Con una chica virgen de 22 años

Les contaré sobre la amistad que tengo y sobre nuestros actos de casi todas las noches (5/7).
Siendo amigos, que compartimos nuestros deseos con el otro.
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Antes de que me diera cuenta había trabado una amistad con una mujer unos años mayor que yo; una devota estudiante universitaria; atenta, cariñosa y con una altura de casi 1.50m; aunque para ser pequeña está muy bien proporcionada con unos notables pechos y unas caderas muy firmes.
Quizás fue un azar, pero me había dicho que aun a su edad, no había tenido relaciones, aunque bien, siempre que lo necesitaba se masturbaba cada noche cuando su estrés era demasiado.

Ella tenía a un amigo que la atrapo en sus momentos más débiles, tras ver accidentalmente un poco de Hentai se calentó y él le puso mano encima; ya para la noche regreso a su casa, y al día siguiente me cuenta que estuvo a punto de hacerlo pero su miedo le gano y solo se dejó masturbar. Le había tomado un afecto y siempre le decía que tuviera cuidado; fue así como a los tres días me dice que ya ha sentido un pene en su boca. Ella durante sus tareas empezó a ser tocada por el mismo compañero que ahora, le pidió solo chupársela: ella creo que no pudo con sus instintos y accedió, y no hubo más que ese pene en su virgen boca. Ella empezaba a experimentar con su sexualidad.

Ya para este punto me había convertido en algo similar a un juguete: cada noche le ayudaba a masturbarse, cada noche le calentaba hasta el punto de desear hacerlo.
Me dejo conocer ese lado pervertido que ella tenía, y bueno al final ella era muy atractiva, casi irresistible con esas caderas cubiertas solo por faldas y esos firmes y redondos pechos cubiertos solo por una bruza apretada.
Cada noche usaba unas insinuaciones para calentarla y cuando le miraba y me sonreía apenada sabía que era tiempo de usar las manos en ella.

Lentamente tomaba sus manos y subía por sus brazos hasta llegar a sus hombros: con mis dedos la sujetaba fuerte para sentir si se oponía, cosa que nunca hizo: termine llevando mis dedos a su barbilla para alzarla y hacer que fijara su vista en mí.
Me acerque para besarla y tumbarla en su cama; me deslice por su cuello lentamente y entre lamidas y besos empecé a tocarla mientras tiraba de su falda, malla y ropa interior para desnudarla mientras ella sentía como besaba su cuello y como me deslizaba hacia lo visible de sus pechos.

Ya era costumbre, de nosotros esto: yo le quitaba su ropa y usaba su cuerpo a mi gusto.
Lamia su cuello mientras metía mis manos debajo de su bruza para desabrochar su sostén y sacarlo para dejarla solo con su bruza puesta, miraba sus duros pezones y alzaba su bruza para lamerlos: usando la punta húmeda de mi lengua para lamer la aureola del pezón y chuparla con mis labios mientras me montaba sobre ella para imponer mi imagen. Separaba sus piernas con mis rodillas lo que dejaba a su vagina húmeda y caliente frente de mí, secretando sus jugos por la excitación que tenía.

Me dedique a besar su piel a lamer la sensibilidad de su cuerpo mientras mano derecha sujetaba su seno izquierdo al tenerla recostada; usaba mi mano izquierda para flotar su clítoris, para moverlo en círculos mientras presionaba contra ella, deslizando mi dedo medio entre sus labios húmedos de su vagina. Gemía ya incontrolable, le gustaba que le tocara; mordía su bruza para intentar callar sus gemidos, mordía sus labios al besarla y separarme para escucharla.

Su cuerpo se calentaba más y más; y apenas estábamos comenzando. Acerque su vagina a mí y como aún era virgen introduje mis dedos dentro de ella para penetrarla, lentamente, rascando las paredes de su interior y presionado su clítoris con mis labios al bajarme a chuparlo. Mi lengua sentía como su órgano caliente se prendía al sentir mis dedos y al sentir como la yema de mis dedos le tocaban su himen.
Yo me la comí, usaba mi lengua para consentir su clítoris y usaba mis labios para sujetarlo y tirar de éste para lamerlo dentro de mi boca; baje mis labios a su vagina para penetrarla con mis dedos junto con mi lengua que entraba en ella mientras yo respiraba sobre su clítoris.

Sentía como sus sabores llenaban mi boca mientras más duro lo hacía, y por sus gemidos no resistí el darle todo, movía mis dedos dentro de ella mientras me tomaba sus jugos, incluso cuando me pedía detenerme no lo hacía, hasta que siento que se termina sobre mi rostro. Ahí fue cuando le di un aire para respirar mientras solo me dedicaba a limpiarla con mi lengua. Ya no tenía fuerzas, había terminado y se había mojado demasiado.
Así eran nuestras noches; hasta que un día tuvo que regresar a casa de ese amigo para una tarea: resulto que ella me dijo que ya no haría nada con él, que se controlaría. Y así fue, ahora fue su amigo el que le puso mano contra sus deseos y llevándola a casi ser violada por su amigo que quería el resto del dulce.

Yo sé lo había dicho: eres como un dulce, nadie puede solo probarte una vez y no querer repetir.
Terminaron peleados y con la amistad rota, algo que el chico sufrió. Aunque por ella…
Bueno digamos que durante una semana, estuvimos jugando a ver cuánta de mí pasión podía aguantar. No estaba triste y no estaba para nada estresada, si no esperaba las noches para que le ayudara a dormir.
La Virgen de 22 años, seguían siendo la devota estudiante que no fallaba, pero al llegar a casa, caía víctima de sus deseos. Le dije que hacerlo durante una semana terminaría siendo adictivo (incluso ahora).
Podía verla y besarla, podía verla sentada jugando sus videojuegos y me acercaba para tocarla, ya no le molestaba mientras fuera yo. Le gustaba que le besara y que le diera ese placer.

Fue hasta la segunda semana de estar haciéndolo sin parar, mañana y noche que en la tarde de un domingo me confeso que yo siempre terminaba calentándola, le preguntaba sí lo haría conmigo, y me dijo que sí; se notaba tan apenada que bueno, no evite besarla; me conto antes de empezar sobre uno de sus fetiches: ser atada con sus manos en la espalda.

Era extraño, pero viendo como ya estaba de caliente, porque le tendría que decir no.
Me incline sobre ella y ahí mismo frente a su consola empecé a tocar sus pechos mientras besaba su cuello, mirando como empezaba a perder su juego; acariciaba sus pechos sobre su ropa, sabía dónde estaban sus pezones y no fe fue difícil empezar a tocarlos sobre su ropa. Para cuando perdió el juego dejo su control a un lado y se dejó tocar, abriendo ligeramente sus muslos para que mi mano izquierda entrar bajo de su faldita para acariciar su ya húmeda vagina.

Le preguntaba cosas para avergonzarla como: esperabas hacerlo, mira lo mojada que te pusiste y apenas te he tocado, pareces estar en celo estas semanas. Esa última me la respondió al decirme: sí, tú me pones así, solo contigo entro en celo. Solo conmigo entraba en celo, un celo que le impulsaba a tener cada vez que me sentía besarla.

Le quite la bruza y deje su sostén sosteniendo sus senos mientras sus mallas y su calzón húmedo se los quite dejándola solo con su faldita. La puse contra el suelo y empecé a besarla mientras introducía mis dedos en su vagina caliente y le masturbaba, gemí gustosa al sujetarme mientras chupaba y acariciaba sus pechos. Le hice esto hasta hacerla terminar; cuando no podía seguir la puse en cuatro y deje su pecho restado contra el suelo mientras le alzaba su trasero para mí.

Toda su entrepierna estaba mojada, con fluidos hasta las rodillas, cuando me acerque y abrí los labios de su vagina miré como le salía el calor de su cuerpo. La virgen me entregaba su cuerpo, mi lengua entro en su vagina para ser la primera en adentrarse y en hacerla gemir sin parar. Cuando intento levantarse tome sus brazos y tire de ellos para llevarlos a su espalda y con el cargador de su teléfono amarre sus muñecas a su espalda.
– No es como si quisieras que me detuviera – le dije cuando me miraba tímida de reojo, yo mordía sus suaves y grandes nalgas mientras me acercaba a los labios de su vagina para comérmelos; flotaba su clítoris con mis dedos y junto a mi lengua dos dedos entraban en su apretada vagina para moverse dentro de ella, con mi lengua mojaba mis dedos que tocaban el himen, junto con mi lengua al lamer su virginidad. Así le trate hasta hacer que terminara nuevamente.

Ella me pedía no parar, que se sentía muy bien, estar así, cuando termino parecía seducida por el placer así que la tumbe sobre su espalda, y la tome de la cintura para acomodarla. Me quite mi pantalón y bóxer para sentarla sobre mis piernas, con sus manos en su espalda me miraba tímida al sentir la punta caliente de mi pene contra los labios vaginales que se abrían al introducir solo la cabeza.
– Ahora te haré mía – le dije al inclinarla sobre mí e insertar lentamente mí pene hasta que desapareció dentro de ella. Le abrace con fuerza para pegar su pecho al mío mientras besaba y chupaba su cuello.
Solo gemía, ya su vagina estaba tan húmeda que no se opuso a mí pene al entrar, y empecé a moverme para penetrarla mientras acariciaba su espalda y nalgas mientras me movía, acariciando su ano con un dedo al pasar por éste y apretando sus nalgas al levantarme con ella encima y penetrarla al suspenderla. Era virgen sí, lo era. Pero me besaba como si eso fuera lo correcto, gemía feliz al llevarla a su cama y embestir su útero con fuerza y velocidad.

– Terminaré dentro – le dije al poner su espalda contra la cama y tener sus piernas abrazando mi cintura; yo besaba su cuello y al decirlo le mire a los ojos sonriente al sentir como eso hacía que se apretara más – no es como si no quisieras eso, ¿verdad?, ¿lo quieres dentro? – le decía con malicia al lamer su cuello y besar sus orejas; ella no podía hablar claramente y le tomo un tiempo poder responderme
– S-sí, hazlo adentro. Quiero sentirlo dentro de mí – me respondió al embestirla en el ángulo perfecto para que mi semen se fuera lo más profundo de su vientre. Nos besamos uniendo nuestras lenguas dentro de su boca y en lo que me abrazaba con sus piernas con fuerza para no dejarme ir
Termine dentro de ella, dejando en lo más profundo de su vagina, dentro de su útero. Ella se corrió al sentir mi semen y termino agotada y casi sin fuerzas, solo me incline y la desate para que se recostara mejor y viera como extraía mi pene erecto de su interior y lo flotaba contra su clítoris.

Me sonrió y me acerque diciéndole: límpialo; ella me miro con pena y con un tono de lujuria en su lengua al lamer la punta de mi pene y seguido empezar a limpiarlo con su lengua para luego estar chupándome el semen que aun tenia dentro y dejarlo libre de sus jugos y de mi semen que en su vagina ahora le calentaba.
Le puse su pijama cuando se quedó dormida al estar chupándome y la arrope para irme de su casa, para dejarla descansar y regresar otro día.
Desde ese día siempre que me invita a su casa, a hacer tarea o ayudarla, siempre termina con su vientre lleno de mi semen. Solo espera no quedar embarazada ya que cuenta sus días seguros para que pueda dejarme terminar dentro de ella tanto como pueda, dejándome en su casa hasta que llega para desde que regresa de su casa poder hacerlo. E incluso, si terminara embarazada, no creo que importe mucho ya que ha dormido feliz durante varios días.

Tome a la virgen de los 22 años, para mí solo, para explorar su virginidad y tomar su libido para mí; solo resta cumplirle el deseo de hacerlo anal, que ya me ha confesado. Y sí, ella disfruta mucho de que termine dentro. Aunque sus días seguros se terminan, y tendré que usar el condón: aun así, me queda una noche más, donde ella se entregue a mí, siempre que quiere hacerlo.
– Lame bien el pene que te dejara embarazada – le digo cuando me la chupa, y ella solo se sonroja diciendo que en su momento me pedirá hacerlo, que hasta entonces solo en días seguros.

No somos novios, solo amigos que comparten del sexo apasionado (constantemente.)
Aunque muchas veces se pone afectuosa. Es muy linda y adorable, y se convierte en otra al hacerlo.
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Y decía que nunca lo haría con alguien menor que ella jeje
Mi lujuria crece siempre que ella me dice que quiere que le haga el amor. Y no me falta la imaginación para llevarla al placer. Y en un punto dejamos de pensar en las horas que lo hacemos y nos perdemos en pura pasión sin limite.

Espero les haya gustado.

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