Mi amiga Julia y yo

Estabamos estudiando mi amiga Julia y yo, que me llamo Lourdes, aunque me dicen Lulu. Era sábado por la tarde y estabamos solas en su casa, estudiando para el examen del lunes, pues sus padres se habían ido a pasar el fin de semana a la sierra. LLevábamos no se cuantas horas en su habitación, dale que te pego a libros y apuntes. En un momento dado, estaba tan concentrada que no me di cuenta que mi amiga cogió una cuerda que tenía en el cajón de la mesa y empezó a atarme los tobillos, me sobresalté y le dije: ¿Qué estas haciendo Julia? ¿No lo ves?, te ato los pies – me respondió -, anda, déjame también. ¿Y por que lo haces? Nada, estaba aburrida de tanto estudiar, vi la cuerda del cajón, y me dije, voy a atar a Lulu, anda, déjate. Sólo será un momento. Confía en mi. Bueno – le dije confiadamente. Y terminó de atarme los tobillos. ¿Muy fuerte? – Preguntó. No, así está bien. Pon las manos a la espalda.

Me eche hacia delante de la silla, puse mis manos a la espalda y me las ató con otro cabo de cuerda. ¿Puedes soltarte? – Me preguntó. No – Contesté moviendo manos y pies. Ponte de pie – Así lo hice y cogiéndome de las piernas me llevo a la cama y me tiró encima de forma que quede horizontal. Ahora te voy a hacer pasar un buen rato – Me pregunté que quería decir, cuando de pronto agachó su cabeza y me dio un suave beso en la boca. ¿Qué haces? – Pregunté. Te voy a hacer gozar como nadie te ha hecho, estate tranquila y relajate. Desátame, ¿estás loca? Tranquilizate Lulu, sólo es un juego y no voy a hacerte ningún daño. Volvió a acercar su cara a la mía, giré la cabeza pero me la cogió con sus manos, me miró a los ojos y aproximó su boca a la mía. Julia, déjame libre. No, tranquila – y volvió a besarme, ahora empezó una serie de besos, empezó en la frente, bajó a los ojos, la nariz, la boca. Soltó sus manos de mi cabeza y las noté apoyadas en mis pechos, como tanteándolos. De repente me di cuenta que me empezando a sentir cierta excitación, allí atada con engaños por mi mejor amiga pero con un poco de curiosidad por saber que me haría. Ahora sentí que su mano buceaba en mi sexo, como era primavera y hacía buen tiempo, llevaba sólo una minifalda y un polo encima de la ropa interior, me había levantado la falda e introdujo su mano en mis bragas. Te voy a bajar las bragas – dicho y hecho, me las bajó hasta mis atados tobillos. Libre de fronteras, mi coño estaba abierto al aire, allí acerco una de sus manos mientras la otra magreaba mis tetas. Yo me sentía cada vez mas excitada, allí estaba yo, atada y sin poder resistirme estaba siendo violada por mi amiga Julia, y lo peor era que me estaba excitando el estar así. Ella lo debió notar porque me dijo «¿lo estas pasando bien, Lulu?.

Se chupó dos dedos y me los metió por mi raja, los sentí adentro, follandome como nadie lo había hecho, me levantó el polo hasta que el sujetador asomó, mis tetas quedaron libres de un tirón, y no me sorprendió encontrar que mis pezones estuviesen tan tiesos. Julia acercó su boca a mis pezones y empezó a chuparlos lentamente, primero uno después el otro, tironeandolos con sus labios, mientras con su mano me follaba, cada vez estaba mas caliente y ya jadeaba de placer. Bajó su cara hasta mi coño y comenzó a lamerlo poco a poco, primero los labios con la lengua a medio salir, luego me la introdujo expertamente, a fondo, de repente llegó al clítoris, lamiendolo levemente al principio, luego con todas su boca. Me corrí como nunca lo había hecho, lentamente saboreando cada momento, mis piernas y manos atadas pugnaban por soltarse en un espasmo de gozo, que cesó con un fuerte jadeo, para recomenzar de nuevo. Así atada, recuerdo haber tenido tres orgasmos seguidos, hasta que rendida tuve que decirle: «Julia, que gozada, cesa ya que si no me voy a desmayar, deja que te folle yo ahora». «Vale pero asó como estas». Se quitó sus pantalones y el polo que llevaba hasta quedarse en bragas y sujetador, a mi me recompuso la ropa, volvió a meterme las tetas en el sujetador, bajó el polo, subió las bragas y dejó caer mi falda. Me enderezó de la cama para hincarme de rodillas, así puesta, se quitó el sujetador y las bragas y acercó su sexo a mi boca. No se si lo supe hacer bien pero noté que se corría un par de veces. Al final me desato «¿lo has pasado bien?», «si, no me imaginaba que con otra mujer gozara tan bien, claro que las ataduras también me has excitado». El examen no se si lo habremos aprobado pero hoy vuelve a ser sábado, estamos solas y ahora mis manos están atadas por encima de mi cabeza colgando de la escalera del unifamiliar y mis pies atados pero separados, tengo las piernas abiertas y nos disponemos a pasarlo bien mi amiga Julia y yo, LuLu.

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