DIANA

Esta es una historia que tal vez explique el origen de mi pasión insana.

Desde pequeño siempre presente una tendencia al sexo. Siendo el mayor de dos hermanas pude verlas crecer y desarrollarse como mujeres. La mayor de mis hermanas es Diana, 3 años menor que yo y es la protagonista de mi historia.

Diana y yo siempre fuimos muy unidos, siempre jugábamos y hacíamos muchas cosas juntos. Diana se encontraba cursando el segundo grado de secundaria cuando empezó todo. Ella es una mujer muy atractiva, con un figura esbelta, rematada por dos maravillosos senos redondos y con el tamaño adecuado. Para este entonces ella se encontraba bastante desarrolladita, casi en plenitud y yo a mis 17 años también estaba un poco encaminado en esto de las artes sexuales. Para esa época mi madre que era la persona que estaba en casa, se dedicaba 100 % a mí otra hermana Ana, que para ese entonces contaba con 8 años y era bastante rebelde, por lo cual siempre estaban en clases extra escolares o en alguna otra parte.

Era final de año y yo había salido ya de clases, mientras que Diana solo iba a exámenes finales y llegaba muy temprano a casa. Fue uno de esos días cuando comenzó mi delirio. Ella estudiaba en un colegio religioso en el cual llevaba un uniforme un tanto serio, con el cual ocultaban la belleza de las alumnas. Ese día no estaba muy de buenas y había decidido quedarme en cama hasta tarde. Oí cuando llegó mi hermana de clases y al notar que yo estaba en mi cuarto llamó a mi puerta a lo cual yo le abrí para ver que era lo que quería. Rápidamente me pidió que le ayudara con la cremallera de la falda que se había atorado y necesitaba ir al baño lo antes posible. Yo, sin reparar mucho en ella, le di un tirón muy fuerte a la cremallera, abriéndola, pero también rasgando su falda. Ella sin darle mayor importancia se dirigió al baño de mi cuarto y realizó sus necesidades.

Cuando regresó, me cuestionó en broma sobre su falda, diciéndome que no me preocupara porque ya era final de curso además de que estaba ya muy usada. Mi hermana comenzó a jugar con su falda y me mostró como le gustaría que fuera, subiéndola al muslo, enseñándome la redondez de sus piernas, provocándome un despertar de mi sexo adormilado. Mientras ella hablaba y hablaba yo solamente me fijaba en la parte rota de su falda tratando de mirar mas allá de ella. Sentándome sobre la cama, me acerqué a ella y tomándola por la cintura le levanté la falda, para mostrarle que sería mucho mejor una minifalda en lugar de la falda corta que ella y sus amigas pensaban. Con este movimiento pude ver sus pantaletas y el principio de la redondez de sus nalgas. Ella reaccionó tratando de alejarse, pero yo rápidamente solté su falda y empecé a bromear sobre una amiga suya a lo que ella respondió con una risa. No sé si fuese el calor del verano u otra cosa por la que ella se quitó el sweter, mostrándome la forma de sus bellos y enormes senos a través de su transparente camisola blanca. Realmente creo haber sido muy obvio, ya que ella se volteó y me dijo que mejor se iba a cambiar a su cuarto porque tenia mucho calor.

Salió de mi cuarto hacia el suyo, tras lo cual yo sin pensarlo mucho tomé un short rápidamente y la seguí. Ella había dejado entreabierta su puerta, por lo cual, después de un pequeño toque, entré, solo para ver que apenas se desabotonaba la blusa. Sin dejarla decir palabra me lancé directamente y le pregunté si me dejaba ayudarla a cambiarse a lo cual ella simplemente me contestó que estaba bien. Yo con mucha precaución me acerqué a ella y continúe desabotonando su camisa tras lo cual quedaron ante mí sus maravillosas mamas, que veía por primera vez directamente. Por mi mente solamente cruzaba la idea de verla desnuda o por lo menos en ropa interior, nunca lo había hecho y ahora era esa oportunidad. Lentamente retiré su camisa y decidí continuar con la gran falda que había roto hace unos minutos, esta fue mucho más fácil ya que sin la cremallera solo restaba un botón. Saqué este botón y la dejé caer, solo para descubrir el divino cuerpo que mi hermana escondía debajo de ella. Realmente estaba exquisita, buenísima.

Ya no quise parar ahí y con cierta ignorancia le pregunté si también se cambiaría el sostén a lo que ella respondió que por esta vez lo haría. La puse de espaldas y tontamente intenté soltar el seguro, realmente estaba muy nervioso, ya que se me complicó como nunca antes se me había complicado algún otro, ella al notar esto con su mano hábilmente lo soltó, diciéndome a la vez, «no me digas que nunca lo has hecho». Tras de esto ella se retiró y sin voltear tomó una toalla que se encontraba cerca y se la puso sobre el pecho sosteniéndola con sus brazos. Volteó hacia mí y seguro me vió con cara de desesperación, por lo que me dijo: «Mira hermanito, vamos a hacer un trato, ahora que estaba volteada sentí sobre mis nalgas algo puntiagudo que supongo es tu pene y como yo nunca he visto uno, me voy a quitar la toalla solo sí tu te quitas tu short». Yo no había reparado que tenía una erección descomunal, aun cuando si había sentido ese acercamiento de las nalgas bien paraditas de mi hermana sobre mi instrumento, por lo cual en un principio no supe que responder, pero rápidamente me vino a la cabeza una mejor idea. Le propuse que yo me quitaba mi short si ella se quitaba la toalla además de dejarme quitarle sus braguitas. Ella en un principio se negó, pero después de un poco insistirle accedió con la condición de que yo debería de ser el primero en desnudarse. Que maravilla!! iba a ver a mi hermana desnuda y lo mejor es que yo era el que la iba a desnudar.

Lentamente fui bajando mi short para dejar salir a la bestia que tenía dentro, mi verga tiene un tamaño medio aun cuando el grosor es algo mayor que las de todos los amigos. Por esto Diana al verla se sorprendió dejando caer la toalla y mostrándome por fin sus espléndidas tetas que se mantenían verticales y erguidas increíblemente. Ella no paraba de verla por lo cual le propuse que la tocara, a lo cual ella se resistió. Yo sabiendo que seria cuestión de tiempo proseguí con mi labor, me hinque enfrente de ella y primero puse mis manos sobre sus caderas siguiendo el resorte de sus bragas con mis manos de enfrente hacia atrás, bajando mis manos sobre sus nalgas acariciándolas con la plenitud de mis manos, a lo que ella reaccionó con un simple suspiro. Sin querer forzar la situación empecé a tirar de sus panties hacia abajo, muy lentamente, acercando mi cara hacia su inexplorado montecito, esperando verlo aparecer en cualquier instante. Fueron minutos los que tardé en bajarlo completamente, me deleité con la sensación de sus piernas y su culo, simplemente sintiendo su piel con las yemas de mis dedos. Con un movimiento acerqué ante mí su sexo y ella rápidamente se alejó. Yo le expliqué que solamente quería olerlo, oler esa exquisita esencia que tiene una mujer caliente. Ella me dijo que no, que estaba sintiendo algo muy raro y que le daba miedo, que mejor si quería seguir con ella que le untara crema humectante en el cuerpo. De nuevo sabía que era cuestión de tiempo, tras lo cual tome la crema y la puse en mis manos, comenzando a masajear sus hombros con ella, siguiendo con sus delgados brazos, después tome más y la apliqué en toda su espalda llegando solamente al comienzo de sus nalgas, pero haciéndolo de forma pausada y cadenciosa, tomé crema de nuevo y acercándome por detrás comencé a frotarle el estómago, realmente era como tabla, ni siquiera asomaba una pequeña curvita en el, masajeé en círculos su estómago, rozando la parte inferior de sus senos en cada movimiento. Tras esto decidí tomar completamente la iniciativa y al mismo tiempo que posé mis manos sobre sus senos, recargué en ella todo mi pene, mojándola con el lubricante que salía de él desde hacía un buen rato. Ella intentó retirarse, pero no lo permití, por lo cual seguí con mi masaje sobre su pecho, acariciando todas sus tetas y jugueteando con sus pezones, al mismo tiempo que comencé a mover mi cadera en movimientos que ella no tardó en seguir para apretar más mi pene sobre su cuerpo.

Empecé a hurgar entre su cabello, buscando su cuello y sus orejas, los cuales besé con pasión a lo cual ella reaccionó poniendo toda su piel de gallina y llevando ahora el ritmo de nuestras caderas. En un momento ella volteó su cara hacia mí y buscó mi boca con la suya fundiéndonos en un beso apasionado como el que se darían una pareja de enamorados. Nuestro beso duró una eternidad, lo cual ella aprovechó para voltearse y ofrecerme todo su cuerpo. Replegó sus senos contra mi pecho, dándome una sensación maravillosa por el tamaño de estos así como por la crema que le había aplicado. Al mismo tiempo mi pene quedó instalado sobre su estómago, presionándolo fuertemente debido a su implacable erección. Al salir de nuestro beso ella un poco extrañada me preguntó, que era eso con lo que le había mojado la espalda y que ahora sentía en su estómago, yo separándome de ella tomé mi pene y le mencioné que era lubricación, ofreciéndole la cabeza para que lo tocara. Ella ahora sin pensarlo acercó su dedo y tomó una gota que se resistía a dejar mi pene, estirándose al máximo, lo cual provocó en ella una carcajada. Después le pedí que lo probara a lo cual ella se negó poniendo cara de asco. Yo rápidamente cambié el tema y le mencioné que ella también tenía lubricante y le pedí que abriera las piernas para mostrárselo. Ella asintió, no sin comentarme que ya desde hacía un rato sentía empapada su conchita. Yo, sin pena, acerqué mi mano a su vagina y con un rápido movimiento pasé mi dedo sobre sus labios logrando una buena cantidad de líquido, así como un suspiro maravilloso. Ya en confianza le ofrecí de nuevo mi verga, le dije que la agarrara completa con sus dos manos, le pedí que se hincara frente a mí después de sentarme sobre la cama. Ella quedó con su carita directamente enfrente de mi verga y la miraba de una forma, que yo sentía que en cualquier momento se abalanzaría sobre ella para acabársela a mordidas. Empezó tocándola por encima recorriendo toda su longitud tras lo cual la agarró fuertemente con una de sus manos, provocándome un dolor por la fuerza del apretón, le quité la mano y le expliqué que no lo debería de hacer tan fuerte, que debería dejarla holgada para así poder sobarla. Ella de nuevo puso su mano, pero ahora más suelta, tras lo cual le indiqué que la moviera hacia arriba y abajo, masturbándome. Ahora ella sabía lo que era una puñeta y parecía gustarle el movimiento. Yo mientras ella hacía su trabajo, seguía emanando chorros de lubricante y me contenía para no terminar en su mano.

Comencé a explicarle lo delicioso que siente un hombre cuando tiene sexo oral y en un momento de osadía le ofrecí mamarle su panochita si ella me mamaba mi verga. Ella más por curiosidad que por gusto asintió, no sin antes hacerme jurar que nunca se lo contaría a mis amigos. Le indiqué que se imaginara que era una paleta de hielo y la chupara así. Le pedí la tomara por la base y comenzara con la parte de abajo. Ella comenzó y sorprendentemente lo empezó a hacer muy bien, tomó toda mi verga y la lamió por todos sus lados, subía y bajaba por ella lentamente, provocándome una excitación increíble. Siguió con la cabeza, que para este momento brillaba intensamente y ahora no reparó en el lubricante, el cual fue lamiendo poco a poco hasta dejarla limpia. Venía la parte más difícil que era llenar su pequeña boquita con mi gruesa verga a lo cual ella no se intimidó y rápidamente la tomó completamente con su boca. En un principio me lastimó con sus dientes, pero después de unas indicaciones me dio una mamada marca diablo. Ella estaba como loca saboreando mis jugos y yo a punto de correrme en su boca, cuando en ese instante oímos llegar el coche de mi madre. Yo sabía que teníamos que correr a vestirnos y ocultar toda evidencia de lo sucedido, pero realmente fue muy difícil separar a mi hermana de mi verga, estaba como poseída, no la quería soltar. Cuando al fin la logré quitar de mí, y me dirigí a mi cuarto, ella se paró y mirándome como nunca me había visto, solamente me dijo: «Todavía no terminamos, señalando su panochita y cerrando la puerta de su cuarto».

Esta fue la primera aproximación que tuve con mi hermana y que derivó en una relación mayor que posteriormente iré relatando a ustedes.

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