A mi no me gusta coger

“A mí no me gusta coger” La declaración de mi hermanita me golpeó como una maza en medio de la frente “¿Queeeé?” Pregunté asombrado. “A mí no me gusta coger” Repitió sollozando.
Estábamos solos en casa porque nuestros padres habían ido a pasar el fin de semana con unos amigos en su quinta en las afueras de la ciudad. Alina tiene 18 años y yo soy dos mayor que ella. Me había llamado la atención su silencio durante la cena, pero no le di demasiada importancia y me fui a acostar sin preocuparme, estaba leyendo, apoyado en el respaldo de mi cama cuando ella entró en mi habitación. Vestía un camisón largo hasta los tobillos, mangas rematadas en ribetes de encaje en las muñecas y cuello redondo idéntico completamente abotonado y el pelo recogido en dos graciosas trencitas, parecía una niñita de internado.
Se sentó en el borde de mi cama y apoyando sus dos manitas entrelazadas sobre sus rodillas preguntó: “¿Puedo hablar con vos?” “Claro nena ¿Qué te pasa?” Fue entonces que descerrajó su brutal declaración: “A mí no me gusta coger” y luego la repitió ante mi asombro y comenzó a sollozar. Puse una mano sobre sus manitas y pegunté: “¿Hablaste con mamá?” “No, no quiero. Quiero hablar con vos” “Pero ella puede llevarte a su ginecóloga para que te vea, quizás sufras de vaginismo y con un tratamiento….” “¿Qué es vaginismo?” Preguntó. Me revolví incómodo ante su ignorancia y respondí: “Dolor ante la penetración, puede ser que…” “Pero yo soy virgen” “¿ENTONCES COMO SABES QUE NO TE GUSTA COGER?” Pregunté en tono enfático “Porque no me gusta” Fue su lacónica respuesta.
“Pero vos tenés novio desde hace varios meses ¿Qué dice él?” “Me putea hasta en arameo antiguo y dice que no puede ser que sea tan chiquilina, a mí al principio me gustaba que me tocase, pero después empezó a sacar su cosa fuera del pantalón y me hacía agarrarla y me da miedo porque es muy grande y hoy me dio un ultimátum: Si mañana no me dejo coger me va a abandonar…” Sentí que me enfurecía “El no puede darte un ultimátum, es un imbécil y vos no podés acceder porque te obligue. Lo de él ya es una obsesión y te va a desflorar mal y te va a hacer doler y entonces sí que vas a tener un problema en serio. Mañana temprano lo llamás y le decís que no vas a salir más con él…” Se puso a llorar y se arrojó sobre mi pecho mojándome con sus lágrimas y mocos y la acaricié conmovido.
“No llores nena, no llores por favor” Intenté consolarla, pero lloraba a moco tendido. “Vení, acóstate un ratito conmigo” Dije levantando las cobijas. Se metió rápidamente en la cama y se pegó a mí metiendo la cabeza por debajo de mi brazo y apoyando su rostro en mi pecho. La acaricié y besé dulcemente y se aferró a mí con su manita libre. Lloró un largo rato hasta que comenzó a calmarse y un rato después su respiración se hizo más lenta y a poco se quedó dormida. Apagué la luz, no me animé a enviarla a su cama, estaba calmada ahora y me pareció una crueldad despertarla.
Cuando me desperté una suave penumbra invadía la habitación, ya era de día y continuábamos en la misma posición en la que nos habíamos dormido, excepto por su pierna estaba cruzada sobre las mías y apoyada sobre mi miembro, en plenitud por mi habitual erección matinal. Durante la noche mí mano libre había subido por debajo de su camisón levantándolo hasta su cintura y aferraba una nalguita desnuda. Moví imperceptiblemente los dedos y sentí que las yemas tocaban los labios húmedos y muy calientes de su pequeña vagina y el cerrado orificio de su culito y tuve que hacer un esfuerzo para reprimir un movimiento de mi miembro, casi se me detiene el corazón y no sabía qué hacer, tenía miedo de despertarla y que descubriese la comprometida situación y en tanto decidía si comenzaba a retirar mi mano lentamente me preguntó con su dulce vocecita: “¿Estás despierto?”
“Si nena” Respondí sin moverme “¿Y vos, hace mucho que estás despierta?” “Un ratito. Pero se está tan lindo así que no quise despertarte… Es la primera vez que duermo con un hombre” Dijo con voz de niña traviesa. Me conmovió su inocencia y le pregunté, siguiendo el juego: “¿Y te gustó?” Levantó la cara y con una sonrisa de felicidad que me derritió, dijo eufórica: “¡Me encantó! Y agregó: “¡Ay Toni! ¿Por qué todos los hombres no son como vos?” Finalizando su expresión de deseos con un suspiro. Reaccioné impulsivamente al responderle: “Porque todas las mujeres no son como vos nena” Comencé a arrepentirme pero su sonrisa me hizo perder la cabeza. La cama olía a mujer, mi erección era notable y su boca estaba demasiado cerca de la mía, el beso era inevitable y la besé en los labios muy dulcemente.
Nos miramos a los ojos un momento y volví a besarla, esta vez hundiendo la lengua en su boca. Respondió al beso chupando mi lengua, mordiendo suavemente mis labios y mis dedos recobraron su vida y se hundieron levemente en la vagina mojada separando el suave vello, recorriéndola, separando los labios vírgenes para prepararlos para la penetración. Luego la volqué sobre su espalda y sin dejar de besarla levanté su camisón hasta descubrir sus pequeñas tetitas con sus rosados pezones erectos, deliciosos, aguardando mi boca y mi lengua y a ellos me dediqué mientras Ali abría las piernas ofreciéndose sin reservas ni temores.
Me bajé el pantalón con una mano y rocé los virginales labios inflamados ya con el caliente glande, Me miró a los ojos y en la serenidad de su mirada comprendí que me entregaba su virginidad confiadamente. Empujé suavemente y el glande atravesó el himen sin resistencia alguna, me detuve. Era mi hermanita querida y era su primera vez, su desfloramiento debía ser inolvidable y me propuse ser extremadamente cuidadoso. No dejábamos de mirarnos a los ojos y sus manos acariciaron mi espalda en señal de serenidad y confianza. La sentí relajarse y volví a empujar suavemente penetrándola unos pocos centímetros más y Alina cerró los ojos, gimió suavemente y se mordió los labios, pero inmediatamente volvió a abrir los ojos y a sonreírme dándome a entender que se encontraba bien, pero además dijo susurrando: “Es divino” Y así, lentamente y poco a poco, la penetré por completo.
La tuve así penetrada por unos instantes para darle tiempo de relajarse y acostumbrarse a sentir un miembro dentro su estrecha vagina, luego comencé a moverme muy lentamente. Me miraba asombrada y parecía descubrir el error al que había sido inducida por el imbécil de su novio, coger era divino, sólo que él no supo enseñarle ni guiarla hacia el placer. “Es divino, es divino” Repetía entusiasmada con una sonrisa luminosa en su rostro mientras la besaba dulcemente en los labios y le acariciaba sus sonrosadas mejillas, claro que era divino y yo lo gozaba tanto como ella.
Cuando cerró los ojos y su rostro comenzó a crisparse ante la inminencia del orgasmo incrementé mis movimientos para acabar junto a ella y, al sentir que sus manitas se aferraban a mis nalgas con todas sus adorables fuerzas, me dejé ir y eyaculé una cantidad inusitada de semen en su invicta vagina. Gimió y se retorció entre mis brazos abriendo muy grandes sus ojos y echando la cabeza hacia atrás al tiempo que con todas sus fuerzas empujaba hacia arriba como para clavarse aún más mi miembro, fue un sensacional debut sexual para mi adorable hermanita.
Nuestros sexos latieron largos minutos prolongando el placer mientras no podía dejar de acariciarla y besarla conmovido por la entrega de su virginidad. Luego, con nuestros sexos todavía unidos, nos miramos largamente a los ojos y ella sonriendo me dijo estas inolvidables palabras: Tony… ¡Qué lindo que es coger!

Tony

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