sexual, aventuras y bellezas que he tenido la fortuna de probar. He de declararme una mujer bisexual que disfruta su sexualidad sin tabús ni traumas.
Recordé mis acostones favoritos, mis personas favoritas, mis películas, fotografías y relatos eróticos que marcaron mi sexualidad. Pronto me descubrí mordiéndome delicadamente mi labio inferior, la piel de gallina, mi mano en mis senos por encima de mi suéter y ese inquietante cosquilleo en los muslos y entrepierna. Me había excitado. Velozmente encendí mi teléfono y me dirigí a mi sitio de videos favoritos, elegí uno y comenzó a reproducirse. Solo subí el volumen y lo dejé de lado, lo que pasara en la pantalla no me importaba. Solo quería escuchar los gemidos de la actriz como respuesta a las duras embestidas y nalgadas que su fornicador le estaba proporcionando. Qué delicia, necesito ser ella en este instante.

Los gemidos y demás sonidos corporales estaban en pleno apogeo cuando mi mano ya se había deslizado por debajo de mi suéter. Tocaba con una delicadeza y suavidad, ajena a mi acompañamiento sonoro, mi abdomen y poco a poco subía mis manos hasta mi brasier. Disfruto los detalles, me encanta la lencería, Disfrutaba tocar el encaje, el algodón y la tela y amasar con ternura mis pechos. Iba acariciando mi teta derecha con la punta de mi dedo índice y al poco tiempo mis movimientos me llevaron a sentir mi erecto y rosado pezón, mientras mordía con más fuerza mi labio. Mi mano izquierda se encontraba inquieta y acariciaba mis muslos y piernas por encima de mi pantalón. El cosquilleo en mi entrepierna ya era brutal. Pedía a gritos una caricia, un lengüeteo, un aliento, un dedo ajeno, un falo. A falta de lo anterior, mi fría y delicada mano me ayudaría como en otras tantas veces. Pronto las caricias subieron de mis piernas a mi pelvis y encantada pude sentir mi calor, deslicé mis dedos hacia el botón del pantalón y lo desabroché.

Acomodé mi cabeza en una almohada, y mi espalda baja en otras dos. Bajé mi cierre y encontré mi ropa interior. Bajé un poco mis pantalones y toqué mi encaje. Estaba absolutamente empapada. El video debía ir por la mitad, y la chica seguía jadeando y gritando por más y más. Mi mano derecha ya no solo se encargaba delicadamente de uno de mis pechos, iba y venía de uno a otro y de mi boca a mis pezones, los humedecía, amasaba y tocaba con la furia del apetito sexual extremo. Más abajo, una traviesa mano izquierda se introdujo debajo de mi negro calzón. Mi pelvis completamente depilada estaba ardiendo y con una humedad impresionante, pase un par de dedos por mis jugos y rápidamente me los llevé a mi boca, me encantan mis jugos, me encanta sentir mi dedo en mi boca, acariciarlo con mi lengua, jugar con él e imaginar además que es un erecto miembro masculino. Le estaba practicando una felación a mi dedo, pero mi cabeza me hacía pensar que lo que tenía dentro era el pene más delicioso del mundo.

Mis tetas seguían siendo muy bien atendidas por mi mano derecha, a la que pronto se le unió la izquierda. Mis caderas tomaban vida propia y comenzaban a agitarse y moverse con furor. Comprendí que esa parte de mi cuerpo me demandaba mucha atención. Bajé ahora mi mano derecha y de un golpe introduje un dedo en mi vagina. Mi gemido fue precioso. Me sumé a mi banda sonora de fondo y comencé a jadear y a pedir por más, justo como la actriz. Me estaba follando, me estaba encantando, mis tetas se sentían riquísimas y suaves, yo cada vez me mojaba más y pronto un dedo fue insuficiente, metí otro y luego otro, con tres dedos en mi cálido interior y mis jugos brotando como primeriza mis gemidos ya habían sepultado a los de mi teléfono.

“Ummmmm, sí, qué delicia, qué rico me estoy follando. Quiero más”
– Eran las palabras que dulce y extasiadamente salían de mi boca sin control.

Una de mis manos se aferró con fuerza a mis senos, mis labios y boca se apretaron y comencé a levantar mis caderas, estas iban y venían en un vaivén loco de arriba abajo con mis tres dedos dentro. El orgasmo estaba cerca. El orgasmo llegó, yo estallé y grité llena de placer. Un grito genuino y natural producto de una deliciosa sesión. Mi “Aaaaahhhhhhhh” fue largo, mis jugos abundantes y mi satisfacción fue total.

En el video la mujer ya se había puesto de rodillas pidiendo el semen de su hombre, aquel que le había proporcionado una cogida tremenda, aquel que le puso el culo rojo de tantas nalgadas, aquel que estaba a punto de gritar de placer como yo, mientras se vaciaba en la cara de la mujer, así como yo lo hice a mitad de mi cama y en mis hábiles y fieles dedos.

Soy Camila, esta fue mi presentación. Pronto escribiré más de mis andanzas.

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