Mis amigos y yo desnudamos a mi mujer

Mi esposa Grace es muy recatada, a pesar de que posee una belleza y una sensualidad que son sus principales atributos físicos, por lo que comúnmente mucha gente supone que debe ser una mujer fogosa, caliente y muy sexual… pero es todo lo contrario.

Su atractivo salta a la vista: es morena, de larga y rizada cabellera, con un par de senos impresionantes, por su tamaño y su firmeza. Tiene además unos ojos enormes y unos labios maravillosos, sin contar la textura de su piel de durazno. Es un bombón de mujer en una palabra.

A todos mis amigos se les antoja; algunos me lo han dicho y otros lo disimulan, pero muy mal. Aunque yo le he insistido que me gustaría compartirla, ella no hace caso, pues piensa muy diferente respecto al sexo.

El caso es que una noche de viernes estábamos en casa tomando unas cervezas y platicando. Hacía calor y ella estaba de buen humor. En la tarde habíamos ido a comer a un restaurant de cortes finos. Allí se había tomado 4 copas de Bacanora, una especie de mezcal muy fuerte que se produce en esta región de México (el estado de Sonora).

Como a las 8 de la noche Grace ya estaba bastante pasada de copas, cuando llegaron a la casa, casi al mismo tiempo, Luis y María, un matrimonio que vivía a dos casas de la nuestra, y Armando, un viejo amigo de la universidad que de vez en cuando pasaba por nuestra calle y llegaba a saludar.

Armando era un solterón de 38 años y yo sabía que le encantaba contemplar a mi mujer, aunque nunca me había hecho algún comentario. Luis, en cambio, era un cuarentón casado y con tendencias swinger, como las mías, que ya nos había confesado su interés por tener un intercambio con nosotros. Mi esposa siempre se negaba, pero Luis le caía bien.

Estuvimos una media hora conversando y bebiendo cerveza, cuando de pronto María recibió una llamada en su celular y tuvo que salir de emergencia a atender un asunto de su trabajo, pues ella era doctora.

Luis, Armando y yo nos quedamos en la reunión. Grace se estaba cayendo de sueño en el sillón, a mi lado, así que le sugerí que mejor se fuera a su recámara a dormir. Se levantó, se despidió de los dos visitantes y se fue.

Como una hora después fui al baño de nuestra recámara y la vi tendida en la cama, ya con su pijama puesta, una especie de camiseta color naranja, de delgados tirantes y algo vaporosa, que le llega arriba de las rodillas.

Nosotros seguimos en la reunión animadamente, cuando de pronto Grace apareció en la sala, saludando y diciendo que iba por un vaso de agua a la cocina. Se miraba espectacular en su sexy camiseta de dormir. Al pasar frente a nosotros los tres pudimos apreciar bajo su vestido la tanga negra que llevaba, y al volver con el vaso de agua vimos sus pezones bien erguidos y marcados sobre la delgada tela. Luis y Armando estaban complacidos con el panorama, así que la invitaron a quedarse un rato más en la sala, a lo que ella accedió. Se sentó junto a mí y entonces Luis le acercó una cerveza, la cual Grace aceptó y la cambió por su agua, aunque seguía bastante ebria.

Seguimos la conversación, pero unos minutos después Grace se quedó profundamente dormida, recargada en un extremo del sillón. Yo la acomodé a lo largo del mueble y me senté enfrente, junto a mis dos amigos, y entonces nuestra conversación se centró en lo sensual que se miraba Grace en esa posición.

Armando me preguntó si no tenía una cámara digital para tomarle unas fotos. Les dije que sí, me levanté por ella y entonces Luis, que llevaba su celular con cámara, me comentó que él iba a tomarle unas fotos mientras yo regresaba. Los dos estaban excitados, se les notaba mucho.

Volví y empecé a tomar las fotos. Entones Armando se paró junto a Grace y me dijo: “espera… mejor así”, y le levantó la camiseta un poco, descubriendo todos sus muslos. Luis agregó que le tocaba el turno a él y fue a levantarle la pijama otro poco, dejando entrever esta vez el inicio de su tanga negra.

Le pedí a Armando que mejor le quitara la camiseta de una vez, lo cual lo puso a mil. Le fue subiendo la camiseta, dejo al descubierto la tanga, se siguió hasta arriba hasta donde empezaban sus grandes senos. Allí fue cuando Luis pidió terminar el trabajo, tomando en sus manos la camiseta, la cual se la fue levantando hasta sacársela por el cuello y dejar a Grace semidesnuda, con sus senos a la vista de todos.

Yo seguí con las fotos. Les pregunté que si quién quería sacarle la tanga, para tomar la foto respectiva. Armando, que estaba más cerca, se apuntó y de inmediato le empezó a bajar la tanga, dejando ver su espléndida panocha, que entonces llevaba rasurada a los lados con el área central tupida con un vello público muy sugerente.

Los tres estábamos ya muy excitados. Le tomé varias fotos desnuda como estaba, desde varios ángulos. Armando sugirió entonces que le tomara unas con él besándole su panocha y su cuerpo. Me pidió permiso, lo mismo que Luis, quien propuso besarle los pezones y la boca.

Así lo hicieron y poco a poco la situación se puso más caliente. De plano Armando me dijo que quería darle una mamada, sobre todo al ver que Luis no dejaba de lamerle los senos a Grace, quien solamente se movía un poco pero sin despertar.

Al decirle que sí, Armando se desnudó como pudo, se acomodó entre las piernas de Grace y comenzó a lamerle el clítoris, mientras que con una mano se masturbaba. Luis lo imitó de inmediato y siguió chupándole los pechos a Grace.

También yo empecé a masturbarme, mientras que trataba de tomar todas las fotos posibles de aquel momento. Pensaba en lo que vendría enseguida y esa posibilidad me excitaba demasiado, pero no estaba muy seguro de permitirla. En eso estaba cuando Armando comenzó a subir su boca por el ombligo de Grace, llegando hasta sus senos, lo que hizo que Luis se hiciera a un lado, dejándolo hacer su tarea. Armando estaba demasiado excitado, se acomodó entre las piernas de Grace para tratar de penetrarla, mientras le chupaba las tetas, se las apretaba con una mano y con la otra trataba de acomodar su verga en la entrada de la panocha de mi esposa.

Luis y yo estábamos embelesados mirando la escena. Grace sólo se movía levemente, pues estaba embriagada por completo. Armando estaba a punto de penetrar a Grace cuando ya no pudo controlar más su excitación y se reventó de placer, echando sus chorros de semen sobre el vientre de mi mujer, mientras gritaba y le restregaba el pene sobre los muslos.

Luis y yo también acabamos en nuestras manos, mirando la escena. Luego limpié a Grace con una toalla. Armando no logró penetrarla, solamente la embarró en su vientre y sobre sus muslos. Después de eso, ya todos vestidos, conversamos un rato más sobre esa experiencia.

Armando se sintió un tanto apenado con lo que intentó hacer. Luis y yo lo apoyamos y a los dos les comenté que no había problema, que así se quedaba todo. Grace nunca se enteró de lo sucedido.

Precisamente este 15 de abril mis amigos y yo conseguimos publicar algunas de esas fotos en un sitio de Internet para voyeurs, justamente al cumplirse una semana de esa noche tan excitante.

La historia es real. Pueden compartir comentarios a: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Acerca del autor
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *