Rara desvirgada

Lo que voy a contar a continuacíon me sucedió el 14 de Octubre de 1999, cuando yo tenía 19 años. Yo soy un tipo alto, de ojos oscuros y de buen trato con las hembras. Aquél día, yo había quedado en ir a estudiar a lo de una amiga, que es del interior y vive con su hermana en un departamento bastante chico. Debo confesar que yo estaba realmente muy caliente con esta chica, ya que tiene un cuerpo delicioso: tetas enormes, un culo de pelicula y una cara divina (para sus 18 virginales años estaba un diez, realmente muy bien). Es por esto que acepté gustoso la invitación (en general me gusta estudiar solo), y esa misma tarde fui a su casa.

Al llegar, me abrió la puerta y me comentó que pasara sin miedo, que su hermana no volvería hasta el día siguiente. Estaba vestida normalmente, con jeans y una remera que no llamaban mucho la atención, por lo cual a mi ni se me cruzó por la cabeza la forma en que terminaríamos aquella lujuriosa tarde.

Nos sentamos en una mesa redonda, y al cabo de una breve plática, nos pusimos a estudiar Física. Después de una hora de serio estudio, ella me comentó que quería pasar al baño a cagar, pero que le gustaría que yo la acompañara, ya que era una mujer constipada y le costaba mucho desalojar su vientre (tardaba mucho y algunas veces hasta se había desmayado del dolor). Yo quedé impávido ante tal propuesta, y en un principio pensé en decirle que no, pero finalmente accedí a su pedido.

Pasamos los dos al baño y ella enseguida se sacó el jean y sus braguitas y comenzó a pujar para largar el sorete. Al principio medio como que se tapaba su concha peludita con ambas manos, pero con el correr de los segundos se deshinibió y dejó a mi vista esa preciosura. Era un tesoro de los dioses, un manjar que merecía ser deleitado. Tenía unos labios bien carnosos y rosados que parecían pedir a gritos una lamida o un pene. Yo sólo miraba asombrado.

Pasaron cinco minutos y ella seguía sin poder defecar; hacía fuerza pero no podía. Entonces decició pedirme ayuda: me comentó que para facilitar las cosas, generalmente se introducía una especie de consolador de la hermana en el culo (luego lo sacaba y así varias veces), pero que las últimas veces le había causado mucha impresión el hecho de introducírselo ella misma hasta el fondo. Asi que me pidió que yo mismo se lo metiera. Yo ya no podía decir que no, y después de darme el aparatito en la mano se recostó en el piso y levantó las piernas, dejando frente a mi su ano negruzco. Yo proseguí a meterselo, y ella no parecía sufrir; por el contrario, estaba disfrutando la ocasión y a cada minuto que pasaba se excitaba más. Yo sólo miraba su vagina, que comenzaba a destilar jugos. De pronto me frenó y me dijo que ahora si quería cagar. Se sentó pero no pudo; fue sólo una falsa alarma: el consolador no había dado resultado. Debido a mi calentura extrema, yo ya tenía la pija como una ! piedra, y les juro que se notaba mucho (no podía disimularlo de ninguna manera). Ella la miraba ansiosa, pero no se animaba a decir nada. Hasta que la lujuria le saltó desde el fondo de su alma y me dijo: «No serías tan amable de ponermela por el culo, a ver si de esta forma puedo cagar de una buena vez». Yo sin dudarlo repliqué que sí, y en seguida dejé mi verga tiesa (21 cm) al aire libre. Pero yo le comenté que sin un lubricante adecuado iba a ser difícil; ahí mismo me la chupó toda, dejandola bien brillosa y pulida. Yo me sentía en las nubes y no quería que esa boquita se desprendiese de mi falo, pero luego de un minuto me pidió la penetración por el ano. Como ya hacía bastante calor en el baño, ella se quitó la remera y el corpiño, y sus tetas duras quedaron al descubierto. La puse en cuatro patas como una perra y poco a poco se la fui colocando. Al principio, ella gritaba de dolor, y debo admitir que a mi también me dolía la pija. Enseguida nomás la embestí hasta el fond! o y entramos en un mete y saca frenético, que ambos disfrutabamos al máximo. Al cabo de muy poco tiempo tuve un orgasmo adentro suyo y grité como un animal, soltando toda mi leche (era una enorme cantidad, ya que llevaba 23 días sin pajearme) en su interior. Quedamos un rato así pegaditos, y cuando yo saqué mi verga de su agujero anal, ella me dijo que estaba tan caliente que necesitaba un orgasmo ya, y que las ganas de cagar habían desaparecido por completo. Me comentó también que todas las noches se echaba una paja pensando en mi y que deseaba ardientemente coger conmigo y perder su virginidad. Yo casi me muero, ya que esta chica, que era un diez (y que todo el mundo deseaba), me estaba pidiendo sexo. Antes de introducirle mi pija, le chupé bien su chuchita, esos labios carnosos, y por supuesto le froté su clítoris, cosa de dejarla bien excitada, pero sin llegar a su primer orgasmo. La acomodé en el piso y coloqué sus piernas sobre mis hombros, dejando la entrada a su gruta ! despejada. Es imposible describir lo que sentí cuando comencé a metersela; fue algo magico. Toda su vagina empezó a tragarse mi verga muy suavemente, y yo sentía una gran presión en los laterales de mi chota, que finalmenté destruyó su himen y entró hasta el fondo. Ella gritaba como una desenfrenada y daba alaridos como si estuviese pariendo, pero pronto se estableció y empezamos a coger, suavemente al principio pero acelerando. Me dijo: «siiiiii…….soy toda tuya!!!!!!quiero más, más fuerte, quiero guerra!!!!!!!!!!» y tan solo 30 segundos después de haberla desvirgado tuvo un orgasmo que casi la mata. Gritó como nunca. Chorrearon jugos de todos los colores y olores, con lo cual yo me excité más y aceleré el ritmo del pone y saca. Cuando sentí que me venía por segunda vez, frené un poco, pero ella no me lo permitió y me pidió que siga con todo. Tuvimos un orgasmo de película los dos al mismo tiempo, que nos llevó casi a otra galaxia. Fue increíble sentir tantos gritos, pero ! más me impresionó su cara mientras acababa.

Para coronar una tarde espectacular, ella me dijo que las ganas de cagar habían vuelto, pero que no tenía fuerzas para levantarse. Entonces se acomodó un poco de costado y empezó a defecar. Yo coloqué un poco de papel en el piso, cerca de su ano. A mi esto me excitó muchisimo. De pronto, comenzó a salir de su agujero mucho semen, acompañado de una cantidad importante de bosta sin ninguna dificultad, pero toda recubierta de la leche que yo mismo le había introducido.

KPanga

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