Soy de una pequeña ciudad de provincias y me llamare Mariano. Por ser está una ciudad del tipo indicada, además de otros factores coyunturales, esta llena de colegios religiosos y desde pequeño y sobre todo desde mi juventud, la mayoría de mis ligues han sido con chicas de uniforme y gracias a ello he de reconocer, que esos uniformes con su faldita a cuadros y chaquetilla a juegos me “ponen”. Por motivos que no vienen al caso, mi padre se volvió a casar y yo, a pesar de superar los 20, estoy en paro, como muchos y me tuve que trasladar con él ,ante mi falta de liquidez monetaria, a un nueva casa con su nueva mujer y con mi nueva y encantadora hermanastra, de 19 años cumpliditos, que como no, iba a un colegio religioso. Este hecho fue lo único que me convenció del todo a ir a vivir con ellos: intentar ligarme a mi “hermanita”. Para mi desgracia, mis intentos fueron vanos( no soy muy atractivo) y solo conseguí lograr verla desnuda alguna que otra vez que ! yo me hacia el despistado y entraba al baño estando ella meando o cosas similares. Incluso una vez por poco no me pilla en su habitación mientras la “fisgoneaba” en los cajones de su cómoda en busca de una pieza de caza: una de sus braguitas blancas de muy buena marca( su madre y ella no son más pijas por que no pueden). Pero no me importo, por que a raíz de eso mi vida ha cambiado. El citado día de autos, nuestros padres no estaban en casa y la muy picara se trajo al novio a casa, pensando que yo estaría también fuera. Yo en ese instante, me encontraba como ya apunte “ de caza menor” por sus cajones, cuando de repente oí la puerta de la calle. Era ella( llamemosla Marta) con el novio. Mi situación era delicada, pues bastante tenia con dejar como estaba su cajón de lencería, como para salir pitando de la habitación. Se que podía poner cualquier excusa: que buscaba un lapicero que la creía haber prestado o cosas así, pero yo ya tenia antecedentes y la v! erdad, no soy un Hurtain para enfrentarme a su novio que es carne de gimnasio de barrio. Por lo cual ante mi apurada situación, me escondí como amante frustrado en el armario de su habitación, medio vacío todavía ante la mudanza por el cambio de habitaciones y nuestra llegada a su casa. Aun así, deje entre abierta la puerta del mismo para pode mirar por lo menos. Entraron en la habitación y pasaron de una conversación trivial sobre unas notas que él había sacado en clase, a pegarse el lote. Estaban sentados sobre la cama y el comenzó a tantearla la pierna mientras la introducía su lengua hasta el fondo. Marta, con su trajecito de niña buena de colegio de monjas, verde a cuadros, comenzaba a excitarse por el beso de su chico y comenzó a toquetearle superficialmente el paquete. El, que no la hacia ascos, la metió mano por todo el cuerpo; estaba empalmado, de eso seguro, como lo estaba yo. El chaval se quito su camisa marca músculos, dejando sus pectorales al aire. Mi hermanastra! se volvió como loca, se levanto de la cama y dejando de besar y tocar a su partener, comenzó delante de «nuestras» narices a quitarse poco a poco la ropa: primero la chaqueta verde oscuro, luego su blusa blanca y por último su falda plisada. Estábamos todos presas de la excitación. Su novio echaba la baba por la boca y yo comencé a masturbarme ante la imponente y majestuosa chavala que tenia delante mío: una morenaza de metro setenta y poco, ojos negros, pechos de talla 105, que se le medio salían entre el sujetador blanco, un impresionante trasero, por lo menos para mi, envuelta cada nalga en una preciosa braguita del mismo color del sujetador, que trasparente por delante, dejaba entre ver su bello publico azabache. Ella se le volvió a acercarse a su novio y bajándole los pantalones del chándal y el calzoncillo de una sola vez, comenzó a chupársela con la boca. El pene de este ni se veía, engullido por el pelo y la boca de Marta, que aunque la tuviera pequeña, servia para el! apaño que le estaba realizando. Así estuvo cerca de 5 minutos, oscilando la cabeza de arriba a abajo. No me explico como el tipo aguantaba tanto, yo me hubiera ido en el acto, como así fue. Después de la fantástica mamada que le hizo, se quito el sujetador, dejando sus pechos al aire, ante la mirada de su novio, que en un “pis pas”, la sento encima de sus rodillas, la entreabrio la braga y se la metio, vaya si se la metio, la estaba cabalgando con las bragas puestas. Yo solo les veía ahora de espaldas, el la tenia agarrada por las costuras de su braga y como un vaquero, de ellas tiraba cuando quería o no aumentar de velocidad en su envite. Los grito de jadeo continuaron más de 5 minutos, hasta que ella, quizás cansada al llevar la parte más “cansada”, le dijo al oído. Pero no susurrando precisamente, que se corriera de una vez, pero fuera de ella, que no se había puesto condón. El, sumiso antes sus ruegos, la dijo que ya faltaba poco y que aguantara u! nos envites más. Dejo las bragas y su trasero y se concentró en restregar sus manos por las tetas de Marta. Ella jadeaba cada vez menos, señal segura que ya se había corrido hacia un par de minutos. El, por fin, sacó su polla del coño de mi hermanastra y la ordeno presuroso y excitado que se pusiera de rodillas frente a su miembro. Ella obedeció y al instante recibió en plena cara su semen, al cual ella no le hizo ascos, ya que me pareció que se lamía las comisuras de sus labios, a medida que le semen resbalaba por su cara; los tres sonreíamos. A poco tiempo, vestidos ya, ella le acompaño a la salida y dándose un morreo se despidieron.
En ese instante me dispuse a salir de su habitación, pero fue cerrar la puerta y tropezar yo con uno de los peluches que habían tirado de la cama antes de que hicieran el amor. Así Marta me sorprendió saliendo de su habitación y comenzaron lo lógicos reproches: “que si lo has visto todo, que si eres un hijo de …, voayeur de mis pelotas, que si con lo feo que eres tienes que conformarte con mirar, que si cabrón..”. En fin, ya os lo podéis imaginar. El fin de todo ello fue un sonoro bofetón que me enrojeció una de mis mejillas y eso si que no lo soporte: se le devolví. Ella no se lo esperaba y se quedo paralizada( era la niña de la casa y por tanto consentida por todos). Aprovechando la situación la agarre por le pelo y cabreado como estaba, me la lleve a la cama, la senté sobre mis rodillas, la levante la falda para poder verla las bragas que ese cabrón había manoseado y comencé a azotarla en el culo con la mano, mientras la reprochaba lo marrana que también era ! ella y lo idiota que era al hacerlo sin condón. Al principio no reacciono pero a medida que la escocia, comenzó a gritar y luego a sollozar. Con cada azote se la escapa un “ay” y sinceramente, note que me excitaba y ella también lo noto, pues mi miembro estaba situado sobre su coño. Entonces ocurrió lo sorprendente, comenzó a restregarme la polla con su coño y entre lagrimas me prometió que seguiría restregando su chocho sobre mi pene, si a cambio no contaba nada de lo sucedido aquélla tarde en casa a su madre( religiosa y beata hasta más no poder). Excitado como estaba hubiera vendido mi alma la diablo y acepte. Entonces ella me pidió permiso para levantarse, me bajo los pantalones, ella se quito la blusa y el sujetador, se bajo las braguitas y se coloco en la misma posición como la había tenido segundos antes. Tenia la cara congestionada y el rimel negro de los ojos la caía como manchas negras por la cara, debido a las lagrimas; me dijo que continuara azotándola ! y que no me quitaba los calzoncillos, para poder regalárseles manchados de semen y tener un recuerdo de aquélla tarde. La azotaina continuo tan solo unos instantes más, hasta que presa de la excitación me corrí sobre los pelos de su coño. Ella ya había dejado de llorar y juraría que hasta emitía algún que otro gemidito mientras la pegaba en el culo. Cuando acabamos, me baje los slips y se les regalé como quería. Ella se subió las bragas con cuidado, pues al llegar a la altura de su trasero, vi como contraía al cara al hacer un gesto de dolor, y se metió en la ducha de su cuarto, mientras yo, extasiado y sin moverme de mi posición, la contemplaba irse hacia el baño, con las manos sobre su culo, meneándolo.
Esa fue mi historia. Ocurrió ya hará un par de meses y no hemos vuelto a sacar el tema. Nos llevamos un poco mejor y no se si será por lo propia convivencia en si o por lo de aquella tarde de invierno. El caso es que aquello me gusto, y mucho, y hasta sueño que lo repito.