Una putita de gimnasio

Resulta que conocí a Alejandro unos meses atrás, a través de un chat, nos dimos el Skype y estuvimos chateando un rato pero no pasó nada más , en ese momento yo no podía quedar, pues venían unos amigos a cenar a casa y la cosa quedó en un “bueno, pues ya nos diremos algo cuando podamos otro día” alguna vez me habló sin estar yo conectado, un escueto “hola” pero sin respuesta, pero un día, al abrir el programa me salió un mensaje suyo “te he visto en el gimnasio” al principio me puse un poco nervioso, pues no recordaba la cara de ese chico, miré la descripción que me hizo de sí mismo el primer día que hablamos, 1,78 de altura, 73kg de peso, fibrado, moreno, 21 años, buena polla y buen culo… la verdad es q no tenía ni idea de quién podía ser, así que dos días después, cuando volví a entrenar iba buscando con la mirada a alguien así, pero nadie me encajaba con la descripción, me duché y salí como siempre, terminándome mi batido de proteínas y ya fuera, cuando me iba a encender un cigarro, un chaval se me acercó y me pidió fuego, le di mi encendedor y al devolvérmelo me guiñó un ojo y me dijo muy decidido “sígueme”.

Tenía que ser él sin duda, coincidía con la descripción, aunque no recordaba bien su cara había algo que me resultaba familiar. Comencé a caminar detrás de él, unos dos pasos, lo suficiente como para poderle mirar el culo, respingoncete y muy bien puesto, llevaba puesto un pantalón de chándal y en la parte de arriba una camiseta de tirantes y un chaleco de chándal, lo cual dejaba ver sus brazos, bien torneados, la verdad es que estaba muy bueno… y yo muy nervioso. De repente se paró delante de una moto negra, sacó del portaequipajes un casco y me lo ofreció con un gesto a la vez que me decía

-“¿vamos a dar una vuelta?”

-“vamos” dije yo sin dudarlo

Y metió a presión su mochila en el mismo lugar donde antes estaba el casco que yo me estaba poniendo, me subí, arrancó y en el primer semáforo me preguntó

-¿en tu casa o en la mía?

-como prefieras, le dije yo

-pues vamos a la tuya, que me dijiste que tenías consoladores

Empecé a recordar detalles de la conversación, le gustaba y mucho que le dieran caña pese a asegurar no tener mucha experiencia con tíos y decía tener novia, así que fui guiándole hasta mi portal, entramos sin hablar y en el ascensor le comenté

-pues no me suena haberte visto ningún día por el gym

-ya, es que fui el otro día a informarme y eso y te ví salir, por eso te escribí y como el otro día saliste a esta hora más o menos, pues me he decido a…

Dejó la frase sin terminar, se acercó a mi paquete y empezó a acariciarlo mientras su boca buscaba la mía, y así, entramos en mi casa ya a tono. Nada más cerrar la puerta tire la mochila al suelo y lo puse contra la pared, comiéndole la boca, ese niñato iba a ver lo que era bueno

-¿me vas a hacer todo lo que me dijiste que me harías?

-¿y que te dije? Pregunté

– Pues que me ibas a tratar como a una puta zorra

Una sonrisa maliciosa y morbosa se dibujó en mi cara, lo cogí de la nuca para echarle la cabeza hacia atrás para luego hacerle poner de rodillas en busca de mi rabo. Me desabrochó la bragueta y empezó a comérmela con ganas y yo poco a poco fui embistiendo a golpe de cadera esos morritos que tenía. Se le notaba algo torpe por la falta de experiencia pero sin duda me estaba haciendo una mamada de campeonato. Poco a poco me fui quitando la ropa y él hizo lo mismo con el chaleco y la camiseta, notaba como cada vez se iba excitando más y más, hasta que se puso en pie y me dijo

-Esto es lo que te mola,no?

Y se bajó el chándal, quedándose en suspensorio y medias de fútbol. ¡Qué cabronazo! Pensé yo. La verdad es que no recordaba mucho de aquella conversación, pero el parecía tenerla grabada a fuego. Tenía el culito perfecto, piel morena, la cantidad justa de vello , más poblado al llegar a la entrepierna, y qué cuerpazo, sus músculos empezaban a ganar volumen y estaba para comérselo enterito. Empecé a frotarle el ojete con mi polla , mientras gemía y se mordía los labios del gusto, así que no lo dudé mucho y con apenas un poco de saliva me decidí a reventárselo. Fui metiéndosela poco a poco, pero decididamente. Costaba, se notaba que no estaba muy acostumbrado, sus gemidos eran una mezcla de dolor y placer, así que cuando ya estaba toda dentro la saqué de golpe, para meterla de nuevo otra vez, pero con más fuerza y de una sola embestida.

Estuvimos durante un buen rato dándole entre el pasillo y la entrada, su culo cada vez se abría más y cada vez se movía más y más hasta que me dijo

-Méteme un consolador mientras te la como

Joder qué vicio tenía el chaval pensé mientras le indicaba con la mirada que fuese al dormitorio, allí me puse de rodillas en mi cama, sentado sobre mis talones, dejando toda mi polla a descubierto para que me la siguiera chupando como antes. Vaya si lo hizo, esta vez con muchas más ganas todavía si cabe, notaba su lengua como se regodeaba con mi glande, rodeándolo una y otra vez, y metiéndosela hasta la garganta, a veces incluso hasta le daban arcadas, pues voy bastante bien servido. Estábamos los dos ya muy a tope, cuando empecé a buscar en el cajón uno de mis consoladores y cogí uno de unos dieciocho o diecinueve centímetros, Alejandro lo miraba de reojo y aprovechando eso le di un buen escupitajo para que estuviese lo suficientemente bien lubricado como para seguir reventándole el culo. Me incorporé un poco y busqué su agujerito y …toma! De una clavada todo adentro. Su espalda se arqueo, levantando el culo y su cabeza también hizo lo mismo, clavándome una mirada de dolor pero sobretodo de morbo y placer, su boca gemía y había dejado de comer lo que estaba comiendo, pero su mano seguía ahí pajeándome con todas sus ganas, lo mire fijamente y me ponía muchísimo el ver esa boquita tan carnosa jadeando entreabierta, este quería caña y caña iba a llevar así que le volví a escupir, esta vez dentro de su boca, noté que eso le puso muchísimo y volvió a mamármela y esta vez era él quien con la mano que le quedaba libre se metía y sacaba el consolador del culo.

-Haz conmigo lo que te dé la gana, tío. Estoy a mil

Este no sabía con quien se la estaba jugando. Me incorporé y me puse detrás de el, quitándole las medias pero dejándole el suspensorio puesto, notaba su erección y el precum manchándolo, pero ahora era momento de disfrutar de su culito. Con una de las medias le amordacé la boca y con la otra le até las manos por las muñecas, a modo de esposas, cogiéndole de ahí para hacer más efectivas mis embestidas ya con mi polla dentro de su culo y el consolador arrojado al lado de su cuerpazo. Lo notaba gemir y gemir aunque sus gemidos fuesen ahogados por la media entonces empecé a deshacer el nudo. Lo que no se imaginaba ese niñato que iba tan de machito eran las intenciones de librarle de mi mordaza, pues no eran para que pudiese gritar a gusto, si no para descargarle toda mi lefa en su boca, y fueron unos cuantos trallazos de los buenos. Consiguió deshacer el nudo de sus manos y sacarse la polla por un lateral del suspensorio para empezar a masturbarse y sacar lo que llevaba dentro. Aun no le había visto la polla y la verdad es que no estaba nada mal, bastante larga y gruesa aunque no se la ví mucho rato, pues se corrió enseguida por la excitación que llevaba.

Fui al baño a lavarme un poco y al volver a la habitación lo vi vistiéndose poco a poco, con la respiración muy alterada todavía, de repente, miró su móvil y exclamó

-¡¡ostia, que tarde es!! ¡¡Que había quedado con mi novia!!!

Y apresuradamente se fue en busca de su chica, recién descargado, con el culo destrozado y dilatado todavía y el aliento a mi lefa.

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