EL TORO Y YO

Esta historia es una historial real.

Me encontraba en mi primer año de estudios profesionales, como toda mujer nueva, tenía mi grupo de estudio, un par de amigas con las que andabamos juntas mucho rato, comentábamos de todo, incluso de hombres, nuestro preferido era Carlos, le decíamos el Toro, porque parecía un Toro con su pecho amplio y su fuertes brazos, era un chico un par de años de estudio más avanzado que nosotras.

Un día al final de semestre, nos dirigimos solamente a averiguar por unas notas definitivas, normalmente nos tocaba ir con un uniforme, pantalón verde habichuela y una camisa blanca, pero ese día ibamos informales, yo tenía puesta una cortísima falda, que tapaba solamente lo necesario. Llegué, me dirigí al segundo piso y recogí mis notas, al bajar se encontraba el Toro con un grupo de amigas del sememestre riéndose y molestando, no sabía porque me parecía que se reían de mí. En ese preciso instante él se puso serio me metió una mirada que me estremeció toda, «Que tipaso» pensé yo, se dirigió a mí, caminaba y traía de su mano a una de las compañeras, dijo:

– Dile! –
– No, Qué tal??-
– Es que cuando subías al segundo piso, no pudimos evitar ver tu ropa interior.-
– Qué?? – respondí yo. –
– Si, así como lo oyes, tienes puestos unos panties blancos con florecitas rosadas y son del tipo tanga que se te meten todos, cierto? –
– Estúpido – dije y me alejé de él – pero era cierto, esos eran mis panties.

Me fuí brava, al llegar al carro lo pensé con cabeza fría, y me dije «El me miró, debe ser que le gustó, lo habré excitado?»

– Espérate, Brigitte – era su voz. –
– Que pasa? Me viste los brasieres ahora o qué? – respondí. –
– No, nada, quería pedirte disculpas, no era mi intención ofenderte, solo que me molesta la gente hipócrita que no es capaz de decir las cosas de frente y se la pasan hablando mal de los demás. –
– Y?. –
– Bahh, solo quería disculparme, adios. –
– Espérate, estaba de mal genio, tienes toda la razón, cómo te llamas?. –
– Carlos. –
– Mucho gusto, Brigitte. –
– Hola Brigitte, para disculparme te invito al cine mañana, qué dices?. –
– Listo, me llamas?. –
– OK.-

Le dí mi número de teléfono y quedó de llamarme al día siguiente en la tarde, mañana sería jueves, se fué. Al irse pude ver su trasero, era un chico bien formado, su apodo del Toro no le caía mal, hasta rabo de toro tenía, parado y salidito, que hombre más sexy, unos bellos ojos cafés y cara linda, era el hombre con que toda mujer soñó alguna vez.

Llegué a mi casa, llamé a mis amigas y les conté todo para que se murieran de la envidia, me acosté, pensaba solo en él. Llevaba mi pijama, un camisón largo y mis panties, me preguntaba que pensaba de mí? Me empecé a excitar, me sentía nerviosa, una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo, ya sabía como calmarla, encendí el TV, pasaban, atracción fatal y estaban en la escenna en que el protagonista (Michael Douglas) toma a su amante en un lavabo y le hace el amor de manera ruda y salvaje, no me pude contener más, pensaba en él, en su cuerpo, en sus brazos en su mente, en todo, me tocaba mis senos, apretaba mis pezones, me calentaba más y más, sentía enrojecerse mi cara, pensé que estallaría, sentía la sangre fluir por cada uno de mis poros, los cachetes se me calentaban, mi cara estaba caliente como en mucho tiempo, llevaba 3 meses sin sexo y 6 sin masturbarme.

Mi mano izquierda se dirigió en busca de mi vagina, me acaricié los labios empezaba a humedecerme, sentí que mis liquidos fluían dentro de mí, no me podía detener, mi mano derecha cambió de seno, me apretaba muy duro, me mordía el labio inferior de mi boca con mis dientes, estaba deseosa ansiosa, que se sentiría tener ese Salvaje Toro dentro de mí, debía tener una cosisíma de tal tamaño que me haría gritar de dolor. Mis dedos empezaron a meterse uno de detrás de otro dentro de mí, empecé lentamente a buscar mi clítoris, lo acaricié y empecé el balanceo y el movimiento de mis manos, me estaba dando el mayor placer de mi vida masturbatoria, pensaba en él repetía su nombre y me agitaba, sentí que mis senos se calentaban también, mis líquidos cálidos estaban llegando a la sabana, toda mi mano estaba mojada, me levanté, me dirigí al baño, me senté en la tasa, me podía tocar mejor. En el camino me excité más, sentía que el climax llegaría en cualquier momento, y así fué, apreté mis senos con toda la fuerza que tenía en mi mano derecha, mi mano izquierda no detuvo sus movimientos, antes se agitó más y más fuerte quería más, tuve 1, 2,3, 4 y tal vez más orgasmos, allí no me quería detener. Guauuu que pajiada, sexo, paz, que tranquilidad sentía ahora, al acabar me lavé y me fuí a dormir. Que bien estaba ahora, dormí como una bebe.

Jueves 5 de la tarde, suena el teléfono:

– Alo??. –
– Alo, si??.-
– Brigitte… Por favor. –
– Si, con ella. –
– Hola, cómo estas?? Habla Carlos. –
– Bien y tu???. –
– Bien. Mira te recogo ahorita a las 7pm para que vayamos a un cine al norte. –
– Listo, tienes mi dirección??.-
– Si, aquí la tengo, la que me diste ayer junto a tu teléfono, es la misma hoy?. –
– Si, claro bobito… – Risas. –
– Entonces quedamos así?. –
– Listo. –
– Adios. –
– Bye. –

Corrí a bañarme para después vestirme, estaba en pantaloneta y camiseta. Y sabía que ponerme: Otra mini que tenía separada especialmente para él, tal vez quería verme los panties hoy también. Llevaba una blusa de esas que dejan ver el ombligo y tienen un profundo escote, mis panties eran gricesitas con puntitos blancos, tangas por su puesto, y mi bra era de los normales, no necesitaba Wonderbra, porque me había hecho operar, tenía silicona, y modestia aparte me quedarón unos senos lindísimos, parados, redondos, un poco duros, pero muy sexis, eran la admiración de todos los hombres que los veían. El uniforme no me dejaba mostrarlos mucho, pero esta noche sí. Jueves 7 de la noche: Oí llegar un carro, me asomé por la ventana del segundo piso, lo ví bajarse del carro, le grité:

– Hola Carlos, espérate un momento que ya bajo y nos vamos. –
– Esta bien. –

Me puse perfume, los tacones (la altura no era uno de mis fuertes), me miré al espejo por última vez, y me dije a mí misma «No se me puede escapar». Nos fuimos, llegamos al cine y había un cola larguísima, (mejor, decía yo, así nos podríamos ir a otro sitio). El propuso que fuéramos a un mirador muy famoso en la ciudad. Yo acepté, sabía cuales eran sus intenciones, no me importaban, me moría de ganas por sentir su pene dentro de mí, estaba ansiosa.

Yo ya habia ido allí con otros chicos, pero nunca habia pasado nada, me parecía que el mirador era más fama que realidad. Llegamos, nos pusimos a hablar de varias cosas, la universidad y esas cosas, me contó que no tenía novia, ella se había ido para europa. Yo llevaba 6 meses sin novio, me dejó porque no quise probar el sexo anal, no lo dejé y prefirió irse. El no me lo podía creer, y se interesó por el tema, me empezó a preguntar acerca de mi vida sexual, a que edad la perdí, que me gustaba, que odiaba, esas cosas. Su interés despertó mi excitación, ví que se retorcía en el carro, su erección era inocultable, me calenté más, recordé la escena de bajos instintos del cruce de la pierna, aunque yo llevaba calzones sabría que él no resistiría eso, hice el cambio de posición de las piernas lentamente y me fijé muy detalladamente en su reacción, sus ojos se brotaron, se le querían salir, no se porque, pero se mandó la mano derecha a su pene y se lo acomodó, debía estar mal acomodado. Mis senos se endurecieron, miré por el espejo retrovisor, mis pezones sobresalían, se notaba que estaba excitada, le pregunté:

– Qué pensaste de mí al ver el otro día mis calzones?. –
– Qué pensé? Que te veías muy sexy, que tal vez no habías depilado muy bien y no tenías pelillos en esa parte, tienes?. –
– No, cómo lo sabes?. –
– Para poner esas cosas tan pequeñas, no se debe tener pelos. –
– Y tu tienes pelos en tu cosa?. –
– Yo no. –
– Tu no???,.- Dije sorprendida – Los hombres nunca se depilan allí. Eres el primero que conozco que es calvito. –
– Ya ves… –
– Y que más pensaste??. –
– Nada, que me calentaste mucho desde que se fué mi novia hace una semana, no me excitaba tanto, pensé en ti y apenas llegué a mi casa me dí una pajiada de rechupete. –
– Por qué?. –
– Estaba muy caliente y tu? Te masturbas?. –
– Yo?. –
– Si, tu… –
– A veces… –
– Cuándo fué tu última vez?. –
– Anoche. –
– Por qué?. –
– Estaba excitaba viendo una película – mentí.-
– Cuál?. –
– No recuerdo. –
– Y hoy tienes uno calzoncitos pequeñitos también???. –
– Si, por qué?. –
– No se… –
– Te los dejo ver, si me dejas ver tu cosita calva – No podía creer lo que estaba diciendo y haciendo, era la primera vez en mi vida que tomaba la iniciativa. –
– Seguro.

El Toro se mandó sus manos a su jean, se bajó el cierre, no lo podía creer grité:

– No, no, era molestando. –
– Demasiado tarde. – Se desabrochó y se bajó el jean, sacó su cosa, guauuuu, como lo imaginaba, el Toro estaba igual que un Toro, una cosa roja, parada dura y larga, la tomó con sus manos y la movió hacia un lado). –
– Si ves?? Ni un pelo. –
– Ya veo, podrías taparte por favor??? Alguien podría venir y quien sabe que pensaría. –
– Tu turno – Dijo mientras quitaba las manos de su cosota. Su verga sobresalía, creo que era más larga que sus dos manos tomándola, y de un ancho que de solo pensar tenerla dentro de mí sentí dolor.-
– Pero primero tápate. –
– No, hasta que tu no me muestres lo que me prometiste. –
– Ok. – Con mis manos tomé los costados de mi mini y la levanté de forma tal que él pudiera ver todos mis panties. –
– Hermosos… Ahorita date una vueltita para verte el traserito. –
– Aquí?. –
– Si, ya. – Como pude en la incomodidad de su auto me dí la vuelta y le mostré mi traserito. –
– Esta noche me daré otra pajiada. – Dijo mientras se cerraba el jean.-

Al terminar de subir su cierre se acercó a mí, y me dió un beso, me tomó fuertemente con sus brazos. Me acarició la cabeza, (besaba excelente) tomó un pequeño aire y siguió besándome, me besó más profundamente, se sentía muy bien. Con su otra mano me cogió un seno y lo apretó, me quería morir, no sabía que estaba haciendo, bajó su mano y la metió entre mis piernas, las movió y las separó un poco, corrió mis panties y sintió que estaba húmeda… Me susurró:

– Quieres???. –
– Si hazlo, duro y salvaje como un Toro a una Vaca, pero aquí no. Que no!!!!! jaaaa…-

Me tomó fuerte, me volteó y quedé de espaldas a él, soltó el botón que agarraba mi minifalda, la arrojó al asiento de atrás seguí yo de espaldas, cuando sentí su verga hirviendo en medio de mis nalgas, me tomó por lo senos y me llevó hacia él. Estaba de espaldas a él con su verga en mi traserito, acostó el asiento del pasajero de forma tal que quedaba como una cama, allí me lanzó bruscamente sobre él. Se quitó la camisa, se bajó los jeans hasta la rodilla, rompió mis calzoncitos, los arrojó al asiento de atrás, desabotonó mi camisita, le dije que tuviera cuidado de no romperla, no pudo desabrochar mi bra, tuve que prestarle ayuda, cogió mis senos con sus dos manísimas, los besaba, los mordía, los lamía, me estaba matando de ganas por sentirla adentro. Yo ya estaba lo suficientemente caliente no podía esperar más, le dije:

– Hazlo ya, dame duro. –

No tuve que decirlo 2 veces, procedió a meterme su gruesa y larga verga dentro de mí, como me imaginé estaba a punto de dolor de placer y dolor, era extraño, quería más y más, me la metió poco a poco al comienzo, yo había yo tenido mi primer orgasmo solo con sentir su cabeza adentro, yo gemía mucho, después como se lo pedí, fué rápido y duro, duro, duro, duro, me la metía más y más adentro. Mis labios no podían coger todo eso, la sentía al final de mis ovarios, no lo podía creer, yo podía con todo eso dentro de mí. Me la metió y sacó por un espacio de 10 minutos, gemíamos, gritábamos, me apretaba los senos duro, se sangoloteaba de una manera ruda, me sentía una vaca cabalgada por un fiero y arrecho Toro, sentía sus huevos chocar contra mi piel, estaban duros y fuertes, oía el golpeteo de mis nalguitas contra sus zona genital. Que duro me estaba dando!!! Me gustaba, tenía mis piernas alrededor de su trasero, lo empujaba más, esto lo excitaba, me dió todo su semen dentro de mí, lo sentía bañarme bien dentro de mí. El hacía gestos de placer, alcanzaba el orgasmo, para mí sería el tercero y cuarto, pero no estaba saciada quería más.

Cuando me la sacó procedí inmediatamente a metérmela toda a la boca, no me cabía, pero le exprimí las últimas gotas de semen y me las tragué. Se la chupé, se la mordisqueé, se la besé, chupé, chupé, chupé, hasta que sentí que ya recuperada su dureza inicial, en este momento procedí a chuparle sus calvos huevos, que eran hermosos, cabían en mi boca y lo hacían gritar de placer, tuve mi quinto. No resistio más y me dijo:

– En tus tetas lo haré. –

Con sus manos juntaba mis tetas y metía su verga en medio, cuando la empujaba yo con mi boca la alcanzaba a mamar, estaba excitado, estaba su verga caliente sabía a mí, mis jugos, mis babas, era yo, deseaba sentirla de nuevo dentro de mí. Me volteó y trató de meterla por atrás, grité me volteé y le dije que era muy grande para hacerlo por allí.

– Esta bien. –

Me tomó de espaldas y me la metió por la vagina que estaba muy húmeda y jugosa, esperando a mi toro meter todo su armamento dentro para poder saciarme, me dió tan duro y era tan grande que no resistí más, era más el dolor que el placer, me sacié en el preciso instante en que él la sacó y me dijo:

– Chúpamela, cómetelo todo. –

Le hice caso, su semen sabía a miel, que rico, no desperdicié ni una gota, todito para mí, me la metí lo que pude y me lo comí todito, estábamos cansados, él de hundírmela tan duro y yo de resistir sus embates que casi me matan, descansamos, nos vestimos y nos fuimos. Me llevó a mi casa, que noche!!! Nunca la olvidaré, fué muy especial, fué la mejor y más salvaje culiada de mi vida.

Acerca del autor
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *