Orgia canina

Karen vuelve al ataque con una historia de locos

Aquellos que ya me conocen y saben de mis historias, tienen una clara idea de lo amante que soy de los perros, sobretodo los bien dotados. Me inicie hace varios años, con mi perro Neron, un perro divino, y luego Atila, un doberman de un amigo de papa, fue quien se encargo de romperme el culo por primera vez.

Ahora llego la hora de que les cuente como fue mi primera orgia, exclusivamente con perros bien pijudos. Una mujer solita como yo y cinco ¡si cinco! enormes perros. A esa altura de mi vida y de mi experiencia sexual en zoofilia, estaba un poco cansada de que cada vez que me dejaba coger con perros, lo hacia de uno a la vez.

Por mi cabeza paso varias veces la idea de como me sentiria siendo deseada por varios perros a la vez. Y esta fantasia surgio un dia que andaba paseando a mi perro pastor aleman, Belfort por el parque de la ciudad. Resulta que llevando de la correa a mi amante canino, caminando por el parque, siento que Belfort me tira de la correa, torciendo mi muñeca y soltandolo al mismo tiempo. Sali corriendo tras el, llamandolo: ¡Belfort!, ¡Belfort!, ¡ven aqui por favor!. El perro, doblo tras unos arbustos, y le segui.

Lo que vi despues me dejo anonadada: habia varios perros, como nueve o diez, de distintos tamaños y razas, todos amontonados, a veces peleando entre si. Los animales estaban atras de una perra mediana, callejera, que se encontraba en celo. Y como mucho de ustedes sabran, estas jaurias de perros son peligrosas, asi que llame a un policia, de esos que se encuentran en la vigilancia de los paseos publicos, para que me ayudara a recuperar a mi Belfort, que afortunadamente no habia peleado, pienso que debido a su buen tamaño. La pobre perrita estaba enloquecida con tantas vergas cerca de ella, sobre todo la de un callejero enorme, que se comportaba como el «marido», ya que no dejaba que nadie mas se la cogiera. Y si alguno se acercaba, se llevaba tremenda paliza. El policia disperso a la jauria con su cachiporra y tomo a Belfort de la correa, al cual lo tome mas fuertemente para que no se me volviera a escapar. Tuve que tirar bastante, para evitar que se fuera tras los otros perros.

El policia, un muchacho joven de nombre Carlos, se ofrecio a acompañarme hasta la puerta de mi casa temiendo que se me escapara Belfort. Acepte gustosa, y cuando llegue a la puerta de casa le ofreci tomar algo, sin alcohol, debido a que estaba en servicio. Carlos estuvo de acuerdo, ademas de que coincidia del fin de su turno. Lo hice pasar, y me conto que era soltero, vivia solo en la ciudad y que era de las afueras, donde vivian sus padres en el ambiente rural. Mientras me contaba su historia, comenzamos a tener eso que se llama «feeling», un enganche o especie de atraccion sexual que ninguno de los dos podiamos disimular. Le conte que era soltera, y que no tenia pareja estable (¡mentira! todos ustedes saben que mi pareja estable se llama Belfort), y que en la ciudad trabajaba como secretaria en un estudio contable, ademas de estudiar administracion de empresas. Nuestra charla sin quererlo comenzo a subir de tono, hasta que llegamos a una parte estrictamente sexual. La descarada fui yo, ya que le confese sin muchos preambulos que hacia tiempo que no cogia con un hombre (lo cual es cierto, ya que la unica pija que me metia eran la de los perros de turno).

Carlos no era timido, ya que se paro y poniendose tras mio, estando sentada; comenzo a frotarme los senos por encima de la blusa que traia puesta. Acompañe con mis manos encima de las suyas esos masajes afrodisiacos, por lo que mis pezones estaban duros de excitacion. No resisti mas, me pare y frente a el, lo bese, mezclando nuestras lenguas, intercambiando fluidos de extasis. Lo lleve a mi cuarto, nos despojamos de nuestras ropas, y con mucho tacto empece a masajearle la pija, la cual no era nada despreciable. Me la lleve a la boca y se chupe como una loca, llena de deseo, saboreando su glande e inundando la habitacion de gemidos de placer.

Cuando estuvo por acabar, lo deje, y le ordene: ¡ahora me toca a mi!. Le señale ni concha, esa misma que los perros cogian, para que me la chupara y lamiera. Lo hizo con avidez y gozo, tomando los jugos vaginales que rezumaba mi gruta de deseo y placer. Me hizo acabar como la perra puta que soy (¡si supiera lo bien que chupan la concha los perros con su aspera lengua!) llevandome a un climax apoteosico. Con su verga bien erecta, brotada de liquidos preseminales, me la fue metiendo, suave y profundo, sintiendo cada centimetro de su barra de carne, gozando como una bestia. Fui acompañando sus movimientos coitales, que cada vez se fueron poniendo mas salvajes, hasta que en un orgasmo unico me lleno el utero de leche, caliente y espesa. Acabe como hacia tiempo no lo hacia, acostumbrada a los perros, pero igual de placentero. Quedamos rendidos, lo volvimos a hacer unas veces mas, hasta que nos dormimos abrazados.

Pero evidentemente, como puta que soy, bien caliente y ninfomana, lo deje dormido en la cama y sali en busca de mas sexo salvaje y animal. Y me dirigi a la sala donde encontre a Belfort. No me habia lavado, por lo que entre mis muslos, me escurria el semen de Carlos con mis jugos. Se lo di a oler a Belfort, para que se excitara, y el resultaba fue excelente. El perro movio la cola y se me trepo a mi cintura. Lo baje y me puse en cuatro patas, desnudita, solo para mi amante perruno: Belfort. Nuestra actividad amatoria es eficiente, ya que nada mas sujetarme a mi entre sus patas delanteras, yo su hembra le ofreci mi concha llena de leche de hombre, para que me la clavara en lo profundo. La pija del perro entraba y salia con su rapidez acostumbrada, clavandose en mi vagina, llenandome de carne.

De pronto, como siempre sucede, gozando de tan tremendo sexo animal, Belfort aumento sus arremetidas y supe que me estaba ensartando la bola de su verga, a la cual estaba acostumbrada y siempre deseaba. Un gemido animal llego y Belfort dejo de moverse, con su enorme pija metida en lo hondo de su dueña, mezclando su esperma con el de Carlos. Mis orgasmos fueron multiples, uno tras otro, sintiendo su pija latir en el canal de mi vagina, anclada firmemente su sexo. Me estaba llenando de leche, tratando de fertilizarme inutilmente, cuando trato de sacarmela, un suave aullido de dolor salio de la garganta de Belfort y un gemido lastimero di yo, mas de placer que de dolor.

Cruzo su pata por sobre mi culo y quedamos abotonados como siempre nos ocurre. Me dedique a gozar como una loca, disfrutando de su enorme verga atorada entre mis labios vaginales. Pero la sorpresa me sobresalto, porque cuando miro hacia la puerta, veo a Carlos recostado en el marco de la misma, sonriente y disfrutando de lo que veia. Trate de zafar de esa situacion y quise pararme con la pija de Belfort abotonada a mi concha, pero el aullido de dolor del animal y su peso me impidieron ponerme de pie.

En cuatro patas trate de desabotonarme y no podia, tiraba y tiraba como lo habia visto con las perras. No habia pronunciado palabra alguna, pero la verdad que la vergüenza que estaba pasando me ponia mas nerviosa. Nunca pense que Carlos se iba a despertar tan pronto, pero sabia que un dia me iban a descubrir en este estado: ensartada por mi perro, culo con culo, abotonados como animales. Carlos se acerco y me dijo: ¡tranquila, tranquila, disfruta del sexo!. Me quede mas helada, porque no imagine que Carlos lo aprobara, y para calmarme el hijo de puta me puso la pija en la boca y dijo: ¡ chupala mamita, mientras gozas, no te pongas nerviosa y chupa mi pija !. La chupe hasta hacerlo acabar de nuevo, pero Belfort seguia clavado a mi culo, jadeando de placer.

Carlos se paro, y dijo que lo arreglaria. No sabia lo que haria, pero volvio con un cubo de agua. Ahi recorde cuando vi una vez a mi vecina Norma, hace tiempo, en mi infancia. Un fuerte baldazo de agua fria cayo sobre mi cuerpo y el de Belfort.

Tiramos violentamente, pero igual estabamos pegados, trajo mas agua Carlos y volvio a volcarla sobre nosotros al tiempo que decia: ¡Perro puto, me cogiste a la perrita!. Recien al tercer balde de agua nos despegamos, Belfort salio disparado a la cocina, con su enorme polla, llena de leche y jugos arrastrandola practicamente por el piso. Yo con mi concha bien abierta, llena de semen y roja de excitacion.

Quede tirada, hecha un desastre, en un charco de agua. El comedor era un desastre. Carlos dijo: ¡perra puta, te voy a tener que castrar, asi no te alzais mas!. Me recompuse y le conte a Carlos mi secreto zoofilico, y me confeso que hacia meses que me venia observando en el parque y que supuso que con Belfort tenia algo, por la forma que lo mimaba. Ademas dijo que gracias a Internet, se habia informado sobre la zoofilia. ¡Me gusta ser algo perverso a veces! – me dijo Carlos. Desde ese dia es mi novio, pero a el le encanta cuando me ve cogiendo con algun perro. Adora echarme baldes de agua para desabotonarme, y ama cogerme antes que los perros, pues es un convencido que su semen alza a las bestias caninas. Carlos no le cae simpatico a Belfort, porque odia cuando le echan baldes de agua encima. Mi relacion con Belfort vario un poco, esta viejo ademas no me gusta que lo mojen, pero a veces cuando puedo me echo una cogida de apuro con el, mi desvirgador.

Segunda Parte

Esta es la mejor parte del relato. Ya ennoviada con Carlos, una vez le comente que tenia una fantasia de puta madre. Me pregunto cual era. Le dije que me gustaria sentirme una perra en celo, es decir, que varios perros se alzaran al lado mio, pelearan por mi, y que cada uno de ellos fornicara conmigo, en reiteradas veces, hasta dejarlos exhaustos. Como cuando la perrita callejera del parque, donde una jauria queria cogerla. Esa fantasia es algo complicada para hacerla, pero vere que puedo hacer. Es algo complicado, pero un dia Carlos, que es policia, me comento que consiguio un turno de guardia en el plantel de perros de la fuerza republicana.

Seria por un fin de semana, donde el estaria a cargo de los perros, cuidandolos y dandoles de comer. Se podran imaginar que cuando me dio esa novedad, casi me desmayo del cumulo de sensaciones que me vinieron a la cabeza. ¡Un plantel de perros policias para mi solita!.

Era algo que jamas hubiera soñado. Solo un novio como mi Carlos podria hacer algo asi por mi: su novia zoofilica. Deseaba ansiosa que llegara el fin de semana. Para darle mas morbo a la situacion, por tres dias no me bañe, para heder bien a sucia perra, me revolque con Belfort, para agarrar bien el olor de una perra, y el plato lo agregue cuando Carlos me trajo un trapo sucio, con un olor penetrante.

Le pregunte que era y me dijo que una de las perras del plantel, que estan apartes, estaba iniciando el celo, por lo que froto ese trapo por la concha de la perra, hasta impregnarse esos jugos. Me sugirio que me los frotara por la concha, para que tomara el olor de una perra en celo, de manera de disfrutar bien de la orgia que estaba en puerta. Para peor en esos dias me vino la menstruacion, por lo tanto estaba superespecial, sucia, con olor a perra, hediendo a celo y con la concha sanguinolenta de mi periodo. Cuando Carlos me vio, pronta para acompañarlo hasta el plantel de perros, me dijo: ¡Eres la perra mas puta que jamas haya visto!, ¡espera, hay que darle el toque especial!. Salio de la habitacion, me hizo poner un conjunto de lenceria diminuto, transparente, sin toalla higienica, y lo maximo es que me puso un collar y me ato como un perro cualquiera. Me vendo los ojos, me cargo tapada con una sabana en la parte de atras de su automovil y viajamos hacia la sede de la guardia.

Estaba escondida, de forma que nadie de la poca guardia supiera que entraba de incognita. Se detuvo el auto y llegamos a un lugar apartado. Era una especie de corral chico, piso de hierbas. ¡Este es el cogedero de los perros, cuando los cruzamos, aqui ponemos la perra y el perro a fornicar!. ¡Es un lugar solitario y estoy yo solo a varias cuadras, nadie nos molestara en dos dias!. Como el plantel de perros es muy numeroso, Carlos me dijo que escogio para mi solita a cinco sementales, pura raza. Tres eran pastores alemanes, un doberman y un rotwailer. Los perros mas cogedores de toda la fuerza policial. Lo que vamos a hacer es hacerlos pasar de a uno, que cada uno se saque las ganas contigo.

La verdad es que parecia que estaba soñando, en cuatro patas, toda sucia, me saque previamente la ropa interior, quedando absolutamente desnuda.

Carlos abrio la primera de las jaulas, y asomo un hermoso pastor aleman, mas grande que Belfort y mas brillante. ¡Este es Paco! me dijo Carlos, ¡es el macho preferido del plantel y tiene mas de ochenta hijos!. El perro se me vino encima, me olfateo la cara y luego la concha. Empezo a agitar rapidamente la cola, y entre sus patas asomo una pija impresionante de grande. Como gran experto, me monto, sujetandome de la cintura con sus patas delanteras y clavandome esa estaca en lo profundo de mi concha. Paco me cogia como un endemoniado, sintiendo cada milimetro de su verga. Podia sentir el sonido del chapoteo de su verga en mi concha encharcada de jugos y sangre de mi regla. De pronto, aumento sus embates y me ensarto su bulbo. Se detuvo, senti la pulsacion de su verga derramando esperma caliente en mi concha y quiso retirarse. No pudo hacerlo: estabamos abotonados. Goce como una loca, aullando de placer y gozo.

Paco con mucha habilidad, cruzo su pata trasera izquierda por sobre mis gluteos, y quedamos culo con culo, pegados como los perros. Estuvimos unos quince minutos asi, derramando leche en mi vagina profunda. Los orgasmos me venian uno tras otro, perdiendo la cuenta de cuantos tuve. Se despego de mi, pude ver su pija gorda, jugosa, chorreando jugos, semen de perro y sangre de mi menstruacion.

Mi concha estaba inundada, y queria mas pija. ¡Mandame el que sigue! – le implore a Carlos. Paco volvio a su jaula, y no bien estuvo dentro, Carlos solto a Gedeon, un enorme pastor aleman, mas grande que Paco. Este no tuvo compasion alguna, pues de un solo tiron se trepo encima y como si fuera su perra favorita me clavo su verga en la concha que hacia minutos estaba en poder de Paco. Bombeo como una bestia feroz. Senti en mi espalda su jadeo caliente, ademas gemia de placer. Podia sentir su tranca perforandome e inundando de jugos. Se bajo unos instantes, pude ver que tenia toda la verga fuera de su capuchon, y sin dudarlo me di vuelta para mamarsela. Saboree la pija, deguste de sus jugos, al tiempo que por sobre mi culo, con su lengua rugosa, lamia mi orto y olfateaba el afrodisiaco de perra en celo.

Se movio y nuevamente me monto, y de una buena vez me la metio en lo profundo de mi ser. Bombeo y bombeo, me puso el bulbo dentro y latiendo y derramando su semen, se puso culo con culo, quedando nuevamente abotonada. Estuve asi unos pocos minutos, porque era tal la dilatacion de mi concha que el abotonamiento solo duraba algunos instantes. Salio como una sopapa, y chorreando jugos, semen y sangre, el agradecido Gedeon lamia mi conchita maltrecha. Luego dio un lameton a su verga y se marcho a su jaula.

Los orgasmos que estaba teniendo eran indescriptibles. Mi fantasia se estaba haciendo realidad, y solo habian transcurrido una media hora desde que habia llegado. Carlos me miraba y se sonreia. ¡Eres una perra bien puta mi amor!. Entre sus manos tenia su pija, ya que el cabron se pajeaba mirandome como los perros me iban copulando. ¡El que sigue es Brutus! – dijo Carlos, abriendo la proxima puerta. Aparecio, lento, con su belleza de perro de raza: un pastor aleman, el tercero de la serie. Se acerco, me olfateo la cara, el cuello, las tetas, y mi culo.

Me puse de espaldas, ofreciendo mi vientre. Me lamio el ombligo, y se dedico a chuparme la concha. Me retorcia de gozo, y acababa litros de jugos sanguinolentos. Su verga se asomaba poco a poco. ¡Siempre el mismo perro pelotudo! – grito Carlos, al tiempo de que me dice: ¡ Pajealo, pajealo!. Me coloque debajo de el, y tomando su capullo peludo lo empece a masturbar. Al ratito asoma una tranca de tamaño respetable. Segui pajeandolo y Brutus empezo realizar los movimientos coitales, asomando mas y mas su verga. Me puse en cuatro patas y le ofreci mi culo, lo olfateo y poco a poco me coloque debajo del perro. Tome su verga, la roce sobre los labios de mi concha, sobre mi culo, y la utilice como consolador. Palpe su bulto y era bien grande, como una pelota de tenis. ¡Uyyy, que bulbo tiene este perrito! – dije con asombro. ¡Si te metes con Brutus tendre que meter mano a los baldes de agua! – agrego Carlos. Segui disfrutando de mi vibrador de carne, sin escuchar a Carlos, sintiendo el palpitar y los jugos que esta respetable verga goteaba. En el extasis del placer, alcance a meter un pedacito en el ano, y practicamente me lo fui lubricando con los jugos del perro y sangre de mi periodo.

Entre mis muslos, habia un rio de jugos de colores rojos a rosados. No resisti mas me di vuelta y me dedique a chuparle la pija. La chupe como una puta, pajeandola con mi mano y en algo increible me meti el bulbo hasta donde pude: el borde de mis labios. Un torrente de esperma perruno inundo mi garganta. Para no atorarme tuve que beber ese fluido viscoso.

¡Era la primera vez que tragaba leche de perro!. La verdad que al pobre de Brutus lo hice acabar como un burro. ¡No es de los mejores sementales! – dijo Carlos, ¡pero tiene una verga que sabia que te iba a encantar!- agrego. Brutus, asi como entro volvio a su encierro, lento, pero segura que lleno de alivio por la mamada recibida. ¡Se acabaron los pastores! – grito Carlos. ¡Es el turno para Hercules, el doberman! – agrego a la vez que abria la puerta. Cuando lo vi me hizo acordar a Atila, el primer perro que me enculo. Y como no podia ser de otra manera, este perro me monto y casi sin punteria alguna me la metio en el ano. ¡Ayy, ayyy, la puta que lo pario!- grite, ¡hijo de puta, tenias que ser un doberman para romperme el ojete!.

Menos mal que Brutus ya me lo habia lubricado, que si no tal vez no hubiera seguido con esta fantasia. Hercules, dale que te dale, penetrandome violentamente. Yo apoyada sobre mis codos, mi rostro contra la hierba del suelo, mordiendo de placer. ¡Asi perro, meteme esa verga en el culo! ¡Sacame la mierda, perro hijo de puta! – gritaba en mis delirios orgasmicos. Hercules bombeo y bombeo hasta que senti que su bulbo se habia anclado firmemente a mis esfinter anal. Senti los latidos de su eyaculacion y litros de leche caliente y espesa inundaban mi recto. Trato de salirse pero ¡imposible!. Estabamos enganchados como dos perros.

Macho y hembra unidos por sus sexos. Paso su pata trasera por sobre mi culo, y unidos por nuestros genitales, permanecimos unos minutos. Puse mi mano sobre mi clitoris y mientras Hercules me echaba esperma en el culo, yo me hice una masturbacion entre gritos y gemidos de dolor y placer. Era el cuarto perro de la orgia, y gozaba como una perra en celo. A los veinte minutos, Hercules pudo sacar su pija de mi culo. Estaba sucia de sangre, leche y mierda. Se la lamio, pero el hijo de puta ni me olfateo el culo maltrecho.

Era un verdadero hijo de puta, y como buen doberman se fue bien altanero a su jaula. Yo quede con el culo deshecho, a la vez que me vinieron unas ganas de cagar increibles. Me puse como una perrita y me mande una cagada de pelicula. Un monton de mierda, con restos de semen y sangre se depositaron en el pasto del corral. ¡Asi putita, olfateala, olfateala! – me ordeno Carlos.

La oli y era de un olor bien fuerte. ¡Se viene el quinto de la serie: Marte, el rotwailer!. Entro macizo y decidido. Olfateo la mierda que habia cagado hace instantes y le hecho una meadita encima, levantando la pata. Se dirigio a mi, metio su corto hocico entre mis piernas y lamio los jugos que habia: los mios y los de los cuatro perros anteriores. Movio su rabo, me monto y trato de metermela en el culo. Yo palpe su verga y la dirigi a mi concha.

El perro la saco de ahi y me la apunto a mi culo. ¡No, otra vez no! – grite resignada. Me recosto sobre mis codos y deje que el perro hiciera lo que quisiera. Su peso era bastante mas alto que el de los anteriores. Embistio y embistio hasta que consiguio lo que se propuso: me la ensarto en el ano. ¡Ayyy, ayyyy, me esta destrozando el culo! – grite, ¡me desgarra el culo, tiene la pija gordisima!. Sacamelo Carlos, por favor! – implore a mi novio. ¡Estas loca, dejalo quietito que goce de su perra de turno! – dijo riendo Carlos.

El perro me tenia enhebrada por el ano, bombeando y metiendome una verga impresionante de gruesa en el orto. Sentia el roce de sus venas, rasgando mi recto, largando chorritos de jugos. Las lagrimas me salian sin quererlo: era la peor (o mejor) cogida anal que me hubieran hecho. Me dedique a disfrutarlo, sabiendo que yo habia querido esta orgia de fantasia. Me la metio mas y mas y cuando llego al climax, ya su enorme bulbo estaba dentro de mi ojete. Tiro y no podia sacarla, y el abotonamiento se habia dado una vez mas. Su enorme pija pulsaba en el interior de mi recto, llenando de leche canina mis intestinos. ¡Menos mal que habia cagado!, sino tal vez me hubiera reventado toda por dentro. En mi delirio de placer y gozo, no me di cuenta como quedamos culo con culo. Su verga yacia erecta en mi culo, su bulbo atorado en mi esfinter anal. Me hice una paja, tocandome mi clitoris y frotandome los labios de mi concha.

Estuvimos varios minutos abotonados, no se cuantos, cuando de pronto, sin aviso, un chorro de agua fria congelo mi cuerpo y el de Marte: era Carlos echandonos baldes de agua. ¡Despeguense perros! – grito entre risas Carlos. Me sorprendio tanto que tire para mi lado y Marte lo hizo para el propio, pero el dolor fue intenso. Igual seguiamos pegados. ¡No espera, espera! – le dije a Carlos. ¡No mi amor, hace ya cuarenta minutos que teneis al perro atrapado en tu culo! – dijo Carlos. ¡Cuarenta minutos! – grite espantada. ¡Jamas se saldra de mi, ayyy, que voy a hacer! – dije desconsolada. Un nuevo balde de agua cayo sobre nuestros cuerpos, y aun asi no nos despegamos. Yo tiraba y Marte tambien, pero era tan grande el bulbo, quiza del tamaño de un puño cerrado de un hombre adulto, que era imposible que traspusiera mi esfinter anal.

Carlos me echo agua y agua, hasta que de pronto: ¡PLOP!, nos despegamos. ¡Menos mal! – grite aliviada. Meti mi mano hacia mi culo y casi se me pierde dentro. ¡Me habia dejado una cantera de grande por la dilatacion!. Observe la pija de Marte y era monstruosa de grande y estaba con su bulbo chorreando de semen y resto de caca que se ve que me habia quedado en el culo. Me tire en el pasto agotada, destrozada, pero contenta de haber disfrutado de esta orgia canina. Carlos me dijo que necesito echar unos diez baldes de agua para despegarnos, por lo que dentro del corral se formo un lodazal barbaro.

Me sali de alli y fui a unos baños que habia en la guardia donde me di un baño reparador. Pero lo que vino despues se lo cuento en otro relato, porque les recuerdo que fue un fin de semana y esta orgia habia durado unas tres horas.

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