Una relación monótona acaba follada por un perro labrador

Mi vida con Alicia, mi anterior compañera sentimental, fue bien sexualmente hablando hasta que terminó la universidad y encontró un trabajo. Hasta entonces, practicábamos el sexo en sus diversas formas y posturas tratando de no ser repetitivos, salvo el sexo anal, a lo cual ella siempre se ha negado, pero no me parecía importante, aunque yo sea muy liberal en cuanto al sexo, porque ambos quedábamos totalmente satisfechos. Pero como ya dije, el comienzo de su vida laboral provocó que la frecuencia de nuestras relaciones sexuales disminuyera, su horario era francamente malo y para colmo, nos resultaba difícil coincidir en nuestras vacaciones.

Debo admitir que con el tiempo empecé a masturbarme tres o cuatro veces a la semana. A pesar de mis intentos para convencerla tratando de buscar momentos, situaciones estimulantes, ella aludía con frecuencia al cansancio y naturalmente me tenía que aguantar. Por otro lado ella nunca me quería hablar de sus experiencias sexuales anteriores a mí, ni si tenía alguna fantasía, si salía el tema me decía que si actualmente gozábamos el uno del otro, qué mas daba.

Durante una primavera, en el mes de Abril, ella pudo conseguir tres días de vacaciones, que quiso combinar con un fin de semana para visitar a una vieja amiga común a la que ella le tiene mucho afecto. Brigitte es una mujer francesa que se instaló en nuestro país hace varios años. Ella y su ya difunto marido montaron un negocio de paseos a caballo a las afueras de una pequeña localidad a unos 400 km. No tiene hijos de modo que ella lleva sola el negocio y dado que estaba haciendo unas reformas, Alicia pensó en echarle una mano.

A Alicia siempre le ha hecho ilusión estar en la casa de campo de Brigitte y montar a caballo, pero, quizás pensando egoístamente en mí le insistí en que no fuera y que tratáramos de estar más tiempo juntos, pero ella estaba decidida.

Alicia compró su billete de autobús y tras despedirnos se marchó el martes por la tarde.

La semana pasó muy lenta. Llegó el sábado por la mañana y me encontré sin nada que quisiera hacer, de modo que se me ocurrió un plan. Tuve la idea de conducir hacia la casa de campo hasta la noche y así sorprender a Alicia. Entonces volveríamos juntos el domingo en mi coche. Serían unas cuatro horas de autopista más unos veinte minutos hasta la casa. Mientras más lo pensaba más lo deseaba.

Hice una bolsa y a eso de las cuatro y media de la tarde ya estaba listo para ir a la casa de Brigitte. El viaje no tuvo ningún percance y me lo pasé pensando en la bella Alicia. Realmente me gustaba. Mientras la imaginaba desnuda, su cuerpo caliente presionado sobre mí, pude sentir una buena erección en mis vaqueros.

Yo no me considero muy buen dotado, más o menos por la media, unos 16 cm, pero duro como una flecha. Sé que a muchas mujeres les apetece más un atributo grande y más grueso, pero a Alicia le gusta lo que tengo y lo que ella dice que es más importante, que sé usarlo, y parece que a ella le satisface. Ella se había afeitado su coño hacía dos años porque, según decía, se sentía más limpia así. Y a mí me parecía que quedaba precioso y atractivo de esa manera. Sus pechos eran firmes, no demasiado grandes, pero bonitos, con una enorme aureola que me encantaba y unos pezones pequeños si no estaban erectos.

Mi erección me estaba empezando a doler y me planteé aliviarme pero quería esperar a estar con Alicia. Mis pensamientos retornaron a la carretera y en poco tiempo llegué al desvío hacia la localidad. Llegué de noche a la casa y aparqué el coche en la zona de aparcamientos de visitantes. Sólo había dos luces encendidas. Una en el parking y la otra en el porche de la entrada de la casa, que quedaba algo más lejos. El resto estaba todo oscuro.

Mientras me bajaba del coche pude oler un aroma de pinos proveniente del bosque mezclado con el olor a caballo. Eran las nueve y media de la noche. La brisa era refrescante, aunque ya empezaba a hacer calor. A pesar de la oscuridad, la zona me resultaba familiar al haber estado algunas veces de visita.

Para llegar a la casa tenía que atravesar la zona con los establos, pero al pasar cerca pude ver una nueva construcción que no conocía, con una tenue luz dentro. Suponiendo que alguna de las dos pudiera estar allí, me encaminé a la pequeña construcción. Mientras me acercaba podía comprobar que era una construcción muy reciente, aun no del todo acabada. Abrí la puerta trasera esperando encontrar a alguien y entré en una pequeña zona de almacén. La puerta que comunicaba con la zona principal estaba abierta de modo que seguí, entré y miré alrededor.

La construcción estaba dividida en dos partes y yo me encontraba en la zona central. Pude oír el sonido familiar del agua de duchas caer al fondo. Era obvio dónde me encontraba, eran unas duchas recién construidas, separadas por sexos.

Y alguien estaba duchándose en ese momento. Se me presentó la oportunidad de espiar a quien fuera, que podía ser mi novia, pero podía ser Brigitte. No niego que la curiosidad pudo más y me acerqué silencioso a la esquina pero sólo vi una zona de vestuarios con ropa colgada. Entré en la zona y me acerqué al sonido sigilosamente, estaba nervioso.

Mi corazón se me iba a salir de lo fuerte que latía, me acordaba de mi juventud en el instituto cuando espiábamos a las niñas en los vestuarios de gimnasia, aunque nunca tuve la oportunidad de ver a ninguna de las niñas completamente desnudas.

Mientras me acercaba a las duchas, desde la zona de vestuarios pude ver que Alicia estaba junto a una de ellas pero aparentemente no parecía que se estuviera duchando.

Ella estaba bajo la ducha en el suelo a cuatro patas, a unos diez metros de mí. Su pelo castaño claro estaba mojado y le cubría la cara mientras el agua caliente le caía encima. Pero eso no era todo…

Montado detrás de ella y pegado fuertemente a sus caderas con sus patas había un perro Labrador bombeándola lentamente. El animal la cubría toda la espalda, la cabeza hacia adelante, y con las caderas culeándola rítmicamente. Las tetas de Alicia colgaban haciendo círculos movidas por las embestidas del perro. El agua caía sobre ellos manteniéndolos completamente mojados. Se podían escuchar los gemidos placenteros de Alicia sobre el sonido del agua.

Me llevó dos minutos recuperarme del trance en que estaba sumergido. Mi polla me estaba presionando con dolor en mis pantalones. Tenía que ser muy cauteloso al hacer cualquier movimiento para que el perro no lo advirtiera ya que en su posición miraba hacia mí. Alicia evidentemente tenía la mente en otro mundo con la polla de ese perro incrustada dentro.

Lentamente di un paso hacia atrás, me desabroché la cremallera y me bajé los vaqueros. Metí la mano para evitar la presión en mis boxers y la polla salió libre y orgullosa, lista para pasar a la acción, me empecé a masturbar lentamente, no quise terminar antes de lo previsto, de modo que me volví a asomar a las duchas.

El perro no fallaba ninguna embestida, todo era igual que antes, pero ahora el animal embestía más rápido. Alicia intentó varias veces pasar una mano entre las piernas para darse gusto pero el peso del bicho y sus empujes la hacían perder el equilibrio y tenía que retornar a las cuatro patas. De pronto el perro se arqueó hacia adelante y empezó a culearla con una rapidez increíble. Sus patas traseras se resbalaban con el agua, pero mantenía un ritmo que me pareció alucinante.

“¡Auu!…¡Auu!….¡Oooooohhh!…¡Auu!” Alicia gritaba mientras intentaba alcanzar entre sus piernas.

“¡Oh maldita sea!….¡Auuu!!!…¡Ugh!…¡Ugh!…¡Mierda!…¡noooo!…¡mierdaaaa!!”

Sea lo que sea lo que le estuviera pasando, parecía que Alicia estaba pasando por dificultades. Ante su impotencia por hacer nada para evitar el dolor, golpeaba con la mano sobre el suelo. Su boca estaba abierta en una mueca de dolor. Ella gateó unos metros hacia adelante, llevando consigo al Labrador, pero el perro no se iba. Él mantenía esa velocidad de vértigo que me recordaba el sexo entre conejos, todo el tiempo así, sin parar. Era evidente que Alicia estaba pasándolo mal así que me dispuse a entrar en las duchas para ayudarla. No importa lo embarazoso que pudiera resultarle, no quería que ese bicho la hiciera más daño. Estaban de lado con respecto a mí, y pude verlo todo con claridad. Parecía que el bulto del perro estaba completamente introducido en la vagina de Alicia y ambos estaban pegados, como dos perros.

“¡Oh maldita sea, Chuky, maldita sea! ¡Uuuuughhhh! ¡Mierda!, seguía gritando ella. Pero entonces ella parece que dejó de demostrar dolor, hundió la cabeza en el suelo, subió el culo hacia arriba. Chuky continuó con sus embestidas desesperadas y ahora que Alicia estaba más relajada, empezó un bombeo rápido y corto, sus caderas casi vibrando contra el culo alzado de Alicia. Pude oírla gemir pero ya era evidente que había recobrado el control y de nuevo di un paso hacia atrás a la zona de vestuarios y continué con la observación.

“¡Oh! ¡Oh! ¡Uuuuuugggghhhh!” Alicia volvía a gritar unos segundos después de volverme. Vi que Chuky se mantenía quieto y curvado sobre una mojada y sumisa Alicia. Los ojos del perro congelados mirando a ninguna parte, el cuerpo en total tensión y totalmente apretado contra ella. Entonces empezó un lento movimiento de bombeo y de nuevo se paró. ¡Entonces me di cuenta de que el muy cabrón se estaba corriendo dentro de ella!

Chuky parecía haber terminado pero ambos estaban pegados todavía porque él hacía intentos vanos para desmontarla.

“¡No por favor! ¡Chuky no! ¡Quédate! ¡Chuky no! ¡Quédate! ” le ordenó ella. Por fortuna Chuky fue obediente. Simplemente se mantuvo echado sobre la espalda de Alicia, la boca abierta, lengua fuera, respiración fuerte, con una mirada de satisfacción en sus ojos (¿los hombre tenemos la misma mirada?). Alicia mantenía la respiración entrecortada. “Buen chico, Chucky, eso es” decía ella, “Precioso, quédate, así, así, eso es”.

Chuky dejó caer todo el peso sobre la espalda y se dedicó a lamer su cuello y su pelo. Alicia intentó girarse lentamente sin que el bulto, firmemente sellado a su vagina para mantener la leche dentro, le molestara demasiado. Después de varios intentos, se las arregló para pasar su mano derecha entre las piernas sintiendo la base de la polla de Chuky, y su coño, a continuación se miró la mano, supongo que buscando restos de sangre. Al ver que no le había pasado nada malo, volvió a colocar la mano a su coño y empezó a masturbarse.

Era una vista de lo más erótica. Alicia tocándose el clítoris con Chuky montado y su gran polla incrustada dentro desinflándose lentamente. Las manos y los dedos de Alicia empezaron a moverse cada vez más rápido mientras sus tetas iban y venían en círculos con el ritmo. Tras dos minutos, Alicia estaba cerca del orgasmo. Pero pude ver con sorpresa que Chuky empezó de nuevo un lento bombeo. Los movimientos de Alicia masturbándose debían haber estimulado la polla de Chuky otra vez y estaba respondiendo rápido al estímulo.

“¡Eeeeeyyy Chuky! ¡No, otra vez no!” chilló ella. Pero Alicia estaba demasiado excitada y demasiado cercana al orgasmo para parar. Estoy convencido de que la estimulación de la tremenda polla de Chuky bloqueada en su interior y llenando de nuevo su vagina, el culeo incesante, lo prohibido del acto, todo era demasiado para parar ya. Chuky volvía a las locas y frenéticas acometidas cercano a una nueva corrida mientras Alicia estaba culeándole hacia atrás y tocándose al mismo tiempo. “¡¡Aaahhhhh!!…..¡¡Aaaaaaaah!!” chilló con desesperación porque la primera ola de su orgasmo le explotó encima. Chuky se mantenía pegado mientras ambos se movían en diferentes ritmos en un total frenesí, perdidos en sus propios placeres. “¡Uuuugh!…¡Uuuugh!…¡Ugh!…¡Ugh!…” continuaba Alicia. Su cuerpo estaba en tensión. La respiración entrecortada se escapaba entre los dientes apretados. Ella bajó su ritmo mientras las últimas olas de placer la envolvían, entonces volvió a las cuatro patas para soportar al perro que tenía encima.

Chuky repitió los mismos movimientos cortos y rápidos como la primera vez.

“¡Oooh Chuck! ¡Oooooh Chucky!” dijo Alicia, “¡Ay Mierda!….¡Auuh!…¡Auuu!” Era evidente que el animal la estaba rociando con leche caliente nuevamente dentro de su coño. Chuky terminó su orgasmo con varias embestidas lentas.

“¡Maldito seas Chuky, lo volviste a hacer! ¡Mierda, dueleeeeee!” gritaba Alicia. “¡Quédate Chuky! ¡Nooooo! ¡Quédate!”. Pero Chuky se le anticipó y decidió bajarse. Pasó una de las patas traseras por encima arañándola un poco y se quedó culo con culo. El animal entonces empezó a caminar llevando a Alicia tras de él a cuatro patas, que seguía gritándole que se parase, hasta que el animal lo hizo, porque se me quedó mirando en mi dirección con las orejas alzadas. “¡Mierda!” dije para mí. Dejé de meneármela y me mantuve quieto como una piedra. Alicia estaba acariciando como podía a Chuky, pegados culo con culo, hablándole suave para que se calmara y se quedara quieto y éste pareció distraerse de mí. Aproveché para dar unos pasos hacia atrás y me puse los pantalones con dificultad ante mi erección.

Salí de allí y me dirigí a la casa de Brigitte. Allí la encontré leyendo en el porche y me comentó que Alicia salió a dar una vuelta. Al rato de esperarla, Alicia se sorprendió mucho al verme, hicimos unas pizzas de cenar y nos acostamos. Alicia, curiosamente evitó hacer el amor esa noche indicándome que creía tener una infección vaginal. Entendí perfectamente la excusa y aunque estaba realmente caliente, decidí esperar a que se recuperase. El domingo al mediodía nos fuimos.

Ella estaba contenta durante el viaje de vuelta, intenté durante la conversación que surgiera el tema de Chuky de forma sutil, quería darle la oportunidad de que confesara sus acciones, pero nunca más ha querido mencionarlo. Pasaron unos años más hasta que rompimos, pero nunca me quiso contar lo que hizo. Es una pena, porque podríamos haberle dado un gran giro a nuestra relación sexual, aunque siempre recordaré lo sucedido como una de las experiencias más excitantes que he vivido.

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