La «inocente» curiosidad de un niño de 8 años

Cuando la conoci yo tenia casi los ocho años.

Mi madre, debido a los numerosos viajes que tenia que realizar junto a mi padre, la contrato como mi nueva niñera.

Realmente, siempre he tenido niñeras, con la diferencia de que mi madre las supervisaba estando siempre en casa. Sin embargo, ahora la cosa era distinta: estabamos solos.

Aunque a decir verdad, aquello no me sorprendio. No me produjo pesar. Ni me queje. ¿Quien iba a hacerlo, con una niñera tan bonita? Porque, a pesar de ser solo un mocoso, distinguia muy bien entre las mujeres bellas. Y nunca he tenido mal gusto…

Ella tendria unos 21 años, castaña con el pelo ondulado, cortado en una graciosa melena escalonada con la que ni siquiera conseguia hacer una coleta. Tenia los ojos pardos: ese color que no se sabe si es gris, verde o marron; me hipnotizaba con ellos cada vez que me miraba. Y su sonrisa, traviesa por su juventud, contagiaba a cualquiera que la viera.

Su altura, que rondaba el metro sesenta y cinco, no era mucho mayor que la mia, y eso me envalentonaba (como a cualquier chiquillo en mi situacion) a desafiarla cometiendo mis peores travesuras. Una de las que mas me hacia disfrutar, aunque ella no se daba cuenta, era observarla mientras se cambiaba de ropa en la habitacion de mis padres. Y la verdad es que no es muy prudente que digamos desnudarse en una habitacion dejandose la puerta entornada. Pero, ¿que iba a pensar ella de un crio como yo?

Cada vez que la veia subir a la habitacion, con su bolsa deportiva para ponerse algo mas comodo, yo la seguia con sigilo, espiando silenciosamente tras la ranura de la puerta abierta. Y a traves de aquel maravilloso espejo de mi izquierda, podia contemplar curioso las maravillas escondidas bajo la ropa de la mujer que se desnudaba frente a la cama, a mi derecha.

Tal vez, dicho asi no parezca gran cosa, pero para un niño de siete años eso es toda una aventura. Y asi fue para mi durante los seis primeros meses de su estancia conmigo…

Mi madre solia ir con mi padre a trabajar, pero en varias ocasiones, ya que el tenia que defender a algun estafador ante el tribunal supremo, ambos se trasladaban de ciudad.

Normalmente yo me lo pasaba de miedo con mi tio y sus amigos. Si, eran todos mayores que yo, pero para entonces ya me consideraban parte de su grupo, tocandome el fantastico papel de “niño mono”. Y digo fantastico porque aquel papel me permitia aprovecharme de las muchachas mas inocentes en las situaciones mas naturales. Por ejemplo: cuando me sentaban en sus rodillas, haciendo eso que les gusta tanto de comportarse como si fueran expertas con los niños, siempre acababan abrazandome; y tarde o temprano me pedian un besito. Y yo, gracioso e “ingenuo”, se lo daba en la boca. Ellas reian y me pedian que lo repitiera, y lo hacia encantado tantas veces como fuera necesario; al igual que apoyar mis manos en sus pechos…

Era verdaderamente agradable sentir la suavidad de los senos bajo la piel de mis manos. Y notaba que a ellas no les molestaba en absoluto. Porque, en efecto, un niño rubio muy claro, de ojos azules y algo revoltoso vuelve locas de remate a todas las mujeres: tengan la edad que tengan.

Incluidas mis niñeras. Y Caroline tampoco se salvaba. Lo veia en su forma de mirarme, tan dulce; tan directa. No era como las demas. Ella jugaba conmigo siempre que yo queria. Daba igual a que juego fuera. Y como ya mencione, yo no era un niño corriente; mi juego favorito siempre fue fingir ser mayor, para aprender a relacionarme en serio con las mujeres. Y ella me lo permitia. Es mas, me instaba a hacerlo para “entrenarme”, como decia ella, “para ser el perfecto seductor”.

Cuanto mas me enseñaba a tratar con las mujeres, mas lejos queria llegar yo en los juegos. Hasta el punto de que ella llego a sorprenderse de mi madurez a la hora de actuar en muchas situaciones en las que, segun me conto, muchos hombres adultos hubieran metido la pata. Eso me alentaba a seguir aprendiendo mas sobre ellas; las mujeres eran un oceano de secretos por descubrir, y cada vez navegaba mas hondo, adentrandome en su universo prohibido.

Como Caroline insistia en que un niño como yo no debia aprender segun que cosas, me las arregle para conseguir aprenderlas desde otras fuentes. Me interesaba mas que nada por escuchar las conversaciones entre mujeres del grupo de mi tio, y como no me consideraban “peligroso”, no censuraban ni tan siquiera sus relatos mas intimos.

Pero mi tio si sospechaba que algo me traia entre manos. Asi que decidio observarme para averiguar mis intenciones. Sin embargo, afortunadamente cuando descubrio lo que yo hacia tanto tiempo entre mujeres ya era tarde, pues habia pasado mas de tres meses escuchando como fantaseaban ellas sobre sus relaciones sexuales perfectas. Y habia tomado buena nota de los detalles que implicaban el exito de un hombre en terrenos tanto de seduccion como de cama. Sinceramente, no llegaba a entender muy bien por que los hombres adultos tenian una idea tan lejana y equivocada de lo que desean realmente las mujeres. Por ello me propuse seriamente romper el molde.

No fue dificil asimilar perfectamente la teoria de toda la informacion que habia acumulado. Pero la practica ya era otro cantar… ¿Como diablos iba yo a practicar todo esto con ocho años sin que me tomaran a pitorreo y con una mujer preferiblemente mayor?

Mientras yo me devanaba los sesos intentando encontrar la solucion a mi problema, Caroline tuvo que venir a cuidarme durante el fin de semana porque mis padres tenian que viajar a Irlanda para trabajar en un juicio importante. Ella misma me dio la noticia cuando me levante el Sabado por la mañana para desayunar. Y me extrañe de que ni siquiera mi madre me lo hubiera avisado, pero tampoco le di mayor importancia.

Me sirvio el desayuno y me puso los dibujos animados de la tele mientras ella terminaba un trabajo para la universidad. Yo nunca la molestaba mientras estudiaba, asi que permaneci callado, mas atento a lo que ella hacia que a la television. Y ella me lo agradecio con un beso en la frente al terminar. Me pregunto que queria hacer aquel dia, pero como yo no tenia ni idea, me dijo que me lo fuera pensando mientras ella se daba una ducha.

Yo asenti y segui desayunando, volviendo a centrar mi atencion en los dibujos cuando ella subio las escaleras.

Mi octavo cumpleaños habia sido hacia una semana escasa, y aun estaba deseando jugar con mis nuevos juguetes. Pero una escena de la serie de la television distrajo mi atencion. Ya no recuerdo muy bien que fue lo que me hizo tener ese flash de imaginacion, pero parecio que mis hormonas despertaban de pronto, recordando que Caroline habia dicho “ducha”. Asi que deje rapidamente los restos del desayuno en la cocina y subi de tres en tres las escaleras, con la malicia enmarcada en mi sonrisa.

No fue hasta casi llegar al piso de arriba cuando oi algo que me hizo parar: un gemido de mujer. Fue muy leve, pero basto para confirmarme plenamente que era de placer.

El instinto me previno de que permaneciera en completo silencio, a la escucha; sin moverme de donde estaba. Entonces escuche varios mas, de la misma indole, que extrañamente venian de mi habitacion.

Me sorprendi: ella siempre se duchaba en el cuarto de mis padres; nunca entraba en mi habitacion si no era para ayudarme a hacer deberes o para jugar conmigo. Pero ya se sabe que la curiosidad de un niño es mas fuerte que la sorpresa. Y yo tenia la sensacion de que aquel sonido (tan agradablemente interesante) tenia mucho que ver con aquellos emocionantes relatos de las amigas de mi tio.

Oi que Caroline estaba dentro de la ducha, asi que entre en la estancia enmoquetada sin hacer apenas ruido. Desde alli, los gemidos se escuchaban mejor, y tambien se apreciaba un leve jadeo que, sin saber por que, me acelero el corazon y no de miedo. Me coloque pegado a la pared, al lado izquierdo de la puerta con mi cama entre la puerta abierta del baño y yo.

Nunca habia visto a una mujer completamente desnuda: lo maximo habia sido verlas en ropa interior, que era lo que yo encontraba interesante. Asi que aquella vision me perturbo.

Entre la tenue neblina dejada por el vapor del agua caliente vi lo que me parecio la imagen mas atractiva del mundo. Su cuerpo, mojado por el agua que caia sobre su cabeza, era perfecto y armonioso. La curvatura de sus pechos acaparo mi mirada embelesada. Una de sus manos recorria suavemente aquella zona, tan sensible que inmediatamente respondia a sus caricias endureciendose, estremeciendose ante ese contacto tan delicioso.

Luego, mi mirada siguio el recorrido descendente de su cuerpo, centimetro a centimetro. Desee tocar su piel en aquel mismo momento; hacerla disfrutar mas intensamente de lo que lo hacia en aquel instante. Pero el pensamiento desaparecio de mi mente cuando fije mi vista en su otra mano, que acariciaba lentamente una zona del cuerpo femenino por completo desconocida para mi.

Un niño no necesita ver los senos de una mujer para saber que son tiernos y suaves; sin embargo, aquella zona era imposible de calificar y definir si no se habia visto nunca. Para mi fue frustrante darme cuenta de que, a pesar de todo lo que creia haber aprendido sobre ellas, las mujeres eran mucho mas de lo que ni siquiera habia logrado imaginar.

En un principio me desilusione al comprobar que mi nivel de entendimiento sobre ese maravilloso mundo era todavia unicamente la superficie de todo lo que intuia detras. Pero luego, contemplando el lento pero ritmico movimiento de la mano de Caroline mas abajo de su vientre, me senti euforico porque habia descubierto la verdad mas obvia, y a la vez mas oculta sobre las mujeres: su disfrute, su alegria, su ternura, su placer, se convierte automaticamente en el nuestro por mas que intentemos resistirnos a aceptarlo.

Era una sensacion especial, mas que emocionante, contemplar a aquella mujer acariciandose desnuda, bajo el agua; olvidandose de que el resto del universo seguia su curso mientras ella gemia dentro de la ducha. Y yo me excite de sobremanera al contemplar tan erotica vision. No pude evitarlo, pero tampoco me preocupo: ella disfrutaba, y yo con ella.

Fue en aquel momento prodigioso, tan lleno de magia que no podia compararse con nada, cuando quede por completo paralizado al ver que ella abria los ojos. Me vio, pegado a la pared, mirandola con las mejillas encendidas de excitacion, descubierto por sorpresa en mi descaro.

No sabia que hacer: ¿y si se enfadaba? Pero tampoco podia apartar la vista de ella, con la misma expresion, como si contemplara la mas linda escultura del planeta…

Para mi sorpresa, ella sonrio algo azorada. Cerro el grifo del agua y se coloco la toalla envolviendo su cuerpo mientras salia del baño en direccion hacia mi.

Algo en mi interior me grito que no me fuera; que me quedara alli para escuchar lo que queria decirme. Y yo la contemple mientras se acercaba, mirandome a los ojos y sonriendo. Se paro frente a mi y se quedo callada, extrañada de mi antinatural falta de vergüenza o apuro. Sonrei con deleite. Habia logrado sorprenderla; causarle curiosidad.

Pero entonces, ella hizo algo inesperado: se quito lentamente la toalla, ofreciendo de nuevo ante mi la imagen de su cuerpo.

-“ Te gusta mirarme, ¿verdad?”- me pregunto bajito.

No supe que decir. Pero mi manera de mirarla lo dijo todo sin necesidad de usar palabras.

-“ Aprendes demasiado deprisa, pequeño…”- sonrio ella.

–“ ¿Que es lo que quieres”

Ni siquiera yo lo sabia. Pero mi instinto me pedia que me acercara mas a ella. Todo lo cerca que pudiera. Y que acariciara su piel, que besara su cuerpo.

Temeroso de su reaccion, tuve el valor de extender mi mano lentamente hasta su abdomen. Ella no me detuvo, con expresion impasible. Pero yo note como encogia el estomago ante mi contacto. Volvi a sonreir. Luego, con toda la delicadeza de la que fui capaz, acaricie su piel tal y como habia anhelado.

Ella me miraba indecisa. Tenia miedo y yo no sabia por que. Asi que, mientras notaba la calidez humeda de su piel mojada, reflexione acerca de todo lo que habia descubierto. Quizas estaba haciendo algo mal; quizas lo que hacia no le gustaba.

Me atrevi a subir la mano con la que la acariciaba, y roce suavemente uno de sus pechos. Ella no pudo contener un suspiro, y yo di respuesta a mi pregunta: si que le gustaba.

-“ Pero David… ¿Que estas haciendo?… “- pregunto en un susurro.

A mi se me pasaron por la mente varias respuestas, pero no dije nada. En vez de eso sonrei, y mi otra mano bajo hacia aquella parte que me resultaba desconocida: la acaricie igualmente. Ella gimio.

Era una sensacion distinta a todo lo que habia probado. Su piel alli era humeda, y estaba practicamente ardiendo. Aquello me satisfizo sin saber el motivo. Pero cuando ella puso su mano sobre la mia, algo me dijo que habia logrado tenerla bajo mi control.

Movio mi mano, presionandola en el centro de su sexo mientras ella gemia. Y yo me acerque mas a ella para poder besar su pecho.

Note como me acariciaba ella mientras tanto, y senti un torrente de sensaciones nuevas por todo mi cuerpo. Me gusto, sin duda. Queria algo mas. Queria aquellos relatos intimos que habia escuchado. Y me propuse conseguirlo en aquel mismo instante. Con Caroline.

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