Nicole me dio, morbosa, un beso en los labios. Estaba igual de preciosa que el día que la conocí. Rubia, el pelo corto , con unos enormes ojos azules, nariz recta, boca de labios sensuales, delgada pero con un par de lolas de las que hacen que la gente se quede extasiada mirándolas. Una remera azul cielo, unos jeans negros y unas sandalias negras de taco alto era su vestimenta.
– Ha pasado un montón de tiempo. Quedamos en vernos…y algo más,… pero no me llamaron. Así que cuando tu marido me propuso este trabajo y me preguntó por otra chica, yo le dije que por qué vos no jugabas ese rol de putita de lujo. La verdad es que me apetecía verte.-
Estábamos en la confitería del hotel Sheraton con un cortado cada una , teníamos por delante tres días escasos para estar juntas y vivir una divertida , sexy y perversa aventura que sólo al malvado de mi marido se le podía haber ocurrido y también sólo una esposa como yo habría aceptado.
Cuando conocimos a Nicole pensamos en hacer un trío con ella, pero la vida se complicó. Vinieron mis padres, luego los de mi marido, la llamamos, estaba de viaje, viajamos nosotros, me lié con una vecina peruana, ( a mi me marido no le gustaba , decía que era muy machista y un poco tonta, tenía razón) me quedé embarazada, nació la niña, luego apareció Vero mi vecina, mi amiga, mi amante. En fin que en cuatro años no habíamos vuelto a vernos y teníamos una cuenta pendiente.
-Mi marido ha dicho que volverán a media tarde , son las doce, qué querés que hagamos.- pregunté , al fin y al cabo la prostituta profesional era ella.
– Nada de lo que estás pensando… para eso habrá tiempo. Lo mejor es que subas tu maleta a mi habitación, vemos lo que has traído por si necesitas algo y hay que comprarlo. Después nos ponemos los bikinis y a la pileta, una ensaladita y a esperar a los machos. Ayer, a la noche, le dije a Joe , que vos eras una amiga mía que te ocuparías de Lalo y que vendrías hoy. Que Lalo tenía que dormir con su “jermu” antes de salir de viaje. Por eso lo normal es que dejes el maletín en nuestro cuarto.-
– Vos mandas…¿ cómo es Joe?.-
– Pues un tipo de unos cincuenta, ni feo ni guapo, cubano de Miami, habla bien español y poco más….Porque ayer , venía derrotado, y después de la cena , sólo me pidió que le hiciera una mamada. La tiene gorda. Hoy , tu marido ha venido con el alba , y se han ido. Esto es una aventura para vos,… para mí un trabajo, que espero sea divertido y lo pasemos bien. Así que abre tu mente y vamos a ver que has traído y luego a darnos un chapuzón.-
Subimos al cuarto de ella y el tal Joe, yo había llevado una maleta de las que puedes llevar contigo del avión. La abrí, Nicole miró lo que contenía.
Una pollera azul con vuelo, ocho dedos por encima de la rodilla, dos blusas una de lino negra y otra de seda blanca, un vestido corto, rosa con flores rojas estampadas que se anuda en el cuello y deja la espalda desnuda y que no necesita plancha. Tres tangas blanca, negra y color carne con corpiños de aro y calados a juego, dos bikinis , uno blanco, otro negro, que se podían usar como ropa interior. Unas sandalias de taco bajo, por si había que andar y unas medias negras de red que se fijan al muslo. Un lápiz de labios, rímel para las pestañas, dos aros grandes de plata y nada más.
– Lo demás lo pone el hotel, peines , cepillos de dientes. Creo que con esto y con lo que llevo puesto, ( llevaba un jean negro y una remera rosa) , me da para estos días hacer mi papel de….-
– De puta, no te cortes. Vienes a trabajar de puta, aunque sea con tu marido. A lo mejor tenemos que comprar algo, en función de como se de la cosa. Anda, vamos a ponernos el bikini para ir a la pileta.-
Nicole empezó a desnudarse, yo la imité, llevábamos el mismo número de prendas, remera, corpiño, jeans, tanga , así que nos quedamos como Dios nos trajo al mundo a la vez.
Había un espejo grande, vi nuestros cuerpos reflejados en él y no pude menos que decir:
-Nicole, ¿no crees que no tengo ni edad ni cuerpo para ese rol?. Tengo 38 años y dos hijos.-
-¡Que falsa sos!. Estás muy bien, pero que muy bien, tienes buenas lolas, no tenés tripa, la cola levantada, vamos te das un aire a la Hayek, que dicho sea de paso es mayor que vos. Estás suculenta.-
-Como dice mi marido, ahora me he puesto voluptuosa, que es como decir gorda y encima soy bajita. Vos si que estás preciosa, pareces la Stone de joven.-
– Elena, no te preocupes , que además vas a estar con tu marido…o.. ¿es que esperas otra cosa? . A mi , tu chico me encanta. Así que si querés vicio , vicio tendrás. Pero estas muy linda, apetecible.-
– No es eso, es que me da vergüenza hacer un mal papel a tu lado. Vos sos un monumento.-
A todas nos pasa que cuando estamos con otra mujer, nos comparamos y si es mucho más hermosa, pues nos acompleja, eso me pasaba a mí.
Un fondo económico quería comprar un edificio que la empresa de mi marido tenía en construcción. El venderlo de una tacada era una operación muy buena. Al enviado del fondo le gustaban las putas, y le había pedido a mi marido una, así él había vuelto a contactar con Nicole. Pero el tipo sostenía que era imposible negociar si él cogía y el que negociaba con él iba de puro, que también tenía que viajar con otra gata. Y ahí entraba yo, como la putita contratada para mi marido.
Había algo más, Lalo y yo, llevábamos una temporada sólo cogiendo, sin los múltiples juegos a los que él me había habituado y que me encantan. Mientras nos poníamos el bikini y bajábamos a la pileta pensé que toda aquella aventura tenía que ver con un juego erótico que nos iba a permitir reverdecer nuestra pasión.
Nicole y yo almorzamos, tomamos el sol y nos bañamos. A medida que pasaba el tiempo me iba encontrando más segura. No era una jovencita pero viendo cómo me miraban los hombres que estaban en la pileta, podía hacer mi papel de puta fina.
Avisaron a Nicole, fuimos a la habitación, allá nos esperaban Joe y mi marido.
Nicole me presentó . Joe me estudió como un tratante al ganado que va a comprar y me dio un beso en la mejilla, aprovechando para ponerme las manos en la cintura y apretarme contra él, después las manos bajaron a mi cola, apenas cubierta por el bikini.
-Es una mujer muy bien armada.-
Mi marido miraba divertido, me separó del americano y me besó, casi en la boca. Recorrió con el índice el camino de mi ombligo a mis senos, bordeando el top. Un escalofrío me recorrió, mis pezones se pusieron duros, ese jugar a que no nos conocíamos y que había pagado por mí, para hacer lo que quisiera conmigo, me estaba excitando, así que me pegué a él y le comí la boca.
-Creo que tienes razón, es una gata muy caliente. Gracias , Nicole, por traerme esta joyita. Joe, son las seis , quedamos abajo a las ocho y media para ir a cenar y ver un espectáculo de tango. Creo que voy a aprovechar que esta nena está pidiendo guerra. –
Mi marido agarró mi maleta, me tomó por la cintura y salió camino de su habitación. Estaba enfrente de la del americano. Yo estaba empapada de lujuria. Abrió y como si fuera un paso de baile me hizo girar hacia la cama. Yo me tumbé, antes que él se acercara , ya me había bajado la bombacha de la malla.
-Por favor, fóllame.-
Necesitaba que me poseyera. No se hizo rogar, estaba tan caliente como yo. Se había abierto la bragueta y la polla asomaba poderosa. Tiró de mí de modo que sólo me quedó la espalda en la cama, me agarró por los tobillos, me abrió y entró en mi. Su verga se deslizó en mi vagina húmeda y sentí contra mis labios púbicos la tela de sus pantalones. No se preocupó de mi placer, sólo del suyo en un mete y saca salvaje, pero no hacía falta, porque yo apenas necesitaba que me follara un poco, me había ido poniendo cachonda durante todo el día, antes de que él acabara yo ya me había venido. Mi marido estalló apenas unos segundas tras de mí. Nos quedamos abrazados.
-Elena, ¿ cómo estás? . ¿ te atreves a seguir?-
-Si, cariño. Creo que esta aventura nos viene bien. Nos va a poner las pilas , a unirnos más…-
-A darme cuenta que tengo una putita en casa, no sólo a una madre maravillosa y una esposa de comerla.-
-Bobo.. hablando de madre. Vamos a llamar a casa para ver como están los niños, aunque seguro que mis padres dicen que estupendo.
Llamamos como si estuviéramos en Uruguay, donde íbamos a ir el día siguiente. La casa estaba en orden.
La boca de mi marido iba recorriendo mi vientre hasta llegar al top del bikini, lo soltó dejando mis senos al aire, sus dientes me mordisquearon los pezones. Mi mano bajó hasta el clítoris, me empecé a masturbar. Quería hacerme una paja, y que Lalo me viera, que se diera cuenta que en el juego de los próximos días su mujer iba a ser una fiera de sexualidad.
– Me encanta ver como te pajeas. Eres una putita que sabe lo que me gusta .-
El me imitó tocándose la pija que volvió ponerse dura.
– Chúpamela. –
Le obedecí sin dejar de masturbarme, él me agarró la cabeza para que llevara el ritmo salvaje que deseaba. Mi orgasmo llegó, y entonces le agarré la polla y le masturbé al tiempo que se la mamaba.
Me llenó la boca con su semen y me tiró de los pelos para que le besara y poder saborear su propia leche.
Nos quedamos un rato abrazados. Había sido muy rápido pero intenso. Le miré los pantalones abiertos y me reí.
-Ya te puedes cambiar y en Uruguay llevarlos al tinte , están perdidos de babas y flujos. –
Se desnudó, mientras yo abría la cama, luego nos juntamos mimosos. El tiempo pasó sin darnos cuenta, faltaba media hora para la cita cuando corrí a la ducha , me lavé , cuando salí a secarme el pelo entró Lalo.
– Tienes la ropa encima de la cama.-
En verano llevo el pelo a lo paje, apenas tres dedos bajo las orejas, como es liso, no tengo problema para peinarme. Me di rimel en las pestañas, me pinté los labios y me puse los aros, desnuda me acerqué a la cama para vestirme. Cuando vi la ropa, me di cuenta que mi marido quería seguir con el juego. El corpiño de aros, color carne y transparente, la tanga del mismo color, la pollera azul marino y que al sentarme muestro mas medio muslo, en cuanto me cruzo las piernasy la blusa blanca, semitransparente, que se me ciñe como un guante, remarcando mis curvas.
Cuando me vestí , con las sandalias de taco alto, me dí cuenta que era una bomba, bajita , pero mortal de pura sexualidad.
Mi marido iba en vaqueros como dice él, camisa azul cielo y el saco gris del ambos que llevaba antes del polvo salvaje.
Bajamos al bar, Nicole y Joe nos esperaban. Ella con un vestido camisero corto, semiabierto, que dejaba ver sus piernas y el canal de los senos. Joe iba de traje negro y camisa blanca . Estaban tomando un güisqui. Ella me besó en la boca, al igual que a Lalo, Joe no se quedó atrás y también me besó aprovechando para tocarme la cola. Acabaron su copa mientras mi marido iba a ver si estaba listo el remise que nos iba a llevar a Señor Tango, un lugar para turistas que quieren ver un espectáculo típico argentino.
Mi marido se sentó adelante y el americano entre nosotras dos. Nos pasó los brazos por el hombro, de modo que las manos cayeran sobre nuestros pechos. Sus dedos en la oscuridad del coche buscaron mi pezón derecho, y lo apretó tomando posesión como si fuera de su propiedad. Nicole me miró, recordándome que yo era un puta, así que no podía decir nada. Yo no pensaba protestar, es más me encantaba el rol que estaba jugando.
Cuando llegamos , al bajar, Joe le dijo a mi marido:
– Tu nena tiene unas tetas fabulosas.-
Lalo sonrió y me tomó del brazo, yo me recosté sobre él para que notara mi cuerpo que ya estaba pidiendo guerra. La mesa estaba cerca del escenario, nos sentamos y enseguida nos sirvieron champagne.
– Porque disfrutemos en los negocios , tanto como con nuestras gatitas.-
Dijo mi marido al brindar. Sabe ponerme cachonda, a mi lo de gatita me pone, saca la putilla que hay en mí.
Nicole aclaró agarrando mi mano sobre la mesa:
-Acá a las chicas como nosotras se las suele llamar gatas.-
Pensé en mi apodo literario y sonreí, Joe lo tomó como una invitación y me puso la mano encima de la pierna,me subió un poco la pollera hasta que me tocó arriba del muslo. La tenía cálida, seca, no pude evitar que me gustara y me excitara. Mi marido se dio cuenta y le imitó con la pierna desnuda de mi compañera.
Lalo ordenó la cena sin preguntarnos, ya sabía lo que le gustaba a su cliente. Mientras comíamos y bebíamos empezó el show, estábamos en silencio, con muy baja luz. De vez en cuando las manos desaparecían bajo la mesa. Mi compañera se había centrado en su cliente, tocándole y haciendo que la tocara. Lalo me agarró la mano y me la puso encima de su verga y metió la suya entre mis muslos. La comida, el vino, la música y el tocamiento iban a la vez. Nos estábamos poniendo más y más calientes.
Joe sacó dos píldoras, se metió una en la boca , bebió un trago y le dio otra a mi marido que le imitó.
– No es viagra, es una pastilla que te la pone como un caballo.- dijo en voz muy baja. A mi me hizo gracia la expresión, y me hizo recordar, cuando era poco más que una niña, como me excitaba ver cuando los caballos cubrían a las yeguas, en el campo de mis tíos.
Acabó el show, dada la mesa que teníamos, y que nosotras destacábamos, los artistas nos sacaron a bailar. Yo no soy buena en el tango , me di cuenta que Nicole sí, y cosa curiosa también el americano, mi marido es como yo poco dotado para la danza. El bailar para él es un principio de meter mano.
Yo estaba deseando volver al hotel y destrozar a mi chico, pero nuestros compañeros eran bailones y se pegaron unas piezas en la pista.
Mientras mi marido pagaba, su cliente quiso saber cuanto costaba, Nicole me obligó a salir a la pista, sólo quería dar el espectáculo de dos mujeres en el tango que es algo terriblemente erótico. Ella me tenía que llevar. Mientras me besuqueaba la oreja me susurró:
– Elena, vos has nacido para esto. Tenés un cuerpo y unas ganas de puta aficionada que asusta.-
Al separarnos fui yo la que le di un pico en los labios.
Nos esperaba el remise. Mi marido adelante, atrás entró Nicole, luego yo que quedé como una loncha de jamón en un sandwich, con Joe a mi izquierda. Apenas arrancó el coche, mi compañera se recostó en mí y me agarró la mano llevándola a su entrepierna, tenía el tanga empapado. Pero antes de que me diera cuenta el americano entró en acción. Tomó mi mano libre y la puso sobre su bragueta, casi doy un brinco al sentir la dureza de la tranca y al tiempo me metió la mano entre los muslos tocando mi sexo a través de la mojada telita del tanga.
El viaje fue un infierno de placer, yo pajeaba, ellos me pajeaban, y yo cada vez más caliente, a punto de estallar. Justo en el cruce de la 9 de julio y Libertador, los dedos de Joe retiraron un poco mi tanga buscando mi cueva que rezumaba pasión. Yo le imité metiendo dos dedos en la concha de Nicole. Los sacamos al girar en Retiro para entrar en la rampa del hotel. Lamí los dedos saboreando la intimidad de mi compañera , al tiempo que el americano hacia lo mismo.
Bajamos, mi marido lo citó para la mañana siguiente para poder ir Aeroparque, me tomó de la mano, y subimos a nuestro piso. Yo estaba deseando coger, estaba totalmente cachonda, necesitaba que me la clavara.
Nicole se soltó de Joe, que la llevaba del hombro y vino hacia nosotros que estábamos junto a la puerta de la habitación, me dio un pico en los labios y BESÓ a mi marido. Lo he puesto con mayúsculas porque fue un devorarle, con los ojos cerrados, empotrada a él, metiendo su muslo entre las piernas de Lalo , para restregar bien su polla. Mi chico me miró con morbo, supe lo que quería.
El americano tiró de mí para besarme, y yo me dejé hacer, pegada a él, mi lengua buscó la suya en un morreo profundo, mis tetas se incrustaban en su pecho, sus manos apretaron mis nalgas haciendo que nuestras pelvis entraran en contacto, yo me movía sintiendo la dureza de su verga contra mí. Estaba con los ojos cerrados, sabiendo que mi marido me miraba y se estaba poniendo a mil.
Ellos nos separaron para poder ir cada pareja a su habitación, al hacerlo y cuando todavía estaba a su alcance Joe me dio un azote fuerte en el culo diciendo:
– Futuro socio , ¡menuda hembra te llevas.! –
Apenas entramos nos besamos con una pasión morbosa que hacía tiempo no vivíamos.
– Por favor, cogeme bien cogida.-
– Nena, es lo que estoy pensando y además no sabes cómo la tengo, esa pastilla te la pone como un caballo.-
– Sabes que yo soy tu yegua.-
Nos separamos mirándonos con hambre. Él se quitó el saco, yo la pollera, él la camisa, el pantalón y los mocasines mientras yo me quitaba la blusa. El calzoncillo era una tienda de campaña, sonreí viendo su enorme erección. Me solté el corpiño, y moví los hombros para que mis lolas entraran en oscilación. Tenía los pezones duros y grandes, estaba empapada, él se quitó los calcetines sin dejar de mirarme y relamiéndose los labios con aire de sátiro.
Y al tiempo fueron al suelo tanga y calzoncillo.
Uauuu, tenía la polla dura, hermosa, dispuesta a la batalla , le guiñé un ojo, y me fui simulando un trote hacia la cama, me puse en cuatro e imité un relincho.
– Tu yegua te espera.-
No tuve que esperar, se paró tras de mí , apoyó el glande en la puerta de mi vulva y entró de un golpe. Yo estaba tan mojada que el ariete se deslizó con toda facilidad hasta el fondo, Sentí el golpe de sus huevos contra mi carne ardorosa.
Me agarró por la cintura y empezó a clavarme su estaca una y otra vez, me movía llevando un rimo despiadado, casi la sacaba y luego la metía hasta lo más profundo de mi sexo.
Yo estaba cachonda perdida y no necesité mucho de aquel mete y saca para entrar en el camino del orgasmo que me llegó como un torrente.
– Gatita, ¡cómo estabas de caliente!. Se ve que te va el papel de putilla.-
– Me va porque a ti te excita , te gusta ver como es de golfa tu mujer.-
La tenía dentro, llenándome, habíamos parado. Había descargado su leche dos veces en la tarde , así que le iba a costar volver a soltar su semen, pero aquella pastilla milagrosa se la había dejado como una piedra y decidí aprovecharla a tope.
Moví el culete para que se diera cuenta que su nena quería más.
– Tu potra necesita su macho. ¡Dame más!, mi vida.-
Me dio un par de azotes , no fuertes pero sí sonoros, y fueron como la señal de salida en mi carrera. Fui yo la que empezó a ir a delante y atrás haciendo que la viga de carne dura me recorriera la vagina llenándome de placer. Lalo estaba quieto, era yo la que estaba cogiendo como una bestia lujuriosa.
Mi marido comenzó a darme nalgadas al ritmo de mis acometidas, como a una yegua para animarla al galope. Yo cada vez iba más deprisa, volvía a estar avanzando hacia otra explosión de lujuria.
– ¡ Cómo gusta! ¡ Qué lindo!….aaaayyyy….ay…ay…ayyy ay..ay.-
– ¡Hostias ! Esa pastilla es como un milagro….¡Qué pedazo de yegua eres!…Te vas a volver a correr…¿Verdad, nenita?-
– Siiii….estoy empezaaaando.-
Mi marido con la polla hasta dentro se movió en cortos empujones que hacían que su cipote llegara al fondo de mí. Y volví a venirme y él con la tranca dura.
Yo no podía más, me di cuenta que el pucho me impedía seguir corriendo aquella carrera de sexo. Así que salí de mi macho, me paré frente a el y lo besé.
– Tumbate y deja que tu mujer te ordeñe.-
La polla de Lalo estaba mojada de mis flujos y apuntaba al cielo, la agarré por el glande y empecé a masturbarle con rapidez , quería que soltara toda la leche que le quedaba. Era un acto higiénico, que buscaba descargar su tensión, evitar que tuviera un dolor de testículos de puro calentón.
Mi arriba y abajo era fácil, la mano deslizaba con suavidad por su verga lubricada, y yo de nuevo me estaba excitando, aquella paja me ponía, así que con la derecha se la meneé y con la izquierda me dediqué a hacerme un dedo, el índice en mi clítoris.
– Elena , me voy a correr.-
Me la puse en la boca, para beberme su semen y aceleré mi paja, no quería acabar mucho más tarde que él.
– YA, ¡Dios que gusto!-
Su leche me llenó la boca, mi marido me tiró del pelo para que mis labios acudieron a los suyos. mientras me besaba , yo seguía tocándome hasta que me estremecí en la acabar del placer.
– Nena, estos días van a ser pletóricos….pero mañana salimos del hotel a las siete y media, y son casi las dos.-
– Las maletas están hechas, y creo que con todo lo que hemos cogido nos vamos a dormir en un tris tras.-
Y lo hicimos. Por la mañana , nos duchamos a la carrera, nos vestimos y salimos camino del automóvil que nos llevaría al aeropuerto. Facturamos las maletas de Lalo, Joe y Nicole, la mía era pequeña y no era necesario hacerlo, y con las tarjetas de embarque en la mano, nos tomamos unos café con leche y unas medias lunas.
Embarcamos, los dos hombres juntos hablando de trabajo, nosotras medio dormidas, apoyadas la una en la otra.
Mientras recogíamos el equipaje , mi marido buscó el coche que nos esperaba en el que metimos las maletas y fuimos hasta el hotel: otro Sheraton, Nos acompañaron a la recepción , pidieron las llaves y nos dieron unos besos de despedida.
– Chicas , nosotros estaremos liados hasta tarde. Os dejaremos un aviso donde cenamos, creo que en el Mercado del Puerto. – nos dijo mi marido, andando hacia la salida.
– Tengan unos dólares por si quieren comprar algo. – Y nos dio 200 dólares a cada una, al tiempo que añadía .- Si quieren, deshagan las maletas.-
La mujer de la recepción nos dio las llaves y nos preguntó si queríamos que nos subieran el equipaje, dijimos que sí y yo añadí que me mandaran yerba, un termo con agua , estaba segura que mi marido había traído el mate.
Llegamos a las habitaciones, se veía el río, estaban juntas, había una puerta cerrada de comunicación entre ellas.
Nos vemos en un rato. Necesito tomar mate y hacer de cuerpo…con las prisas no he evacuado por la mañana.-
Elena, no te hagas la fina, que vas a hacer es cagar y el mate ayuda. Luego vemos qué hacemos…pero te quiero decir una cosa..Joe quiere garchar contigo, por eso te ha dado el dinero, marcando el territorio. Cuando estés lista , me vienes , dejo la puerta de comunicación abierta.-